Cinco claves para conseguir la medalla de oro
El incontestable primer puesto de Estados Unidos en la recién terminada Copa del Mundo de Baloncesto estuvo propiciado por un concienzudo trabajo que se inició hace justo una década, tras el ‘fracaso’ de los JJ OO de Atenas, en los que acabó con la presea de bronce colgada del cuello. Anteriormente, el ridículo del Mundial de Indianápolis en 2002, en el que solo puedo ser 6º, le hizo tocar fondo. Hoy vuelve a dominar el baloncesto mundial (dos oros olímpicos y dos mundiales consecutivos) gracias a cinco aspectos fundamentales.
1.Planificación. Los triunfos de Estados Unidos mencionados en líneas anteriores suponen la victoria de la planificación y el trabajo bien hecho. Desde la llegada del legendario Mike Krzyzewski al programa de USA Basketball, el equipo apenas cedió un partido oficial, el de las semifinales contra Grecia del Mundial de Japón, que ganó España. De 53 victorias totales, 45 vienen de forma consecutiva a partir de aquel día en el gigantesco pabellón de Saitama. Sus jugadores, en el ciclo previo a cada competición, se enfrentan a exigentes concentraciones y a un plan de trabajo trazado al milímetro, con entrenamientos y encuentros periódicos en ciudades como New York o Las Vegas. Se acabó aquello de reunirse sin más un par de semanas antes de cada torneo importante. De aquellas humillantes derrotas surgió el compromiso posterior, al menos para los Juegos Olímpicos, de Kobe Bryant, LeBron James, Kevin Durant, Carmelo Anthony, Dwayne Wade, Dwight Howard…
2.Scouting. “El jugador número 7 de Grecia nos ha hecho mucho daño.” Con esta frase sorprendió al Mundo del baloncesto Coach K tras aquella derrota contra el combinado heleno. Aún hoy continúa siendo incomprensible que un equipo de trabajo con tantos medios como el de USA no supiera que ese jugador era un tal Spanoulis. Además, ese día Schortsianitis le ofreció un clínic sobre la ejecución del pick and roll a jugadores como Dwight Howard, Elton Brand o Chris Bosh. A partir de ahí surgió un trabajo concienzudo de scouting aún más evidente este año, cuando las ausencias de varias de sus estrellas ‘igualaron’ la competición. Tom Thibodeau, entrenador de Pau Gasol en su nueva aventura de los Chicago Bulls, era el encargado de la parcela defensiva. Su trabajo fue perfecto. Ante las ausencias de jugadores como Durant o Carmelo Anthony, que ocupaban ese papel de ‘4’ abierto que tanto se destila en el baloncesto FIBA, Krzyzewski sabía que necesitaba más músculo que nunca para medirse con España en la final, de ahí de que rodeara a Davis de Cousins, Faried o Drumond pensando precisamente en ese partido. Ni siquiera le hizo falta. Este año, además, le benefició un calendario benévolo.
3.Compromiso, superación y reivindicación. Sin entrar en fondo y formas, los ciudadanos de Estados Unidos son un ejemplo de amor y compromiso por su país y una bandera. También en el caso del baloncesto, aunque son tantos los agentes externos que intervienen que no basta simplemente con querer jugar en la selección. Sin contar el caso de Paul George, alero estrella de Indiana Pacers cuya lesión durante la preparación de la Copa del Mundo estremeció a todo el planeta, con el resto de ausencias por mil y un motivos se podrían haber configurado al menos dos selecciones de talento infinito y medalla de oro asegurada. La lista es interminable: Kobe Bryant, LeBron James, Kevin Durant, Carmelo Anthony, Dwayne Wade, Dwight Howard, Kevin Love, Blake Griffin, LaMarcus Aldridge, Chris Bosh, Kawi Leonard, David Lee, Rusell Westbrook… Así, es destacable el compromiso de otras súper estrellas como Harden, Davis (los únicos que repetían de los Juegos de Pekín), Curry, Irving o Derrick Rose, que llevaba dos años prácticamente en blanco por sus maltrechas rodillas. Para ellos y el resto de compañeros cada partido, amistosos incluidos, era una oportunidad de reivindicarse al mundo, de demostrar que ellos también merecían la medalla de oro tras generarse una y mil dudas en torno a ellos. Así lo hizo, por ejemplo, Irving en la final: 26 puntos y 6/6 en triples.
4.Espectáculo. A muchos niveles, nadie parece tener la capacidad de Estados Unidos para vender sus bondades al resto del mundo. En su concepto de deporte, como también en la NBA, prima siempre el espectáculo en el sentido más propio de la palabra, y por eso cada partido es una fiesta. Dentro, fuera, en los alrededores y más allá de la cancha. Tan conscientes como son sus jugadores de que es lo que realmente gusta al espectador, no desaprovecharon ninguna oportunidad de reventar el aro rival, encestar triples en carrera o dar asistencias más propias de un videojuego. Decía Michael Jordan que debía darlo todo en cada el partido, intentar ofrecer cada noche el máximo de su marciana capacidad, pues en cada pabellón habría muchas personas que a lo mejor solo podían verle jugar una vez en la vida. Y ese es precisamente uno de los mensajes que más caló en tipos como Harden, Curry, Irving o Faried. De ahí su entrega superlativa en cada partido, lo cual también es una muestra de respeto máxima hacia su rival de turno. Siempre que sus fortísimas medidas de seguridad lo permitían, se mezclaban también con los aficionados, como en Playa del Inglés o jugando a los bolos o montando en motos acuáticas en Barcelona. Vamos, lo que se conoce como “vender el muñeco”.
5.Superioridad física y de talento. Estados Unidos reventó cada de uno de sus partidos amparado en una superioridad física conmovedora. Los esculpidos músculos de sus baloncestistas apenas obtuvieron respuesta, notándose la diferencia especialmente en defensa. Les bastaba con cerrarse atrás para convertir su aro en la cima del universo, tan difícil como era acceder a él. Después, con toda la cancha para correr, parecían locomotoras a todo trapo. Asimismo, la intensidad de Faried, Davis, Cousins o incluso Rudy Gay hacía que ganar la partida del rebote fuera para ellos un juego de niños, y así es casi imposible de superar. Aparte, su talento en ataque estaba varios, o muchos, escalones por encima de cualquier rival, especialmente por la destreza de Curry, Rose, Irving o Harden, en los que se reparó menos de lo debido por las cacareadas ausencias. Y eso que, por talento y contratos, forman parte de la súper élite de la NBA con todo el derecho del mundo. Una revelación bien pudo ser Klay Thompson, elegante tirador de los Golden State Warriors. Solo España parecía capaza de contrarrestar tantas y tantas virtudes en un partido que nunca se jugó. ¿Qué hubiera pasado? Pasapalabra…