Cuentos que explican un mundo: “La literatura infantil es un recurso afectivo y pedagógico muy potente”

Decía Louise Glück, Nobel de Literatura, que “miramos el mundo una sola vez, en la infancia, el resto es memoria”. Por eso es tan importante que las vivencias de los primeros años de vida, las palabras que se aprenden y cómo se usan, y todas las historias que estén al alcance de los niños construyan valores y herramientas útiles para su propia libertad. Con esta intención, la maestra y psicopedagoga Abenchara Benítez ha escrito La princesa Malena no tenía melena (Apuleyo Ediciones, 2024), un cuento que pone el foco en todo lo que podríamos hacer si no perdiésemos tanto tiempo en lo superficial, incluso con ese tiempo podríamos ser felices.

¿Cómo surgió la idea de escribir este cuento?

Pues curiosamente y al contrario de lo que se podría esperar La princesa Malena no tiene melena no fue cuento creado para publicar, es más, llevaba unos once años guardado en un cajón. Esta historia la escribí como desahogo personal a raíz de cortarme el pelo muy muy corto y la sorpresa que obtuve a la reacción tan negativa que tuvo la sociedad por este hecho expresándola a través de comentarios del tipo; “¿por qué te has cortado el pelo así?”, “Te quedaba mejor el pelo largo.”, o “Ya no me gustas con el pelo corto”. Incluso me llegaron a preguntar si estaba enferma. Todo esto me hizo reflexionar acerca de los estereotipos de género y de la importancia que le damos a la imagen y a cumplir una serie de cánones. El pelo realmente no sirve para nada, podemos estar perfectamente sanos y felices sin él, los aspectos de las personas realmente importantes son otros, pero, sin embargo, nos seguimos preocupando, nos sigue afectando en exceso, seguimos tomando decisiones y relacionándolos, basándonos en este tipo de cuestiones estéticas. Por tanto, la inspiración fue crear una hipérbole poniendo en evidencia esa norma social no escrita que nos esclaviza para hacernos reflexionar sobre ella. 

¿Influyó a la hora de sacarlo a la luz tu vocación docente y tu hijo pequeño, al que se lo dedicas?

Tanto desde mi perfil de docente como desde mi papel como madre siempre he utilizado la literatura infantil como un recurso afectivo y pedagógico muy potente. Bien es sabido que a nuestro cerebro le encantan las historias, en ellas nos podemos ver reflejados y no solo nos ayudan a adquirir competencias lingüísticas, sino sociales, emocionales y a aprender valores porque vivimos situaciones a través de los ejemplos de los personajes.  Además, esta historia pretende ser un medio para fomentar la autoestima desde el valor de la diversidad y también enseñar cuestiones filosóficas a los más pequeños. Por ejemplo, a enfocarnos en lo positivo, en las virtudes que tenemos y en aceptar lo que no podemos cambiar, actuando bien con aquellas cosas en las que sí tenemos control tal y como nos enseñan los estoicos. Malena aceptaba que su pelo no crecía y hacía con su tiempo las mejores cosas que podía hacer, aprovecharlo para vivir y disfrutar.

¿Qué aprendizajes quiere transmitir la historia de Malena?

Pues ya hemos dicho algunas de ellas, como reforzar la autoestima, el amor propio y la diversidad. Por otro lado, quise que apareciera un príncipe, pero cambiando el rol de príncipe de los cuentos tradicionales que rescata a la princesa, ya que ella se hacía cargo de su vida antes de que él apareciera. Al final del cuento sigue siendo ella la protagonista y ayuda con su ejemplo a otras mujeres. Además, el príncipe expresa que le gusta ella por quién y cómo es no por su imagen.

Además, la historia nos hace ver de manera cómica lo que nos cuesta mantener una imagen de belleza; tiempo, dinero, esfuerzo, pérdida de oportunidades… Con esto último me refiero a que seguro que muchas mujeres se han perdido un día de baño en la playa o en la piscina con tal de no estropearse el peinado y confieso que en ocasiones yo he sido una de ellas.  Y, por último, para mí es muy importante reflexionar sobre el aspecto filosófico de aprender a no preocuparse por cuestiones que no están en nuestras manos resolver o carencias sin importancia que nos generan gran insatisfacción porque no las aceptamos. Nos importa demasiado la opinión que otros puedan tener sobre nosotros o nuestra imagen, cuando sería más positivo cuidar nuestra propia conciencia y centrar la atención en lo bueno y en lo que podemos cambiar con nuestro modo de actuar para ser mejores y sentirnos mejor. 

¿Para que qué edad recomendarías este cuento?

Esta es una de las preguntas que más me suelen hacer y realmente me deja siempre pensando en que el cuento de Malena no surgió como una historia infantil. Cuando me invitaron a publicarlo lo volví a leer y pensé que tenía que modificarlo para darle un carácter más actual, feminista y divertido, sin simplificarlo demasiado para que fuera una oportunidad para ampliar el vocabulario de los más pequeños.

En resumen, creo que por las características del cuento es ideal para pequeños entre seis y once años.  Aunque, cuando me preguntan yo siempre digo que es una historia que se puede leer hasta los noventa y nueve años como en los “juegos reunidos”, por hacer un chiste, considero que a los adultos también nos hace falta recordar las lecciones de las que hemos ido hablando. Por otro lado, mi hijo que tiene cinco años escucha el cuento con interés y me lo pide casi todas las noches para ir a la cama. Aunque el cuento demanda capacidades de atención, escucha, creo que, si se les adapta y se le cuenta de forma atractiva, haciendo pausas para mirar las ilustraciones y se les deja hacer preguntas, también es adecuado desde los cuatro años. Debemos tener en cuenta que sin enseñarles explícita y deliberadamente con esta edad conocen estereotipos de género, algo que en mi opinión tenemos que combatir con este tipo de herramientas pedagógicas.  Pondré un ejemplo que muchas personas pueden reconocer; con cuatro años un niño o niña es capaz de afirmar que una chica es más guapa porque tiene el pelo largo, o que lo de llevar coleta es algo de niña y no de niño.