MADRID, 15 (EUROPA PRESS)
Los Layabouts reinician, después del periodo navideño, la gira de presentación de su segundo disco, '...And they ran into the woods', con el que abandonan el sonido electro de su álbum debut y se adentran en un contundente rock. Un trabajo autoproducido bajo su propio sello, cuyo nombre (Homeless) expresa un estado de ánimo y una voluntad al mismo tiempo.
Los Layabouts nacen en octubre de 2005, casi por casualidad, cuando sus miembros -Jon (bajista y cantante) Javi y Rober (guitarras) y Victor (batería)- deciden ensayar juntos para tocar toda esa música que sus respectivos grupos no les permiten.
A base de ensayos y conciertos nace su primer disco, 'Layabouts' (2007) con un “poso rock”, pero con ciertos sonidos de electrónica y baile que les colgaron el “sanbenito de indie-rock bailable”. Aquello acabó por meterles en un ambiente que no les convenció.
“Había mucho moderneo y a la gente la música le importaba dos duros. Indie ya no significa lo que es, ahora define un tipo de música y una moda”, explica, en una entrevista con Europa Press, Jon, que cree que “el indie de toda la vida”: autoeditarse y hacer “un tipo de música no comercial a primera vista”.
Por ello decidieron, para su segundo lanzamiento, montárselo por libre y huir de las etiquetas. “Hicimos lo que queríamos un disco de rock bastante contundente, con guiños al rock clásico de los 60 o 70, con referencias el grunge o incluso al postpunk”, señala una banda que cita como influencias Queen of the Stone Ages, The Kinks o The Animals.
“NO CANTARÍA FLAMENCO EN ALEMÁN”
Fueron esas influencias musicales las que, ya desde el principio, definieron el idioma de su música. “Lo nuestro es un tipo de rock que pide el inglés. Se puede hacer rock en castellano, pero tiene incluso otro sonido. A lo mejor suena radical, pero yo no cantaría flamenco en alemán”, señala Jon.
Eso sí, reconoce que existe cierto “déficit” en el público español a la hora de escuchar grupos en inglés, aunque, con optimismo, dice que “en diez años la gente será bilingüe”. “En cualquier caso, se da demasiada importancia a las letras, no se concibe la voz como un instrumento más, la historia a veces es secundaria”, añade.
'..And they ran into the woods' es un disco que quedó definido, además, por “la oscuridad y la neblina” que el enclave de los estudios Garate (Guipúzcoa) ejerció sobre la banda. “Este disco ha sido correr hacia el bosque como un acto instintivo, como para escapar de nuestro sonido anterior o internarnos en lo desconocido”.
“No queríamos que nos vieran como unos chavales con pitillos y sin mucha credibilidad. Por eso este disco ha sido un paso de maduración para el grupo: encontrar lo que queríamos decir y cómo y demostrar que somos unos tipos serios que queremos estar muchos años haciendo música seria de verdad”, argumenta el cantante.
Según Jon, mientras el punto flojo de la banda es precisamente esa “cabezonería” que les lleva a hacer lo que quieren en todo momento; su punto fuerte es precisamente el directo. “Estoy harto de ver grupos de chavales como nosotros que supuestamente están cumpliendo un sueño y ponen cara de 'me gustaría estar en caso jugando a la consola'. Nosotros salimos a darlo todo para dar un espectáculo más allá de la música”.
Unos directos “de toda la vida” que reanudan este viernes 15 de enero en una nueva gira por toda España.
“LA MÚSICA ES PARA QUIEN LA ESCUCHA”
En cuanto al panorama actual de la industria musical y la polémica Ley de Descargas, Jon cree que “la música es de quien la hace para quien la escucha”. “Queremos hacer canciones, que la gente las escuche y venga a verlas en directo, cualquier cosa que haga que ese proceso sea minimamente tortuoso hemos decidido eliminarla”, sentencia.
“Es un error pelearnos por Internet cuando debería ser una herramienta para unir”, señala el bajista, que considera que “las discográficas llevan mucho tiempo comiéndose todo el pastel”. “Como se lo comían todo tenían más para dar a los grupos y para invertir en gente joven, y ahora no lo tienen”, argumenta.
“Con Internet se puede llegar a convivir, pero hay que repartir. Las discográficas no quieren repartir y antes de llegar a una solución en la que van a perder dinero se van a agarrar al clavo y no se van a soltar. Va a haber que arrancarles el brazo”, remacha Jon, que cree que se debe regular Internet para que el usuario “tenga acceso gratis a la música”.
“El Gobierno en vez de preocuparse de perseguir a los internautas debería preocuparse de que en cada ciudad hubiera tres o cuatro salas de conciertos con una buena programación donde se cobraran unos precios interesantes y los grupos pudieran se contratadas por caché. Que la gente se baje el disco gratis, pero que al grupo se le asegure que va a tener unas instalaciones adecuadas para tocar”, opina el músico.
“Si se fomentan los conciertos los artistas se van a callar”, señala el cantante, que afirma que los “grupos llevamos muchos años viviendo del directo”. “Lo más triste de todo -concluye- es que parece que se está matando a la industria en un momento en el que más música se escucha”.