Astou Ndour despidió ayer su cuarta competición oficial con el equipo nacional de baloncesto femenino con la medalla de oro y su elección como mejor jugadora del Eurobasket, tras la victoria ante Francia (86-66). Senegalesa nacionalizada española en 2011 por carta de naturaleza, Ndour no se ha bajado del podio desde que juega para España. Su éxito solo puede entenderse por la labor de Begoña Santana y Domingo Díaz, el matrimonio sin el que no puede explicarse la eclosión del baloncesto femenino en Gran Canaria, primero en el desaparecido Casa de Galicia y luego en el CB Islas Canarias.
Begoña y Mingo hicieron del baloncesto de formación un modo de vida. Tan poco lucrativo y reconocido como exitoso en lo deportivo, a partir de una cancha imposible en el barrio de Escaleritas —y recordada por cualquier rival por la presión de jugar en un patio de manzana con las ventanas de las viviendas como improvisados palcos— y ahora en el pabellón de La Paterna, del trabajo de Santana y Díaz salieron hasta once internacionales absolutas. Aquella lista que abrió en 1985 Puri Mbulito la cierra —por ahora, porque en el trampolín para ser la duodécima está Iris Junio, hija que es de Mbulito— Astou Ndour Barro, la hija adoptiva de 1,98 metros que nunca imaginaron tener Begoña y Mingo.
Ndour recordó hace unos meses, en un libro sobre las baloncestistas canarias internacionales con España editado por la Federación Tinerfeña, su llegada al Spar Gran Canaria, con 14 años, mediado el curso 08-09. “Desde el primer día, Mingo y Bego no se comportaron sólo como técnicos, sino como padres. Supieron que llegaba en una edad especial y me hicieron trabajar duro, pero con el aliciente de no ponerme límites. Además, para mí todo era nuevo a nivel cultural... pero encontré gente amable y cariñosa”, explicaba.
El elogio se entiende a partir de las condiciones de Ndour cuando arribó a la Isla. Con 58 kilos (veinte menos que su peso actual) sufría un proceso de anemia severa que invitaba a devolverla a su Dakar natal. “Fueron días duros porque yo llegué muy mal físicamente, pero no sólo se centraron en que mejorara en la pista, sino que me guiaron en otros aspectos para que me encontrara mejor”, recordaba menos de diez años después quien ahora puede presumir de haber jugados cuatro cursos en la WNBA, además de triunfar en el básket europeo.
Lo que vino después de aquellos desconcertantes días de 2009 es una mezcla de aprendizaje y éxitos repetidos en los que se adivina la dirección de partido de Domingo Díaz y el trabajo entre semana de Begoña Santana… el “trabajo y trabajo” al que alude cualquier jugadora que haya pasado por la factoría del Spar Gran Canaria. Ndour asombró primero con un mate a dos manos en un Campeonato de España que dio la vuelta al mundo y luego encadenó una gesta tras otra con su club, con las selecciones inferiores y, al fin, con la absoluta.
Así hasta hoy, cuando, con 24 años, tiene por delante una década en la que está llamada a tomar el relevo de Sancho Lyttle —también nacionalizada, con la que no puede coincidir en torneos oficiales como ocurre con Mirotic e Ibaka en la selección masculina— y de un grupo que ha hecho de la captura de preseas olímpicas, mundiales o europeas su pesca habitual. Probablemente lo hará, como apuntan los gurús del baloncesto nacional, acompañada por el talento natural de Iris Junio Mbulito.
La hija de Purificación Mbulito Upolo, la una, y la hija de Begoña Santana Tejera y Domingo Díaz Martín, la otra. Ndour, Astou, de la anemia al empacho de medallas.