El actor argentino Federico Luppi retoma su faceta teatral tras una década de ausencia de los escenarios con El guía del Hermitage, una estremecedora historia que este fin de semana (del 7 al 9 de diciembre) retrata en el Teatro Cuyás cómo la esperanza del ser humano se refugia en el arte y el amor en tiempos de guerra.
Escrita por el autor peruano Herbert Morote y dirigida por el también argentino Jorge Eines, la obra retrata los últimos años de Pavel Filipovich, un guía que realizó visitas nocturnas y clandestinas por la afamada pinacoteca durante el asedio que vivió la ciudad de Leningrado -actual San Petersburgo-, por parte de los nazis y que se prolongó cerca de 900 días.
El reparto de El guía del Hermitage lo completan Ana Labordeta y Manuel Callau, dos actores con un grueso currículum sobre el escenario, y configuran, junto a Luppi, un triángulo escénico que convive “con el hambre, el frío y la incapacidad de responder de manera eficaz y efectiva”, ante una situación “psicológicamente extrema y miserable”, señala el actor argentino. La obra “trata con hondura y simpleza el mundo de las fantasías y los sueños, la ilusión y la esperanza; el texto reflexiona sobre el sueño como emblema humano”.
“No se puede vivir sin sueños”, añade Luppi. El “maravilloso” texto de esta obra y “el extremo humano” al que se ve sometido su personaje convencieron a Luppi de volver a los escenarios.
“Sin miedo a los sueños”
Por su parte, Jorge Eines se sintió seducido “por el amor y la entrega de la obra”, en la que se sorprendió al encontrar un personaje principal “sin miedo a los sueños, un elemento difícil de hallar”. En palabras de Jorge Eines, estas criaturas, que se asoman desde el vacío del museo y del horror, “se inventan a cada instante un poco de amor para olvidar la tragedia”.
Antes de que los alemanes completasen el cerco a la ciudad rusa, el gobierno soviético logró enviar a los Urales todas las obras de arte depositadas en el museo Hermitage (antes Leningrado). Un guía de esa histórica pinacoteca, viejo y enfermo, decidió clandestinamente continuar las visitas guiadas y explicar los cuadros que ya no colgaban de sus paredes con tal pasión y destreza que los visitantes acababan por verlos, apreciarlos y comentarlos.
La pieza teatral recrea el drama del guía Pavel Filipovich -idealista, apasionado y culto- al tratar de convencer que veía esos cuadros tanto a Igor, el guardián del museo -escéptico y con los pies en la tierra- como a su esposa, Sonia, miembro del Comité de Defensa, preocupada por la salud mental y física de su esposo, y por mantener la moral de pueblo sitiado. En la obra, los seres conviven “con el hambre, el frío y la incapacidad de responder de manera eficaz y efectiva ante una situación psicológicamente extrema y miserable”, avanza Luppi.
El actor de Un lugar en el mundo hizo hincapié en que los personajes “luchan en el intento posible de que la vida tenga sentido y se aferran a las creaciones que son el edificio en el que se construyen las ilusiones, aunque a veces se hayan tomado como un síntoma de locura”.
Música de Shostakovich
El montaje cuenta con escenografía de Jose Luis Raymond, la iluminación de Juan Gómez Cornejo, y el vestuario de Ikerne Jiménez, mientras que la música está basada en la sinfonía que el músico ruso Dimitri Shostakovich compuso durante el asedio de la ciudad, que duró 900 días y acabó con la vida de una tercera parte de su población.
Herbert Morote, que logró con El guía del Hermitage el premio Ciudad de San Sebastián, escribió este texto en el que se aúnan la densidad cultural y lo emocional, basándose en algo real y cuya escritura se originó en un viaje realizado a San Petersburgo.
La pieza revela cómo “realidad, ilusión y fantasía muchas veces son sinónimos”, explica Morote. Y así, mientras el drama se desarrolla y las divergencias aumentan, se muestra que “la amistad y el amor crecen para enfrentarse juntos a la tragedia” y que, en numerosas ocasiones, “uno no puede compartir determinadas cosas y dolores...”, añade el ensayista peruano.