Un nuevo documental desvela algunos de los misterios de la momia más famosa de Canarias
Después de cinco años, el director Regis Francisco López, con la producción de RTVE y Story Producciones, ha terminado una investigación que ha dado como resultado el documental emitido este miércoles en La2 Las momias guanches, una producción que, a su vez, es la continuación de La momia dorada, una primera entrega emitida en 2018 y que se alzó con prestigiosos galardones en festivales de Cannes, Hamburgo y Nueva York.
Esta última producción se centra en estudiar los secretos de las técnicas milenarias de embalsamamiento de los antiguos canarios y desvela muchos detalles desconocidos de la momia guanche mejor conservada del mundo, un elemento que fue clave durante el rodaje de La momia dorada, ya que fue el momento en el que Francisco López y todo su equipo se dieron cuenta de que “había un personaje secundario muy interesante y desconocido en España”.
Ese personaje, precisamente, era la momia guanche, una de las protagonistas del reportaje por ser una de las momias mejor conservadas del mundo. Gracias a los medios facilitados por Quirón Salud Madrid se han podido estudiar estos restos con tecnologías punteras y precisos estudios de ADN, según ha detallado Andrés Carretero, director del Museo Arqueológico Nacional, lugar en el que se conserva la momia.
Uno de los objetivos durante este lustro de investigación ha sido conocer más acerca de los procesos de momificación guanches que se extendieron por todo el Archipiélago hasta mediadios del siglo XV, pero que sucedieron especialmente en Tenerife, donde los expertos hallaron una verdadera intención de momificar, con el más allá como posible aspiración.
El misterio guanche
Esta novedosa forma de momificar se caracteriza por conseguir una perfecta conservación de elementos, como la dentadura, y se diferencia de la técnica egipcia en su conservación de las vísceras en el interior del cuerpo y en una preservación intacta de la musculatura.
El reportaje también incluye hallazgos que ha hecho recientemente la Universidad de La Laguna en el barranco tinerfeño de Herques y de la presunta existencia de una cueva con más de 1.000 momias, un lugar que el aristócrata Luis Román halló en el siglo XVII y del que dejó constancia en sus escritos. Además, fue él quien sacó de aquella cueva, hoy con ubicación desconocida, los restos de la momia estudiada en el documental y que posteriormente fue trasladada a Madrid.
Lo cierto es que estos antepasados canarios están envueltos por el misterio, incluso se les ha llegado a atribuir un pasado vikingo, por su pelo rubio y ojos azules. No obstante, las investigaciones mostradas en el reportaje han podido emparentar a los aborígenes canarios con el pueblo bereber, estableciendo, de paso, una posible explicación a la técnica de momificación guanche, al ser el pueblo bereber vecino del egipcio.
En el análisis de los restos de este pueblo canario, resalta su extremada violencia, que se puede observar en la deformación de los cráneos presente entre el 7 y el 8% de todas las momias analizadas. Sin embargo, el documental esclarece que las muertes más comunes no se producían por fracturas, sino que eran mayoritariamente causadas por sinusitis o infecciones bucales.
La momia mejor conservada del mundo
En Las momias guanches no se detalla la causa exacta de la muerte de la momia aborigen estudiada, pero sí que se le pone rostro por primera vez después de 1.000 años gracias a la pericia del forense Juan Villar. Además, se ha conseguido confirmar que el individuo pertenecía a una clase dirigente y tenía entre 45 y 50 años cuando murió. La antigüedad de los restos se calcula que es de 900 años.
Como dato curioso, el reportaje nos aclara que el pelo que cubría la cabeza de la momia, que durante años había sido un misterio, es en realidad un conjunto de mechones de cabello, tan antiguo como la propia momia, pegados en la cabeza la momia.
Esta momia ha sobrevivido, casi intacta, hasta nuestros días y sirve para conocer mejor los orígenes del pueblo canario, que hoy en día aún conserva entre un 30 y un 40% de relación por línea materna con los primeros aborígenes.
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