Entrevista
El bienestar socioeconómico de Canarias está ligado a la salud de sus ecosistemas marinos, según un estudio

Víctor Cordero - Penín, autor principal del estudio 'Mapeo del potencial de los servicios ecosistémicos marinos en un archipiélago oceánico: aplicabilidad y limitaciones para la toma de decisiones'.

Gara Santana

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El ser humano tiene una preocupante tendencia a no dar importancia a aquello que no puede ver o dimensionar. Sucede en muchos ámbitos de la vida, algunos tan tristes como guerras lejanas y otros tan cotidianos como lo que pasa debajo de la superficie del mar, que tanto debería interpelar a todos los isleños. Un nuevo estudio, liderado por el grupo de investigación de Biodiversidad y Conservación (BIOCON) del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (ECOAQUA) adscrito a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), destaca cómo el bienestar social y económico de las islas depende directamente de la salud de sus entornos marinos.

Esta investigación, firmada por el estudiante de doctorado de la ULPGC Víctor Cordero-Penín, como autor principal, señala que los ecosistemas marinos que rodean el Archipiélago canario juegan un papel “esencial” en la calidad de vida de sus habitantes siendo el soporte vital en el que se desarrollan las actividades cotidianas de la sociedad y manteniendo la estabilidad de las economías locales de toda la comunidad autónoma. Las conclusiones han sido publicadas recientemente en Ecosystem Services, asociado con Ecosystem Services Partnership (España) y que cuenta también con la participación del director de ECOAQUA, Ricardo Haroun, y de los investigadores de la institución académica, Andrej Abramic, Alejandro García-Mendoza y Francisco Otero-Ferrer, se centra en el concepto de servicios ecosistémicos que, según Cordero-Penín, “son una metáfora” para explicar el complejo funcionamiento ecológico, difícil de entender fuera de un ámbito técnico o académico, a un lenguaje más accesible e interpretable por haberse traducido en relación con nuestro bienestar. 

¿Podemos afirmar a la luz de los resultados de este estudio, liderado por su grupo de investigación, que el bienestar de las comunidades costeras en las islas depende de la salud de los ecosistemas marinos? ¿De qué manera?

En esta pregunta se engloban varios temas distintos. En primer lugar, es el concepto de bienestar. Aunque éste es subjetivo y cada uno de nosotros podría tener su propia “fórmula” de bienestar, podemos generalizar diciendo que todos necesitamos tener nuestras necesidades básicas cubiertas como acceso suficiente y de calidad a comida, agua, energía o un lugar confortable donde vivir. Pero también podemos englobar otros aspecto como la salud, las relaciones sociales satisfactorias, el sentimiento de pertenencia a una comunidad o un cierto sentido de vida, etc.

En segundo lugar, el hecho de conectar nuestro bienestar , es decir, el de las comunidades costeras, al de la salud de los ecosistemas que sustentan nuestras actividades sociales y económicas a través de las cuales satisfacemos nuestras necesidades y perseguimos nuestro bienestar. Esto es algo evidente y no necesita de un estudio que nos lo diga... Un aire/agua contaminada, un pescado que no se pueda comer por estar intoxicado con ciguatoxinas que producen la enfermedad de la ciguatera, o que debamos consumir con moderación por tener niveles altos mercurio como ocurre con los grandes pelágicos como el atún, playas cerradas al baño (p.ej. por contaminación por bacterias fecales, o blooms de microalgas que, por cierto, tenemos la suerte de que estas microalgas que generan blooms en Canarias, como el caso de la Trichodesmium erythraeum, no sólo no son tóxicas sino que son fertilizantes para el océano), nos hacen enfermar y dificultan nuestras oportunidades de recreo y esparcimiento.Todas estas preguntas, muy pertinentes, no han sido el foco de estudio en nuestro trabajo, pero también pueden suponer un obstáculo para mantener nuestras relaciones sociales (p.ej. la situación de emergencia generada por el COVID-19).

Los anteriores son solo algunos ejemplos representativos de cómo nuestro bienestar depende de la salud de los ecosistemas. Ahora bien, una pregunta acertada sería cuándo exactamente un determinado estado de ‘salud’ natural empieza a suponer una amenaza a nuestro bienestar o cuál es la concentración a la que distintos contaminantes empiezan a tener efectos nocivos. Todas estas preguntas, muy pertinentes, no han sido objeto de estudio en nuestro artículo. 

Como decía el famoso oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau “las personas protegen lo que aman, aman lo que entienden y entienden lo que se les enseña”

Lo que sí hemos estudiado, mediante una extensa revisión bibliográfica, es el potencial teórico de los hábitats bentónicos (o ecosistemas asociados al fondo marino) de sustentar la provisión de múltiples servicios ecosistémicos, que podemos considerar como todos aquellos bienes y servicios generados por nuestras actividades humanas gracias al funcionamiento ‘natural’ y ‘saludable’ de la naturaleza, permitiéndonos satisfacer nuestras necesidades y perseguir nuestro bienestar. En otras palabras, lo que sí hemos hecho en el estudio ha sido traducir, mediante el concepto metafórico de los servicios ecosistémicos, el complejo funcionamiento ecológico, difícil de entender fuera de un ámbito técnico o académico, a un lenguaje más accesible e interpretable por haberse traducido en relación con nuestro bienestar. 

¿Qué consecuencias sociales debería tener que ahora seamos conscientes de este potencial a la hora de la planificación de espacios marinos?

Desarrollar nuestra conciencia es un proceso gradual y requiere tiempo y esfuerzo sostenido de educación y divulgación donde ustedes [los periodistas] juegan un papel clave para orientarla. En cualquier caso, agradezco que destaques la toma de conciencia si te ha parecido que este estudio la promueve porque quiero pensar que contribuimos a argumentar porqué nos conviene vivir más en armonía con la naturaleza en general y, en especial, en relación a la costa y mar alrededor de Canarias. Como decía el famoso oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau “las personas protegen lo que aman, aman lo que entienden y entienden lo que se les enseña”. En este sentido, este estudio identifica y cartografía los ecosistemas marinos de canarias que mayor número de servicios ecosistémicos pueden sostener, o, dicho de otra manera, que nos conviene conservar para seguir realizando (igual de ‘bien’) las distintas actividades humanas.

Estas zonas representan, por tanto, áreas de especial interés para la conservación y señalan a los hábitats (p.ej. praderas de sebadales, bosques de macroalgas, esponjas y corales negros, o fondos de rodolitos) que podrían guiar futuras estrategias de restauración natural tanto de forma activa con acciones directas como la replantación o pasiva, aliviando el nivel de ‘presión’ acumulativo al que sometemos a los ecosistemas marinos minimizando el nivel de nuestras actividades (no solo en marítimas sino también las construcciones costeras y vertidos desde tierra) para permitir que los ecosistemas se regeneren de forma natural. 

Por tanto, los resultados de nuestra investigación son de especial utilidad para la ordenación o planificación espacial marina, pues como la ordenación del territorio, pero de forma análoga en el mar, se encarga de decidir dónde y orientar el cómo se deben desarrollar nuestras* actividades marítimas.

¿Cree que en Canarias opera en el imaginario colectivo la visión contraria?; la de que el precio que hay que pagar por el bienestar socioeconómico es la destrucción de las costas?

No sé qué imaginario colectivo existe en Canarias al respecto, aunque esto que apuntas sin duda sería algo muy interesante a analizar en futuros estudios.

Sin duda sería algo a analizar muy interesante en futuros estudios. No obstante, y a riesgo de malinterpretar tu pregunta, una cosa está científicamente clara: “Un factor importante en la disminución global de la biodiversidad es el uso insostenible de la naturaleza (…) que emana de decisiones políticas y económicas predominantes basadas en un conjunto limitado de valores (por ejemplo, priorizando los valores de la naturaleza según su intercambio en los mercados).”

Dicen que comprendemos mejor la superficie de la luna que el fondo de nuestros océanos

Habla usted, incluso, de aquellos ecosistemas, situados a mayor profundidad, que no reportan una relación de beneficio directa, pero que son cruciales para la vida humana y el clima de las islas. ¿Podría hablarnos sobre este punto?

La capacidad de los ecosistemas (tanto someros como profundos) de sostener múltiples servicios ecosistémicos generados por nuestras actividades humanas depende, primero, de nuestro conocimiento acerca de esos ecosistemas y, segundo, del volumen y variedad de actividades humanas que dependen de ellos. Por tanto, y tal y como dicen que comprendemos mejor la superficie de la luna que el fondo de nuestros océanos, los ecosistemas profundos salen ‘perdiendo’. Pero no porque sean menos importantes en términos ecológicos, sino porque son menos utilizados por nuestras actividades y tenemos menor conocimiento acerca de su funcionamiento como para poder explicar de qué manera pueden ser utilizados para generar bienes y servicios para la sociedad. Un ejemplo en este sentido, es el enorme potencial que se les atribuye para el descubrimiento de nuevos productos farmacológicos como los antibióticos del futuro. No obstante, sabemos que los ecosistemas marinos profundos son reservorios de biodiversidad...No obstante, sabemos que los ecosistemas marinos profundos son reservorios de biodiversidad que participan en ciclos de nutrientes y secuestro de carbono, ofrecen nichos únicos y perspectivas evolutivas, apoyan especies comerciales, regulan el clima, poseen potencial biotecnológico y conectan hábitats, siendo esenciales para la resiliencia y equilibrio del océano y el clima global.

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