LPA rompe con las dinámicas del turismo tradicional en Canarias y se consolida como un destino con identidad propia
El destino turístico Las Palmas de Gran Canaria (LPA, como tiene establecido su Ayuntamiento) generó una cifra cercana a los 437 millones de euros durante 2017. Y las previsiones que se manejan para 2018 apuntan a que ese monto aumentará. El año pasado, se alojaron en la ciudad 416.442 viajeros y viajeras que contrataron un total de 1.551.613 noches de hotel o apartamento. No es una cifra baladí, ni mucho menos. El turismo que eligió la capital supuso el 9,07% del total de visitantes que llegaron a Gran Canaria. Durante los seis primeros meses de 2018 el número de visitantes alojados en la ciudad fue de 232.275 frente a los 223.364 de 2017, lo que supone un 4,12% más. Todo hace indicar que esos 437 millones del año pasado se superarán el próximo 31 de diciembre. La capital grancanaria es, ya sin duda alguna, un destino con dinámicas propias; es la gran baza de Canarias para conquistar ese turismo urbano que escapa al binomio clásico de sol y playa. Un perfil de turista que deja mucho más dinero en la economía local que el tradicional y que consume cultura, gastronomía y se deja buenos dineros en las tiendas locales. En estas estadísticas no se contempla el gasto de cruceristas (985.662 el año pasado) o de los turistas alojados en el sur que visitan la ciudad en excursiones.
Hay dos magnitudes que ponen de manifiesto que el sector turístico en la capital grancanaria se comporta de manera independiente al del resto de la isla. El primero es el factor de estacionalidad, mucho más marcada en el destino Gran Canaria que en Las Palmas de Gran Canaria. Según datos del Ayuntamiento capitalino, en los meses de mayo y junio de 2018, periodo tradicionalmente coincidente con la temporada baja, se produjo un incremento del 7,7% en el número de viajeros respecto al mismo periodo del año anterior: los datos a nivel insular registraron un descenso del 0,18% (587.340 turistas en 2017 frente a los 587.340 de 2018). Los visitantes de mayo y junio en Las Palmas de Gran Canaria suponen el 16,56% del total anual y en el destino Gran Canaria, estos dos meses aportan el 14,98%. La capital no sólo minimiza el factor estacional sino que no encaja el descenso generalizado de turistas que ha afectado a Canarias (-2,1% sólo en turismo internacional) y, en particular, a Gran Canaria (ese -0,18%).
El otro factor que diferencia al destino Las Palmas de Gran Canaria es el de gasto por turista y día, que es el más alto del Archipiélago. Según el Istac, el nivel de gasto por turista y día en 2017 en la capital fue de 160,58 euros: en Canarias este indicador baja hasta los 140,2 euros y en Gran Canaria se sitúa en 145,4. En este punto hay que diferenciar el gasto en origen (compra de pasajes, alojamiento vía web o paquetes turísticos) y el gasto en destino. Este último también posiciona a la ciudad como destino líder en Canarias: 57,31 euros por los 39,03 de Canarias y los 42,35 de Gran Canaria. Según el Istac, cada turista que visitó la ciudad gastó una media de 1049,14 euros; 665,09 en origen y 374,04 en destino. Diferenciar entre estos dos conceptos es complicado. La compra de paquetes turísticos y contrataciones de noches de hotel o apartamentos a través de página web tienen un impacto directo en destino a través de porcentajes de facturación, sueldos, impuestos y tasas. Así que esos más de 155 millones de euros de gasto en destino se quedan cortos en una estimación de impacto en la economía real de la ciudad. Dinero que se empleó para pagar facturas de restaurantes, entradas a museos, compras en tiendas de moda o trayectos en taxi.
“Estamos en un momento histórico en el que nos hemos posicionado ya como un destino urbano muy vigente”, señaló Pedro Quevedo, concejal de Turismo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Hasta quince nuevos hoteles en apenas dos años. El boom del turismo urbano está plagando el callejero de la ciudad de nuevos alojamientos tradicionales y pequeños establecimientos boutique que están elevando de manera notable el nivel de la planta local. Según datos del Gobierno de Canarias, en la ciudad, a cierre de 2017, había 11.617 camas turísticas (6.299 hoteleras y 5.372 extrahoteleras). En 2014, las plazas hoteleras y extrahoteleras sumaban 7.572. El incremento ha sido del 54,13%. Pero ha sido muy desigual: las plazas hoteleras se incrementaron un 3,7% -en 2018 las cifras serán mucho mayores- y las extra hoteleras un 258,61% (de 1.498 a 5.372). A esto hay que añadir las viviendas vacacionales (unas 1.200 según estimaciones municipales).
Paco Monzón y su pareja son un ejemplo paradigmático de esta nueva edad de oro del turismo en la ciudad. La crisis los expulsó hacia Noruega, dónde trabajaron en el sector petrolero. El fruto de su trabajo en tierras nórdicas es Veintiuno, un pequeño hotel netamente urbano situado en el barrio de Vegueta. “Montar un hotel boutique siempre fue nuestro sueño”, comenta este emprendedor que aclara que el proceso no es, ni mucho menos, fácil. Tardaron más de un año y medio en lograr el cambio de uso del inmueble (una casona histórica) y los permisos para abrir el negocio, un proceso demasiado largo que para un inversor pequeño puede significar que te plantees seguir adelante. Muchos se echan atrás“, señala. Pero el resultado es una de las grandes sorpresas de este año: abrieron en junio, ”en plena temporada baja“ con una ocupación media del 40%; este mes tienen el 80% y una cada vez más sólida reputación online que augura éxito a corto plazo. El establecimiento ha creado siete puestos de trabajo.
La apertura de nuevos hoteles urbanos ha sido constante en los últimos dos años. Y hay nuevos proyectos en marcha. Algunos de pequeños establecimientos con capital local. Otros son grandes inversiones que vienen avaladas por grandes marcas del sector como Silken, que hace escasas fechas anunciaba la apertura del proceso de selección de personal para su nuevo establecimiento de la playa de Las Alcaravaneras. El Silken Saaj será un establecimiento boutique de cuatro estrellas y 66 habitaciones con equipamientos de primer nivel (saunas, salas deportivas, terraza, restaurante abierto al público…). “Es el momento de hacer una reflexión seria para no morir de éxito”, asegura Pedro Quevedo. “Estamos en un momento en el que cerramos un año con más turistas alojados que habitantes y eso requiere ponerse a pensar a medio y largo plazo. Partimos de una premisa fundamental: lo que es bueno para el turismo debe ser bueno para los vecinos y vecinas de la ciudad. Ya hemos visto que sacrificar cosas por el turismo al final termina pasando una factura demasiado alta”, señala el concejal de Turismo de la capital.
Quevedo incide en que hay que concienciar al sector en un objetivo claro: conciliar los intereses del turismo y los de la ciudadanía. Y eso pasa por “no crecer de cualquier manera”. “Debemos evitar cometer los errores que se han cometido en otros lugares. Nuestra principal baza somos nosotros mismos; lo que nos diferencia como ciudad”. Las Palmas de Gran Canaria, dice, debe huir de modelos que acabarían desnaturalizándola. “El turismo no es ni bueno ni malo; puede ser un aliado para nuestro modelo de desarrollo, pero eso depende de cómo lo enfoquemos y de apostar por la calidad y la sostenibilidad”, advierte el edil capitalino. Problemas como el alquiler vacacional descontrolado, “que perjudica al sector profesional y a los propios ciudadanos” y el riesgo de masificación son el principal riesgo del destino europeo de moda. No lo decimos nosotros. Lo dicen los que saben de esto. “Mirar lo que ha pasado en otras ciudades de España es crucial para no cometer errores”, finaliza Quevedo.