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La Universidad de La Laguna investiga un compuesto que podría frenar la degeneración neuronal temprana en el Alzheimer

Europa Press

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Un grupo de investigación coordinado por el profesor del Departamento de Ciencias Médicas Básicas de la Universidad de La Laguna Ángel Acebes Vindel, y que se desarrollará íntegramente en el Instituto Universitario de Tecnologías Biomédicas (ITB) de la institución docente, acaba de recibir hasta 2023 financiación en el Plan Nacional de Investigación para evaluar las propiedades de un péptido (una molécula formada por la unión de un número pequeño de aminoácidos) que podría favorecer la reconexión neuronal en las fases iniciales de la enfermedad de Alzheimer; es decir, frenar el proceso degenerativo en fases tempranas de la enfermedad.

Gracias a los resultados de investigación logrados por otros equipos, se sabe que antes de que la enfermedad de Alzheimer curse con sus síntomas más conocidos de pérdida de memoria y deterioro cognitivo, se produce un mal funcionamiento de la sinapsis (es decir, el proceso mediante el cual una neurona se conecta e intercambia información con otra) y también se aprecia una pérdida de la capacidad olfativa parcial o incluso total en estos pacientes.

El equipo de investigación de la Universidad de La Laguna se está centrando, precisamente, en esos dos factores previos, estudiándolos en dos modelos animales: la mosca del vinagre y el ratón.

El objetivo es doble: primero, poder comprender mejor las características iniciales del proceso neurodegenerativo, y segundo, comprobar si la aplicación controlada de determinadas sustancias podría restaurar esas sinapsis que se pierden tempranamente.

La mosca del vinagre (Drosophila) permite alterar al alza o a la baja la expresión de múltiples genes, o, en este caso, expresar proteínas betaamiloides humanas en grupos de neuronas del cerebro de estas moscas.

En dicho cerebro hay entre 100.000 o 200.000 neuronas, mientras que el cerebro humano puede tener del orden de 1.012.

“Podemos realizar un abordaje genético muy potente, expresando proteínas tóxicas en humanos en el sistema olfativo de estas moscas, que además es más sensible que el sistema olfativo humano. Con este modelo animal podemos producir efectos muy parecidos al Alzheimer en una primera fase, observando cómo cambia la capacidad olfativa de estas moscas”, explica en una nota.

En cuanto al ratón que se emplea, denominado APP/PS1, es un animal transgénico que expresa dos mutaciones humanas que se presentan a los seis o nueve meses de vida y comienzan a generar los primeros síntomas de la enfermedad.

“Primero vamos a comprobar que estos ratones comienzan perdiendo sinapsis de manera temprana y luego vamos a inyectar un péptido activador farmacológico de PI3K (una lípido-quinasa) que favorecerá la reconexión neuronal perdida. Este péptido lo tenemos patentado y hemos publicado su efecto en roedores en artículos previos del grupo y colaboradores, el último en 2020. En este último trabajo hemos validado su uso en el contexto de Alzheimer, empleando células humanas en cultivo, un primer paso necesario antes de dar cualquier otro”, señala en una nota.

De este modo, la estrategia es observar pérdidas de sinapsis y documentar defectos olfativos en moscas y luego en ratones, de tal manera que aquellas aproximaciones experimentales que no se puedan realizar en un modelo animal, se podrá lograr en otro.

Si la experiencia con los ratones APP/PS1 resulta favorable, el siguiente paso, ya con otro proyecto, sería hacer pruebas con monos y si todo sale bien, finamente a estudios con humanos.

Pero como advierte Acebes, “cuando uno da con una posible molécula con posibilidades farmacéuticas para, en este caso, el tratamiento del Alzheimer, de la fase primera a la última en humanos pueden haber pasado doce o catorce años”.

No existe tratamiento

El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer es uno de los desafíos médicos más relevantes de la actualidad porque actualmente no existe y tratamiento e incluso resulta complicado detectarla tempranamente porque, como explica el investigador del ITB, se trata de una “enfermedad insidiosa, que no da la cara”, y que no existen biomarcadores que permitan un diagnóstico preclínico.

“Si lo hubiera, se podría decir, esta persona, dentro de unos años, va a desarrollar Alzheimer. Lo cierto es que, desgraciadamente no sabemos qué factores son los responsables de que en una persona un envejecimiento normal derive hacia una demencia tipo Alzheimer. Desconocemos las razones de ese cambio”, subraya.

Por ello, una de las demandas de la comunidad científica es dar con esos biomarcadores preclínicos basados en técnicas no invasivas, por ejemplo, un test olfativo.

“Si llegamos a buen puerto y observamos qué ocurre en la olfacción de un paciente, se podría averiguar, por ejemplo, si la ausencia de respuesta a un tipo concreto de olores podría ser un indicador temprano”, explica el investigador

Alrededor de 50 millones de personas tienen Alzheimer en el mundo y las expectativas, teniendo en cuenta que la población está envejeciendo, son de alrededor 152 millones de personas en 2050.

“En España hay unas 900.000 personas diagnosticadas, de las cuales en Canarias hay unas 30.000. Para mitad de siglo, la cifra estimada en nuestro país sería de 2 millones de pacientes”, explica Acebes, para resaltar la urgencia de dar con soluciones para esta patología que, además, está empezando a darse en personas cada vez más jóvenes y está aumentando su incidencia en países en vías de desarrollo, cuyos sistemas sanitarios no son capaces de soportar la carga asistencial que suponen estos enfermos.