''Los saharauis vivimos en una cárcel dentro de una cárcel''

Son las diez de la mañana. Las puertas de la casa del activista Hmad Hmad, vicepresidente del Comité Saharaui de Defensa del Derecho de Autodeterminación (Codapso), están abiertas para recibir a los periodistas. Un gran desayuno les espera en la mesa.

Nada más comenzar la conversación, el saharaui se lamenta de la fuerte presión que sufren “normalmente, pero mucho más estos días tras el regreso de Aminatou Haidar a El Aaiún”, capital administrativa del Sahara Occidental y de la ex colonia española.

A Aminatou, se queja indignado, “la tienen prácticamente secuestrada; lo que le están haciendo es a todas luces un arresto domiciliario”. Ni él ni muchos otros activistas y familiares han logrado todavía asomar las narices por casa de la activista, que hacía su entrada triunfal en El Aaiún en la noche del jueves tras una dura huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote.

Tampoco los periodistas pueden acceder a la vivienda de la que sus seguidores apodan la Ghandi saharaui. “No quieren que seáis testigos de nuestra situación; su objetivo, el de las autoridades marroquíes, es que no tengamos voz”.

“Son los policías”

Sin a penas probar el café, alguien empieza a tocar a la desesperada en la puerta de la casa de la casa de Hmad, en el barrio de Hay Villas. “Son ellos, los policías”, nos advierte. Tras un breve intercambio de palabras, nos comunica que “os piden una autorización para poder estar aquí”.

Sin ningún tipo de violencia ni prácticamente contacto entre los policías y los periodistas, nos queda claro que debemos abandonar su hogar. “Ya sabéis ?dice Hmad- podemos tener problemas, mi familia puede tenerlos, si seguís aquí”. Esta corresponsal, acompañada de un periodista de la Cadena Ser y otro de ABC, abandona entonces la casa del activista, otra de tantas en El Aaiún en las que la prensa no está invitada a entrar.