El pasado domingo tuvo lugar en el marco del mundial de fútbol un sonoro empate entre España y Alemania del que se hizo eco el lunes hasta la prensa del país de nunca jamás. Sin embargo, poco se habló de que, en paralelo, un glorioso gol a puerta dejaba el listón de España en la cúspide, gracias a la jugada maestra de un equipo nacional que demostró todo su potencial. No lo hizo en un estadio, sino en El Estadio de primera división internacional de la Música: Viena.
Hablamos del manejo de figuras redondas, que también se diseñan en la cabeza pero que se manejan con con las manos y no con los pies. Hablamos de una compleja creación musical, de un joven (en cuerpo será, porque su alma suena muy experimentada) compositor español, Alberto Carretero.
El pasado domingo, mientras me parece que son doce señores representando a España se batían en duelo futbolístico contra Alemania, Alberto Carretero marcó en el Teatro Odeon de Viena un gol de oro con el estreno absoluto de su ópera Renacer. Es su primera vídeo-ópera para voz, ensemble, electrónica y vídeo, con libreto de Francisco Deco, interpretada por espectacular Ensemble Phace dirigido por un no menos espectacular Nacho de Paz, acompañado por una indescriptiblemente bella traducción de la música a imágenes, o visualización del proceso sonoro, o película psicodélica, o como pueda llamarse esta genialidad de Miguel Alonso (Cyan Animática) basado en pinturas de Juan Lacomba, y last but not least la voz. La voz y el arte de hacer uso de la misma, de la soprano Johanna Vargas (reverencia).
Alberto Carretero, que no conforme con ser compositor también es ingeniero, musicólogo y periodista, haciendo uso de sus pasiones y en una simbiosis única, nos explica con todo lujo de detalle como se origina la vida. Sí, sí. Todo eso que estudió en la carrera de biología nos lo muestra Carretero traducido en música, en sonidos, en imágenes, a través de la voz humana.
Con todos estos medios nos cuenta que el proceso vital no es uno, sino que son muchos. Que la vida fluye, se transforma. Que la vida tiene muchas frecuencias, que la vida es luz, oscuridad, pausa y movimiento. Que la vida se extingue en el preciso instante en el que comienza a renacer y nace con furia camino de un nuevo cambio e intenciones. Volver a nacer. Alberto Carretero lo muestra con tanta intensidad que consigue arrastrar a nuestras células a sintonizarse con este fabuloso viaje al interior de nosotros mismos, incitándonos a dejar caer las células muertas, a generar nueva vida, a vibrar en sintonía con la naturaleza que somos, con tanta intensidad, conocimiento y maestría nos muestra este complejo proceso, que juraría que hasta pudimos percibir el aroma del renacer.
Pero Alberto Carretero no estaba solo para guiarnos a través del claroscuro mundo de la creación en todos los sentidos. Junto a él, y en primera línea de campo, estaba Nacho de Paz, dirigiendo con alta precisión y maestría al magnífico ensemble austríaco Phace, a la vez que nos daba en le misma entrega una clase magistral de dirección orquestal, mostrando cómo se gestiona la coordinación a golpe de muñeca, extensión de brazo, gesto corporal y miradas, incluso hasta de reojo a orquesta, cantante y vídeo, de tal manera que hasta las imágenes le seguían sin rechistar.
Phace estaba feliz de ser conducido con tanta firmeza y seguridad a través de tan compleja partitura, mientras que una impresionante Johanna Vargas exponía sin límites todo lo que la voz humana es capaz de expresar y de dar de sí. Brillo, opacidad, textura, ternura, color, horror, angustia, liberación, graves, agudos, gritos sordos, sonoros silencios, certificación de que no le falta a Johanna nada que no domine de la técnica vocal. Impresionante, era lo menos que se escuchaba al finalizar este sobrecogedor viaje al centro de nosotros mismos.
Y por supuesto, Miguel Alonso que se manifestó en una espectacular obra de arte audiovisual para la cual debió haber escuchado a Alberto y su creación musical con la mayor atención posible, pues no faltó movimiento, motivo pictórico, luz brillo ni color que no concordara además junto al expresivo y complejo texto de Francisco Deco.
Esto sí que de verdad es coordinar entre todo un equipo de primera división una jugada maestra que dio como resultado el gol a puerta en la mejor portería que un equipo de artistas pueda desear, la ciudad de la música por excelencia, Viena, y en el marco de la primera liga de Festivales de música contemporánea, Wien Modern.
Mi enhorabuena a todo el equipo, mi admiración a la creación de esta ópera mas futurista que contemporánea. Solo deseo que la obra con todo el elenco de artistas viaje de teatro en teatro, de ciudad en ciudad, y que muchas personas tengan la suerte de poder disfrutarla. También espero que la próxima vez que suceda un acontecimiento de este calibre con un equipo español de tanto talento, nuestro país, también hable de ello.