El meteoro que surcó el cielo de Gran Canaria medía menos de un metro y se fragmentó a 20 kilómetros de altura

Toni Ferrera

7 de febrero de 2023 22:02 h

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El meteoro que surcó el cielo de Gran Canaria el pasado 30 de noviembre de 2022 a las 15:35 de la tarde medía menos de un metro de diámetro y terminó de fragmentarse a 20 kilómetros de altura. El estruendo se escuchó en toda la isla, incluso en otras del archipiélago canario, como Tenerife, y mantuvo en vilo a gran parte de la población, que desconocía el motivo del estallido. Un nuevo estudio liderado por el Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC), en el que también ha participado el Instituto Geográfico Nacional (IGN), ha detallado el origen del mencionado fenómeno, así como las principales características que lo hacen tan inusual.

El trabajo ha sido presentado recientemente en el prestigioso congreso Lunar and Planetary Science Conference (LPSC). El bólido, catalogado por la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN) como SPMN301122D, fue observado por decenas de testigos, y su desintegración final produjo una onda de choque que fue captada por seis estaciones sísmicas del IGN. El coordinador de la SPMN y primer autor del estudio, Josep María Trigo, explica a Canarias Ahora que esto se produce cuando una roca entra a hipervelocidad en la atmósfera, originando una onda de choque que, si tiene suficiente energía, puede transmitirse al suelo y hacerlo vibrar como si fuera la piel de un tambor.

Gracias a que una red sísmica pudo reportar el suceso, los investigadores, entre quienes también se encuentra el sismólogo Itahiza Domínguez Cerdeña, del IGN, han sido capaces de determinar el punto exacto donde se produjo la explosión, a unos 20 kilómetros de altura en el sur de Gran Canaria. La trayectoria pintada por los científicos sugiere que el meteoro recorrió a unos 15 kilómetros por segundo todo el sureste de la isla redonda hasta desintegrarse por completo y caer al mar. Allí, “solo sería de esperar que llegasen meteoritos de pocos centímetros, máximo alguno de decenas de centímetros”, apunta Trigo, debido a que “buena parte de su masa se perdió en la atmósfera (suele ser más del 95%)”.

El estudio precisa que varios testigos visuales facilitaron datos del camino recorrido. En Gran Canaria pasó desapercibido porque “estaba mayormente nublado, pero varios observadores de Lanzarote y Tenerife proporcionaron informes razonablemente precisos”, indica la investigación. De esos reportes observacionales, se estima que el punto más alto de captura fue alrededor de los 100 kilómetros de altura, mientras que el final de la fase luminosa se halló en torno a los 18 y 20 kilómetros. Por este motivo se ha podido restringir su trayectoria atmosférica a los puntos señalados en la imagen.

“La trayectoria luminosa del bólido era bastante homogénea, pero mostró un par de episodios de fragmentación antes de la catastrófica disrupción final seguida de una brillante llamarada. Esta última fue distinguible incluso cuando los testigos observaron la bola de fuego evolucionando muy cerca del Sol a plena luz del día”, señala el artículo.

Trigo y el resto de los científicos firmantes del estudio sospechan que se trataba de una roca, “posiblemente de las llamadas condritas”, uno de los meteoros más comunes que suelen fragmentarse a esa altura de 20 kilómetros y cuya observación está “estrechamente ligada al origen y las condiciones fisicoquímicas del Sistema Solar”, según un texto didáctico, también con Trigo como autor, que explica el origen de estos materiales. La mayoría de las condritas proceden del Cinturón de Asteroides, entre Marte y Júpiter. El porqué se acercan tanto a la Tierra se debe a un proceso complicado, denominado fuerza de radiación, que desplaza las órbitas de los cuerpos más pequeños y los acerca a nuestro planeta, según explicó a este periódico Julia de León, investigadora en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

En Canarias, un evento de magnitud similar al ocurrido el 30 de noviembre de 2022 podría ocurrir “cada varias décadas, a veces 50-100 años”, especifica Trigo. Su impacto no se pudo prever debido a que se trataba de un meteoroide muy pequeño, incapaz de ser avistado por un telescopio actual, como ocurre con la mayoría de los meteoritos. “Tan solo asteroides de pocos metros son potencialmente detectables”, agrega el experto. Mientras, la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos continúa observando minuciosamente el cielo del Archipiélago para contabilizar más avistamientos. Este año, ya se han detectado 17, casi todos ellos captados por el aficionado Ramón López desde Lanzarote.