El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) cumple treinta años saldando su deuda con el “artista global” César Manrique, al que dedica una exposición que ha costado 332.000 euros y en la que la comisaria, Katrin Steffen, ofrece una “inmersión” en el universo de este creador “irrepetible”.
Esta propuesta expositiva, que ocupa tanto la fachada como las cuatro plantas del centro artístico enclavado en el casco antiguo de Las Palmas de Gran Canaria, se inaugura este jueves y ha sido producida con la colaboración de la Fundación César Manrique y amigos del artista como Pepe Dámaso o Elvireta Escobio, con motivo del centenario del nacimiento del creador lanzaroteño.
El consejero grancanario de Cultura y el director del CAAM, Carlos Ruiz y Orlando Brito, han resaltado en la presentación de esta muestra ante los medios de comunicación que su inauguración supondrá la reapertura de la sede principal del recinto, que ha permanecido cerrada ocho meses por obras de renovación de su sistema de climatización.
Brito ha subrayado que con esta muestra, denominada “Universo Manrique”, dedicada al “artista más trascendental de Canarias”, el CAAM “escribe una de sus páginas en blanco” o salda una “asignatura pendiente”, al rendir homenaje a la obra, la vida y el legado de esta “figura poliédrica”.
El director del CAAM ha explicado que este trabajo se ha encargado a una “solvente” comisaria extranjera, como es la historiadora suiza y crítica de arte Katrin Steffen, porque se ha querido apostar por una especialista que no estuviera “contaminada” por “sesgo” alguno en torno a su protagonista o a Canarias.
Así, Steffen se ha documentado en el archipiélago durante los dos últimos años y ha hecho un ejercicio de “inmersión” en el mundo de Manrique, a partir de la “fascinación” inmediata que sintió por su obra y por su isla natal, Lanzarote, con la que estuvo siempre tan identificado y que contribuyó a construir desde su amor por “la belleza basada en la armonía entre el ser humano y su entorno”.
Con esos cimientos, César Manrique consiguió “convertir el arte en acción” desde la libertad de un creador que abordó múltiples ámbitos y logró innovar en su época interviniendo también en el paisaje o la arquitectura, como demostró con su vivienda de Madrid, que en los años cincuenta fue una de las primeras casas modernas de la capital española.
Steffen ha resaltado que César Manrique tuvo siempre presente la idea de que “el arte ha de estar al servicio de la vida”, lo que constituyó un planteamiento “singular” en años de un imparable avance del desarrollo turístico en los que, sin embargo, “tuvo el coraje de seguir su camino”, guiado siempre por su activismo medioambiental.
Según ha manifestado su comisaria, la muestra que se exhibe desde mañana y hasta el próximo 29 de septiembre, y que este miércoles han descubierto, en el recorrido organizado para los medios de comunicación, los responsables de la Fundación César Manrique, tiene una estructura modular, de ahí que se pueda visitar sin necesidad de seguir un orden concreto.
En ella destaca tanto un colorido prototipo de la conocida escultura “Juguete del viento”, como un gran mural “un tanto picassiano” que constituye una réplica de los tres que creó, por encargo del arquitecto José María Anasagasti, para el desaparecido Hotel Fénix.
Esta exposición reúne unas 200 obras, entre pinturas, fotografías, bocetos, dibujos, collages, esculturas, muestras de su trabajo como interiorista, intervenciones arquitectónicas, material audiovisual y otros elementos inéditos, como una selección de las más de 500 “espectaculares cartas murales” que, en los años sesenta y setenta, escribió a su amigo el pintor grancanario Pepe Dámaso.