Sobre este blog

HELSINKI DESDE DENTRO

Toda ciudad tiene dos vertientes; es decir, la que se ve a simple vista, y la que se conoce cuando se vive en ella. Este blog quiere contar lo que sucede en esta ciudad nórdica, tratando de no recorrer los lugares comunes tan del gusto de las guías turísticas. Y todo ello, en lengua castellana.

NIGHT VISION BACK TO BASIC 2019. PELICULAS PEQUEÑAS, PERO IGUALMENTE VÁLIDAS.

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Primer acto: The Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot. The Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot.

(Robert D. Krzykowski. Estados Unidos, 2019)

Filmkino (FK): Cuando estaba viendo la película no pude evitar pensar en algunos de los grandes personajes creados por Sam Peckinpah; es decir, el mayor Amos Dundee (Charlton Heston); Bennie (Warren Oates); Deke Thornton (Robert Ryan) y, por supuesto, Pike Bishop (William Holden). Todos ellos, al igual que el personaje que interpreta Sam Elliott, Calvin Barr, están viviendo un tiempo prestado y solamente tratan de sobrevivir hasta que les llegue el momento de dejar este mundo.

Robert D. Krzykowski (RDK): ¡Exacto! Ése es el espíritu que le quise dar al personaje de Sam (Elliott). Para mí, él representa, mejor que nadie, ese estilo crepuscular que Sam Peckinpah le otorgó, con sus guiones y con su forma de dirigir, a todos esos personajes que has nombrado. Puede que Calvin Barr sea un heredero directo de Pike Bishop en Grupo Salvaje. Una vez que el gobierno viene a pedirle que se haga caso de “otro asunto”, tan complejo o más que el anterior, la actitud de personaje interpretado por Sam Elliott es la misma que puso William Holden cuando el resto de sus compañeros le proponen ir hasta el cuartel general de Mapache, para rescatar a su compañero Ángel. La batalla final en Agua Verdes en Grupo Salvaje es como el enfrentamiento entre Calvin Barr y el mítico Bigfoot; es decir, a muerte y sin un futuro para ninguno de los implicados.

The Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot

© 2019 Epic Pictures & Title Media.

De esta forma tan clara y directa empezó la conversación que mantuve, durante su estancia en la ciudad de Helsinki, con el director Robert D. Krzykowski, guionista, productor y director de una película tan carismática, atípica e interesante como The Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot. Sobre el papel, una película como ésta debía aportar bien poco al imaginario del cine de género dado que, el título, por una vez, no engaña lo más mínimo.

Sin embargo, este proyecto tan personal, desarrollado a los largos de años antes, siquiera, de ser un guion cinematográfico, esconde todo un largo proceso de aprendizaje, tanto en el apartado técnico como en el argumental, sobre todo en este último y basta con ver las imágenes de la película para darse cuenta.

FK: Lo primero que me sorprendió, además del título, fue la atmósfera y el carisma del personaje, muy alejado del estereotipo de héroes, salvo en el caso de Lobezno.

RDK: ¡Vaya! Veo que hablamos el mismo idioma (risas). Sí, la verdad es que Calvin Barr es, en buena parte, un Lobezno ya maduro, con algún toque de Nicholas Furia y los sentimientos de una persona con altísimo sentido de la responsabilidad. Su empeño por hacer las cosas bien es tan alto que su vida ha estado siempre condicionada por ello.

FK: Sin querer quitarle importancia al trabajo del director, ¿qué se le puede decir a un actor tan veterano y curtido en mil batallas como lo es Sam Elliott?

PDK: Si te soy sincero, poco. Su contribución fue fundamental para darle esa aura de fragilidad y entereza que demuestra en cada plano. Lo cierto es que Sam (Elliott) entendió lo que yo quería contar en esta especie de cómic para adultos y supo llevar al personaje más allá de lo que ponía en el guion original.

Calvin Barr (Sam Elliot) en la película The Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot © 2019 Epic Pictures & Title Media.

FK: ¿Se cambiaron muchas cosas?

PDK: No, en esencia el guion que se rodó es el mismo que escribí, después de varias revisiones. Hubo que cambiar cosas por problemas de presupuesto y por cuestiones de la agenda de trabajo, pero, lo que ves, es lo que yo escribí, salvo por esos detalles y por los comentarios que Sam (Elliott) y el resto de los actores me pudieron sugerir en algún momento de la preparación del rodaje.

FK: ¿Y qué se siente cuando se reinventa la historia?

PDK: Soy de los que piensa que, si algo como lo que se cuenta en la película hubiera sucedido, las cosas tampoco hubiesen cambiado mucho. Para un pueblo como el alemán de la época, Adolf Hitler significó mucho en un momento. No obstante, cuando empezó la guerra, las cosas cambiaron y lo que quería todo el mundo era sobrevivir. Quizás por eso Calvin Barr está tan decepcionado, dados los enormes sacrificios que hizo por su país y cómo terminó todo. El tiempo, como les ocurre a los personajes de Sam Peckinpah, termina por arrinconar a una persona que acabó con uno de los mayores asesinos del mundo contemporáneo y, ¿para qué? ¿Para que luego se declarara una Guerra Fría y las cosas fueran aún peor?

Calvin Barr durante la Segunda Guerra Mundial (Aidan Turner) en la películaThe Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot © 2019 Epic Pictures & Title Media.

FK: Más o menos lo que está ocurriendo en los Estados Unidos de América en estos momentos…

PDK: Sí, más o menos lo mismo. Cuando hay posibilidades de que las cosas puedan cambiar, siempre llega alguien que se empeña en tratar de hacer lo contrario. Es lo mismo que ocurre en la película. El gobierno que le dio de lado es quien vuelve a recurrir a Calvin (Barr) para que solucione un nuevo problema, enviándolo a una misión más suicida que cuando le asignaron acabar con la vida del canciller alemán.

FK: Los gobiernos son más higiénicos que las salas de operaciones de los hospitales… Se pasan la vida pidiendo cosas, pero ellos nunca se manchan las manos y, menos aún, aceptan sus responsabilidades.

PDK: La única persona que es consciente de los enormes sacrificios a los que ha tenido que hacer frente Calvin (Barr) durante buena parte de su vida es su hermano Ed (Larry Miller). El resto de las personas, incluyendo los agentes que quieren reclutarlo para detener la amenaza que supone un virus que, según ellos, puede acabar con la vida del ser humano, y cuyo responsable es el Bigfoot, ni siquiera se lo han planteado. Todo se les va en alabar el pasado de Calvin (Barr), una especie de Steve Rogers, por tener la misma graduación que el “Capitán América” y por ser inmune al mortífero virus, al igual que Rogers, quien fue inoculado con el suero del súper soldado, durante la Segunda Guerra Mundial.

Calvin Barr (Sam Elliot) y su hermano Ed (Larry Miller) en la película The Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot © 2019 Epic Pictures & Title Media.

FK: Imagino que, con tantas referencias al mundo del cómic, se entiende que el dependiente de la tienda a la que acude Calvin (Barr) a devolver el billete de lotería, está leyendo la adaptación gráfica de la película Alien, escrita por Archie Goodwin y dibujada por Walter Simonson…

PDK: Formas parte de ese uno por ciento de personas que se han dado cuenta de ese detalle y, además, me lo han dicho…

FK: De todas las adaptaciones, ésa es una de las mejores y, encima, el personaje principal, Ellen Ripley, la resolutiva oficial de la nave Nostromo, deberá hacer frente a un desafío para el que no estaba, ni mucho menos preparada…

PDK: Calvin (Barr) es, en cierto modo, como Ripley. Su entrenamiento nunca le pudo preparar para lo que, luego, debió hacer… Y no solamente estoy hablando de asesinar a Hitler y, en cierto modo, cambiar el rumbo de la Historia. Al aceptar un reto de tal envergadura, Calvin (Barr) aprendió que todas esas muertes -y queda claro que su carrera no se limitó a una única misión- terminan por minar los principios y la misma salud mental de las personas…

FK: La línea que tan bien describió Joseph Conrad en su novela y que, día tras día, se repite…

PDK: Las tinieblas que habitan en el corazón de las personas y que, si no tienes cuidado, te acaban por devorar…

FK: Esas mismas que persiguen a Calvin (Barr), pero que, de alguna forma, logra evitar.

PDK: Calvin (Barr) es una persona lúcida, una circunstancia que Sam (Elliott) trató de dejar claro con su actuación. Sabe lo que ha hecho y también sabe que debe vivir con esos fantasmas. Es lo mismo que Stan Lee se cansó de repetir en sus historias: un gran poder conlleva una gran responsabilidad y sólo personas como Calvin (Barr) han entendido lo que esa frase significa en realidad.

FK: Puede que su sacrifico final sea como el gesto final de Sergei Kravinoff, Kraven, “el cazador”. Una vez que acaba con la vida del trepamuros, su misma existencia ya no tiene razón de ser.

PDK: Ésa es la misma motivación que le lleva a Calvin (Barr) a aceptar una última misión. Si tiene que terminar sus días en este mundo, mejor hacerlo con sus reglas y sin que nadie le diga qué debe o no hacer. Al final, importa lo que cada uno piense de sí mismo y no lo que piensen lo demás.

FK: Sí, y por eso la película posee tanta fuerza y tanta sinceridad a la vez. Uno tiene que hacer lo que considera justo y, si eso va en contra de lo que la sociedad piensa en ese determinado momento poco importa, al igual que sucediera con la “caza de brujas” en los Estados Unidos de América o, ahora, con la proliferación de “noticias falsas” que sólo quieren evitar que hagas caso a los problemas reales.

PDK: Calvin (Barr) es una persona con una férrea formación ética y moral, la cual no existe en nuestros días. Todo lo que le sucede está condicionado por ello. Sabe que su tiempo ya pasó, que sus recuerdos tampoco le ayudan a llevar una vida más placentera, pero, como muy bien dices, quiere terminar según su código. Si el espectador entiende que la película tiene que ver con ese tema y no con las “víctimas” que aparecen en el cartel, mucho mejor.

FK: Yo creo que sí, porque el relato no te deja indiferente. De la misma forma, el magnífico trabajo del reparto sabe cómo mantener tu interés, ya sea en el pasado como en el presente.

PDK: Te agradezco tus palabras, porque todos los actores pusieron lo mejor de sí, para lograr que se lograra esa atmósfera. El me lo digas demuestra que así fue.

FK: ¿Se ha planteado contar el resto de las aventuras de Calvin Barr tras su misión en la Segunda Guerra Mundial?

PDK: Si te soy sincero, no, pero ahora que lo dices, estaría bien… (risas)

FK: Muy bien, diría yo… (risas)

Segundo acto: Operation Ragnarök.Operation Ragnarök.

(Fredrik Hiller. Suecia 2018)

Fredrik Hiller (FH): Para mí, la excusa argumental de la película es la llegada de un submarino hasta las costas de mi país. Dentro de éste hay un virus que transforma a las personas en seres monstruosos, que sólo que quieren destruir y matar a todo lo que se cruza en su camino.

Dicho esto, lo que quiero es denunciar una realidad mucho más compleja. En mi país, hay muchas personas que, al igual que los personajes de la película, vuelcan todas sus inseguridades en los que consideran diferentes, de la misma forma que las personas infectadas por el virus sólo atacan a los que “no ven y no son” como ellos. Por eso, traté de potenciar el conflicto entre razas, entre formas de entender la vida, entre maneras de rezar a un mismo dios, pero con ritos diferentes. En mi país, como en buena parte del mundo actual, hay muchos que se comportan como si estuvieran infectados y terminan por tratar a quienes consideran distintos como si fueran monstruos, cuando, en realidad, no lo son.

Operation Ragnarök © 2019 Kruthuset AB & Little Big Productions.

El cálculo probabilístico ha hecho coincidir estas palabras del director, productor y escritor sueco Fredrik Hiller, pronunciadas hace tan sólo unas semanas, con los últimos resultados de las elecciones europeas, los cuales han sacado a relucir la xenofobia y el populismo más radical de buena parte de la población europea contemporánea.

Lo peor del caso es que esos mismos votantes pasaron por alto, si es que su ignorancia no les impidió el ser conscientes de ello, que este año se cumplen setenta y cinco años de un suceso histórico, el desembarco de las tropas aliadas en las costas francesas el seis de agosto del año 1944, que buscaba derrocar un régimen que había hecho de la xenofobia, el populismo y el extermino generalizado sus mismas señas de identidad.

Operation Ragnarök © 2019 Kruthuset AB & Little Big Productions.

En el caso de la película de la que estamos hablando, Operation Ragnarök bebe de las mismas fuentes que otras tantas películas en donde un grupo de seres infectados, mordidos y/o contagiados, aterrorizan y ponen en solfa la forma de vivir de una sociedad que, a poco que se mire, ni es tan perfecta, ni sus habitantes viven en una especie de paraíso terrenal, sin serpientes, ni manzanas, eso sí. Lo único que ha cambiado es el escenario. Ahora es el mismo patio trasero de nuestra casa, en contraposición con las películas del patriarca zombie, George A. Romero, y sus más fieles seguidores en la Italia de los años setenta del pasado siglo XX, sobre todo Darío Argento y Lucio Fulci, las cuales se desarrollaban muy lejos de la cacareada Europa.

La osadía de Fredrik Hiller estriba, precisamente, en trasladar el escenario hasta su país, Suecia, un territorio que llevaba décadas demostrándole al mundo que se pueden hacer políticas progresistas y que aseguren el bienestar, además de ser solidarios con el resto de los habitantes del planeta. Todo esto era así hasta hace unos años, coincidiendo con la crisis que comenzó la pasada década y que ha sido el trampolín para que un extenso grupo de radicales, xenófobos y populistas señalen con el dedo a quienes consideran que están atentando contra su forma de vida cuando, para eso, no hace falta nadie que les ayude. Por mucho que pueda molestar a quienes fervientemente piensen de esta forma, aquéllos que llegan hasta las costas europeas después de abandonar su propio país, por causas ajenas a su voluntad, suelen terminan haciéndose cargo de los trabajos que los “verdaderos habitantes” del país no quieren desempeñar.

Todos estos prejuicios los reflejan muy bien varios de los personajes de la película de Fredrik Hiller, incluyendo los personajes principales, Nils (Jonas Malmsjö) y Bertil (Per Ragnar). En el caso del primero, existe un suceso anterior que puede llegar a justificar un tanto su comportamiento, algo que no sucede en el caso del segundo, un viejo cascarrabias, lleno de odio y de bilis concentrada contra quienes, ni siquiera, se ha planteado comprender.

Lo peor del caso es que ni siquiera en una situación tan dramática como la que plantea Operation Ragnarök los seres humanos son capaces de aparcar sus diferencias y ponerse a trabajar por su propia supervivencia. Es más, a Bertil lo único que le interesa es recordar, una y otra vez, lo bien que se vivía antes, una verdad a medias, porque el mundo nunca ha ido del todo bien. Ni siquiera dentro de lo que los medios de comunicación llamaran “el milagro sueco”, una circunstancia que no evitó, por ejemplo, el asesinato de una de las personas que más contribuyó a dar esta impresión; es decir, el primer ministro Olof Palme, en noviembre del año 1986, a manos de, según la versión oficial, un delincuente de nacionalidad sueca, no de un ser llegado de otro lugar del planeta…

FilmKino (FK): Siempre se ha puesto Suecia como un ejemplo de convivencia, pero, en los últimos tiempos, hay una corriente que pretende olvidar toda la historia pasada y sólo busca culpables, desalmados y monstruos como los que aparecen en la película, mientras se olvidan de un pasado del que deberían sentirse orgullosos.

FH: Me gustaría pensar que, en mi país, todavía hay esperanza y que los dirigentes y las nuevas generaciones no se dejarán arrastrar por esta ola de populismo barato que solamente quiere sembrar discordia, pero, nada más.

FK: En mí país las cosas todavía no han llegado a los extremos que se cuentan en Suecia o aquí, en Finlandia, pero sí que empiezan a sonar eslóganes que lo recuerdan…

Bertil (Per Ragnar) en la película Operation Ragnarök

© 2019 Kruthuset AB & Little Big Productions.

FH: Si te fijaste, el personaje de Bertil se pasa el tiempo hablando de lo bien que se vivía en el pasado, pero, llegado el momento, no duda en salir acompañado de una chica de origen iraní, Sahar (Bahar Pars) y utilizarla, si fuera necesario, para poder sobrevivir él.

FK: Cierto. Y lo mismo pasa cuando logran refugiarse en el castillo. Primero se pelean y, luego, cuando ya hay víctimas entre ellos, es cuando se dan cuenta de que deben ponerse a trabajar todos juntos o no necesitan de los infectados para morir.

FH: Quizás el mayor problema sea ése. En la película y en la vida real. Tras el estallido de la crisis, todo el mundo se puso a buscar culpables, como les sucede a los militares que solamente buscan limpiar su reputación a costa de la vida de los demás. Nadie asume que la misma creación del virus fue un error y que el mundo no necesita ningún arma definitiva ni, luego, ninguna misión súper secreta para taparlo todo.

FK: Sí, pero si los militares se comportaran de esa forma, el mundo hace tiempo que hubiese cambiado. El mismo nombre que se le da a la misión, Operation Ragnarök, es muy mitológico, pero, en el fondo, se trata de una excusa más para esconder sus miserias.

FH: El ejército sueco siempre se ha distinguido por saber qué hacer, si necesidad de tener que depender de nadie. Ahora, hay quien dice que las cosas han cambiado y que deberíamos hacer las cosas de otra forma.

FK: Hay quien echa de menos la “Guerra Fría”…

Nils (Jonas Malmsjö); Sahar (Bahar Pars) y Hamid (Zardasht) en la película Operation Ragnarök © 2019 Kruthuset AB & Little Big Productions.

FH: Demasiada gente parece echarla de menos, sobre todo en esta parte de mundo. Eso no es bueno.

FK: Las películas clásicas de zombies son producto de aquel momento y, ahora, han vuelto con más fuerza, dado que el mundo parece querer repetir los errores del pasado.

FH: Cierto. Yo soy un fan de estas películas desde que era pequeño, pero, ahora mismo, vuelven a ser un vehículo magnífico para denunciar el radicalismo y la ignorancia que impera en nuestra sociedad. De esto se habló durante el rodaje y la mayoría de las personas que no habían nacido en Suecia comentaron que el rechazo que se puede ver en la película no les era del todo ajeno.

FK: Y eso que tanto Suecia como Finlandia tienen uno de los mejores sistemas de educación y una red de bibliotecas que tampoco está al alcance de cualquiera fuera de estos países.

FH: Todo que dices es verdad, pero está claro que el sistema no ha sido capaz de evitar lo que ahora está pasando.

FK: Pues un buen sistema educativo y una buena red de bibliotecas son la última línea de defensa contra el populismo, la xenofobia y la insensatez. Por eso, en la Alemania Nacionalsocialista se quemaban libros en las calles y, luego, en los Estados Unidos de América se quemaron libros y cómics durante la “caza de brujas”.

FH: Aquí todavía no hemos llegado a eso y quiero pensar que todo el esfuerzo y todos los medios invertidos por los gobiernos de mi país, y de éste en el que estamos ahora, terminarán por demostrarles a los demás que no hay enemigos, sino personas que quieren vivir una vida normal y tranquila, sin que nadie les haga sentir que son unos “extranjeros” que no tienen derecho a estar viviendo en aquel lugar. Mientras cumplan con las normas, contribuyan con su trabajo y ayuden a difundir su cultura para que los demás sepamos más de dónde vienen y nos enriquezcamos culturalmente con ello, el mundo será un lugar mejor.

FK: Yo también lo espero, de verdad. Muchas gracias por venir a presentar Operation Ragnarök y por dedicarme estos minutos.

FH: Muchas gracias a ti por tomarte la molestia de verla y, luego, querer compartir tus opiniones conmigo.

Tercer acto: Wretch.

(Matthew Dunehoo. Estados Unidos, 2019)

Matthew Dunehoo (MD): Cuando me senté a escribir Wretch no quería criticar a nadie en particular, sino una situación que se repite una y otra vez. Hay personas empeñadas en decirte qué debes comer, en quién debes creer y a quién debes querer. Es algo que siempre me ha molestado, no importa en dónde haya estado. Nací y me crié en la ciudad de Kansas (MO) y luego me marché a Nueva York por una temporada. Esa misma situación se repetía, no importa donde estuviera…

Si te das cuenta, los personajes de la película, sobre todo Nat y Adam, están condicionados por un montón de circunstancias que no les dejan ser ellos mismos. Ni siquiera Jean puede lograrlo, por mucho que piense que las enseñanzas de una persona tan manipuladora como Pete le ayudarán a lograrlo. Esto es algo que no solamente me molesta, sino que me preocupa. Por eso escribí y luego dirigí Wretch.

Wretch © 2019 Elks´s pride pictures

Wretch, escrita, producida y dirigida por Matthew Dunehoo -quien, a su vez, también se encarga de la música- no estaba en la primera lista de películas que pensaba ver en la edición de primavera del festival Night Visions. No obstante, tras volver a revisar la programación y mantener una conversación con el responsable del área de prensa del festival, decidí incluirla.

La película, cuyo estreno mundial tuvo lugar durante la edición Back to Basic 2019, es una furibunda crítica contra el fanatismo, la insensatez y la irracionalidad en todas sus vertientes y, en especial, contra quienes se aprovechan de las inseguridades del ser humano para medrar. El esotérico y esperpéntico culto -llamado pomposamente por su creador “Enceledism”- no es sino una herramienta que corrompe a todo aquel que le rodea, dada la mala praxis de su principal impulsor, el desmedido Pete Pringle. Además, nadie parece salir indemne del discurso, a ratos cínico y a ratos grotesco, articulado por un creador que, entre otras muchas cosas, es perfectamente consciente del mundo en el que vive.

FilmKino (FK): No tengo problemas en admitir, incluso si tengo a su director delante, que Wretch no era lo que yo pensaba encontrarme…

MD: ¿Y qué pensabas encontrarte?

FK: El tema del fanatismo, sea del cariz que sea, suele ser tratado de una forma bastante seria y queriendo que el espectador tenga a su alcance todos los datos posibles. De esa forma, se puede llegar a sacar algún tipo de conclusión ante los hechos que se denuncian en la pantalla. Sin embargo, Wretch es otra cosa. Es mucho más dura, porque, en realidad, es muy difícil razonar con una persona que no se rige por un pensamiento lógico, sino por una suerte de pesadilla constante que le impide darse cuenta de cuál es la realidad.

MD: Los fanáticos son todos iguales. Tratan de convencerte de algo cuando ni siquiera ellos mismos están seguros de lo que te están diciendo. La madre de Adam no deja que su hijo tenga una vida “normal”, por muy enfermo que éste pueda estar, pero sus motivaciones son imposibles de entender, porque ni son lógicas, ni nada por el estilo.

Nat Harris (Martin L. Washington Jr.) y Aleah Henry (Erin Day) en la película Wretch © 2019 Elks´s pride pictures.

FK: Sí, ella piensa que es lo “mejor” para su hijo, cuando es lo mejor para ella misma.

MD: Está claro y más cuando su hijo ha escogido tener una relación que va en contra de sus creencias y que, según ella, está relacionada con la enfermedad que padece Adam.

FK: En su “dura cabeza” prefiere que su hijo, además de estar enfermo, sea una persona infeliz. No logra entender lo importante que es para Adam tener a Nat a su lado, porque lo que le importa es solamente su punto de vista.

MD: En cierto modo, Wretch va de eso mismo; es decir, de cómo los seres humanos hacemos todo lo que podemos para tener la razón, sin importarnos el daño que podamos hacer a nuestros semejantes.

FK: Al igual que Jane quiere demostrarle a Nat que su “creencia” es fundamental para salvar su vida cuando lo único que quiere el joven es disfrutar de su vida, sin mayores problemas.

MD: Por eso incluí esas secuencias con música de películas romántica, llenas de colores chillones y que nada tiene que ver la oscuridad que domina el resto de la narración. En un mundo tan cerrado, tener un pensamiento tan naif resulta ser la vía de escape que Nat utiliza cuando ya no puede aguantar más.

Peter Pringle (Joe Rooney) y Nat Harris (Martin L. Washington Jr.) en la película Wretch © 2019 Elks´s pride pictures.

FK: ¿Crees que, con los cambios sociales y políticos que están sacudiendo tu país y el resto del mundo, estas situaciones son cada vez más cotidianas?

MD: Ya te dije, cuando empezamos a hablar, que estoy cansado de encontrarme situaciones como ésta. No obstante, si que está claro que, en los últimos años, se está fomentado la desigualdad y el fanatismo de una forma que parecía que ya habían quedado olvidadas. Para una parte de la sociedad, sus creencias son más importantes que las personas que le rodean, de la misma forma que sólo entienden una forma de amor, satanizando el resto como si se trataran de una suerte de peste contemporánea.

FK: Es cierto y está bien que alguien sea capaz de criticar todos estos comportamientos, de una forma tan clara y directa, aunque no le guste a todo el mundo…

MD: En realidad, un creador debe contar aquello que le motiva. A mí me gusta, sobre todo, la música, pero entiendo que las imágenes tienen mucha fuerza. De ahí que me decidiera, después de darle muchas vueltas a la cabeza, a sacar adelante este proyecto.

FK: Imagino que no sería nada sencillo, por decirlo de una forma “educada”…

MD: Fue muy duro y, en algunos momentos, estuve a punto de dejarlo.

FK: Cualquier forma de creación es un camino lleno de obstáculos…

MD: Lo sé, pero me encanta el reto y, aunque sé que Wretch no es una película sencilla, estoy orgulloso de haberla rodado.

FK: Para mí, el mayor problema es que la narración tiene una segunda lectura más dura que lo que se ve en la pantalla. Uno debe dejar pasar los primeros veinte minutos para entender la pesadilla que viven los personajes y cómo el director la cuenta.

MD: Ésa es la idea que me motivó. Wretch es una pesadilla en la que los personajes, salvo Peter Pringle -que está, directamente, loco- tratan de despertar, pero no saben qué deben hacer para lograrlo.

Aleah Henry (Erin Day) en la película Wretch © 2019 Elks´s pride pictures.

FK: En realidad, nuestro mundo se parece más al esperpento que escribiera uno de mis autores preferidos de la literatura de mi país, Ramón María del Valle Inclán, que al lugar en donde todo parece estar en el lugar exacto.

MD: Conozco al autor. No te negaré que la pesadilla tiene influencias de muchas cosas, por ejemplo, de Salvador Dalí…

FK: ¡Cierto! En una de las secuencias solamente falta que los relojes se derritan para que el cuadro sea, totalmente, una imagen del genial pintor.

MD: Mira, si se trata con este tipo de personas, lo mejor que puedes hacer es dejarte llevar, como cuando le di entidad al cáncer que está acabando con la vida de Adam. De otro modo, la verdadera realidad es tan dura y descarnada que nadie querría ver una película así.

FK: Como ocurre con Alguien voló sobre el Nido del Cuco. Su final es impresionante, pero nunca se te olvida.

MD: Yo quise contar una historia contra la intransigencia, contra el fanatismo religioso y la intolerancia y contra esos mentirosos que dicen tener remedio para todo cuando, en realidad, sólo quieren robar y engañar a las personas. Podría haber escogido otra forma de hacerlo, pero pensé que ésta era tan válida como cualquier otra.

FK: Lo importante es lo que se quiere contar, sin importar el estilo. Después cada espectador sacará sus propias conclusiones, pero el mensaje está ahí, y tampoco cuesta tanto encontrarlo.

MD: Por lo menos, espero que las personas que vieron la película la entendieran tan bien como tú (Risas)

FK: ¡Seguro que sí! Son finlandeses y su sistema de educación les ayuda a tener un juicio crítico que, en mi país de origen, no se fomenta… (Risas)

MD: Será por eso que me ofrecieron estrenarla, a nivel mundial, en este festival… (Risas)

FK: Seguro que sí. Además, el director sabe lo que hace… Incluso me acredita desde hace años para cubrir el festival, aunque ésa es otra historia… (Risas)

ENTREACTO. Freaks.

(Zach Lipovsky y Adam B. Stein. Estados Unidos y Canada. 2018)

Vivimos en un mundo absolutamente desquiciado donde un dignatario político puede exclamar que, si él matara a una persona por la calle, nadie le condenaría. Un mundo donde defraudar y/o robar está bien visto si, con ello, se ayuda a una determinada ideología, credo, conglomerado empresarial y similares. Un mundo donde se quemó y lo sigue haciendo, a todo aquel que “osaba” ir en contra el pensamiento aceptado por una sociedad represiva, caduca y asfixiante. Y un mundo donde a quienes no respondemos y/o representamos los estándares de una determinada época, se nos tacha con la palabra Freaks, un adjetivo que se puede traducir como monstruoso, deforme, horrendo, anormal o grotesco.

Si quieren que vaya un poco más lejos, Freaks es la definición perfecta para esa lúcida troupe de feriantes que tan maravillosamente reflejó Tod Browning en su inolvidable La parada de los monstruos (1932), donde los “verdaderos” monstruos son los seres humanos que se mueven dentro de los parámetros establecidos.

Freaks © 2019 Amazing, Bloomgarden Films & My Way Entertainment.

Freaks es una película que bebe, de manera nada disimulada, del estigma que soportan los mutantes gráficos de la editorial Marvel, desde que a Stan Lee y Jack Kirby les dio por crear los X-Men. Dicho esto, la película escrita, producida y dirigida por Zach Lipovsky y Adam B. Stein quiere representar dichas historias sin olvidar el mundo en el que estamos viviendo.

Sus personajes buscan ser reales, en medio del caos que supone para unos seres con poderes que los separan de los humanos convencionales el tratar de ser “normales”. Chloe, magníficamente interpretada por Lexy Kolker, por ejemplo, sólo aspira a poder salir a la calle para comprarse un helado, un reto bien sencillo para un niño “normal”, pero no para una freak como ella.

Chloe (Lexy Kolker) en la película Freaks

© 2019 Amazing, Bloomgarden Films & My Way Entertainment.

En realidad, todos los personajes que aparecen en la película, incluyendo la agente Ray (Grace Park) están condicionados por el estado de paranoia continua que se vive en un mundo que ya no es igual que cuando los mutantes y/o freaks se dieron a conocer.

Si el resto de la población se hubiese dado cuenta de que la realidad, a partir de entonces, iba a ser de otra forma y no se hubieran empeñado en dictar normas y más normas para evitar lo que era ya inevitable, las cosas no se hubiesen desquiciado de la forma en la que se desquiciaron, ni el padre de Chloe (Emile Hirsch) trataría de cambiar un escenario que ya nunca le podrá ser favorable.

Está claro que la llegada del abuelo de la niña, el heladero interpretado por Bruce Dern, empeñado en saber qué fue lo que le pasó a su hija Mary (Amanda Crew), devolverá algo de cordura a un escenario que, a ratos, parece sacado de la mente del pintor Jheronimus van Aken, “El Bosco” en nuestras latitudes. No obstante, y con las fichas que hay sobre la mesa, ya nada será igual y cuanto antes lo acepten las partes implicadas, mucho mejor.

Emile Hirsch (Dad) y Chloe (Lexy Kolker) en la película Freaks

© 2019 Amazing, Bloomgarden Films & My Way Entertainment.

Freaks es una película pensada para un público muy particular, no lo voy a negar, pero que pone sobre la mesa cuestión tan mundanas como el abandono de los padres, el choque generacional y una sociedad que pasa demasiado tiempo buscando culpables y se olvida de buscar el consenso y el diálogo entre las personas. Por añadidura, está muy bien desarrollada y con unos efectos necesarios para la narración, no vacuos ni innecesarios. Además, el mensaje final está claro: mientras una niña cualquiera no pueda salir a la calle a comprarse un helado, no importa el lugar del mundo en el que lo haga, las cosas no irán mal, sino peor, mucho peor.

© Eduardo Serradilla Sanchis, Helsinki, 2019

The Man Who Killed Hitler and Then The Bigfoot © 2019 Epic Pictures & Title Media.

Operation Ragnarök © 2019 Kruthuset AB & Little Big Productions.

Wretch © 2019 Elks´s pride pictures.

Freaks © 2019 Amazing, Bloomgarden Films & My Way Entertainment.

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Toda ciudad tiene dos vertientes; es decir, la que se ve a simple vista, y la que se conoce cuando se vive en ella. Este blog quiere contar lo que sucede en esta ciudad nórdica, tratando de no recorrer los lugares comunes tan del gusto de las guías turísticas. Y todo ello, en lengua castellana.

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