Moncloa dio la nota: Rajoy se ofreció a Trump
La Moncloa dio la nota. La nota informativa de la conversación telefónica de Trump y Rajoy en la que el presidente español se ofreció al americano como servil interlocutor en Europa, América Latina, Oriente Medio y el norte de África. Según Moncloa, la llamada duró 15 de los 20 minutos acordados, pero, contra lo previsto en la ley de transparencia, no dice la nota quien pagó la conferencia, si se le aplicó tarifa plana o la mexicana, esa de tú llamas y paga el otro de rigurosa hechura trumpiana. Lo que me recuerda el muro, que no se menciona, como tampoco hay alusión alguna a la eliminación de la página web en español de la Casa Blanca. Lo que no ha sido óbice, más bien ápice, para que Rajoy corriera a ofrecerse al presidente americano de chica para todo lo que guste mandar el señorito, que diría el personaje de la actriz Gracita Morales.
Sorprende, ya ven, que Rajoy no aprovechara la ocasión para tratar de abrir un nuevo capítulo exportador de concertinas, pues no tardarán en agotarse los mercados de Ceuta y Melilla y no bastarán las reposiciones para mantener la industria. Ya no le queda a España más imperio que proteger de intrusiones no deseadas. Lo que nos lleva al segundo asunto, el de la eliminación de la web en español, que, valgan verdades, resulta menos sorprendente pues la Cultura no figura entre las prioridades del PP, que la hostiliza. Como ha dicho Jorge M. Reverte, autor de Demasiado para Gálvez y El último café, España sigue sin asumir su enorme deuda de decencia con América Latina y de forma particular, a mi entender, con México al que debemos que se haya conservado buena parte de la cultura perseguida por el fascismo español.
La política del PP, de los gobiernos de Aznar y de Rajoy con América Latina ha rebajado el aprecio de los latinoamericanos por España. Siempre advertí cierto retintín coñón en aquello de la “Madre Patria” y cuando comencé a tener contactos allá pude apreciar la carga irónica de semejante título ya desaparecido porque la ironía implica cierto aprecio sustituido, hoy día, por un cabreo generalizado ante la actitud de los gobiernos españoles en situaciones como las de Venezuela y Cuba de los últimos años; casualmente los dos países americanos más relacionados con Canarias.
Y al decir gobiernos españoles me refiero a los del PP, pues los del PSOE, aunque no simpatizaran con los Castro o con Chávez y Maduro, han sabido mantener distancias respecto a las ocurrencias de Aznar, sonrojante y ridículo tiralevitas de Bush (su “lustrabotas”, que decía Bryce Echenique). Todavía recuerdo su estúpida imitación pública del acento portorriqueño con incrustaciones del “¿Qué tu haces?” cubano o el “¡No me chingues!” que significa lo que están ustedes pensando. Y todo, como dije, en apoyo de su compadre George W. que, encima, no le consiguió la medalla del Senado USA en la que invirtió el Gobierno español buenos dineros públicos.
No es cosa de volver sobre las gracietas de Aznar o las carencias de Rajoy, pero la realidad está ahí indicando la creciente pérdida de peso del papel exterior de España. Pero tengamos claro de que aun en el caso de que Trump aceptara la interlocución de Rajoy, quedaría por ver si están de acuerdo los países latinoamericanos dispuestos a aceptarla. Cosa que dudo pues que Rajoy haya ofrecido sus servicios de interlocución a Trump sin contar con ellos indica la poca consideración en que los tiene, cosa que no se les escapa. No es extraño que la diplomacia francesa esté desplazando a España en los países que fueron del imperio de los Austrias. En el proceso que llevó a la distensión y el paulatino entendimiento de Washington y La Habana, que Trump se propone ahora dinamitar, ya se vio que España no pintaba lo que los franceses, que por allí andaban. Y eso a pesar de que son importantes las inversiones privadas españolas en la isla caribeña.
De todos modos, el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, parece de otra pasta. Como no podía ser de otra forma dada su procedencia del mundo de la diplomacia. En relación con estos mismos temas no parece que sus opiniones sean muy coincidentes con las de Rajoy. Dijo Dastis, antes de la conversación con Trump, que España “no renunciará a la libertad de movimientos de personas y bienes” y que tratará de convencer a Washington de que la mejor manera de luchar contra la inmigración irregular es ir muy de acuerdo con los países emisores y los que están en las rutas de las migraciones. Bueno, he dicho que no parece coincidir mucho con Rajoy pero, en realidad creo que está más en lo cierto el ya citado Reverte al indicar que, a su entender, el ministro ha hecho “una estupenda exhibición de equidistancia, como si la cosa no fuera con nosotros”. Piensa que España debería estar movilizándose porque Trump ataca al castellano “con más inquina que Oriol Junqueras”. Indica Reverte, en definitiva, que “como europeos, y como miembros de la comunidad de países iberoamericanos, los españoles estamos obligados a tener un Gobierno beligerante en estos asuntos”. Equiliguá salsai de la vinagreta.
Los socialistas no desaprovecharon la oportunidad y cumplieron con el rito de poner a parir a Rajoy a cuenta de su disposición a servir Trump en lo que guste disponer. No dejan de tener razón pero, qué quieren, no olvidemos que el PSOE pasó del “no” absoluto y sin fisuras a una nueva presidencia de Rajoy a un “sí” impuesto a costa de una tremenda crisis partidista con la defenestración de Pedro Sánchez como punto de partida no fuera a entenderse con la izquierda. Aquí habría que aclarar alguna que otra cosilla, como la manera en que se carga exclusivamente sobre Pablo Iglesias que no se llegara a ese acuerdo de izquierdas. Desde luego, Iglesias no estaba mucho por la labor y bien se recuerda su manera de reclamar la piel del oso antes de cazar al animalito. Se dijo de sus afanes de poder (la vicepresidencia, el mando sobre la Policía, etcétera) sin entender que lo que realmente pretendía, sospecho, era alejar la posibilidad de acuerdo que debía antojársele una especie de momentáneo salvavidas a los socialistas, darles un “sorpasso” chiquitito y no el gran “sorpasso” que confiaba propinarle de esperar un tiempito a que maduraran más las cosas.
El caso es que Iglesias contribuyó a que sigamos con Rajoy soportando espectáculos como este último. Si Aznar distanció a España de la UE, el mismo servilismo acaba de desplegar Rajoy al ponerse al servicio de Trump que no para de atacar a la UE, que ensalza al Brexit, alienta a la ultraderecha xenófoba europea con lo que entusiasma a Farage, Wilders y Le Pen. España diga lo que diga la propaganda, no inspira demasiada confianza en el contexto europeo, según se indicó. Pero no es menor la responsabilidad de quienes en el PSOE no estaban dispuestos a facilitarle un lugar al sol a Podemos y le pusieron la proa por una inclinación conservadora a la derecha, bien para evitar el desbordamiento por la izquierda, sin olvidar las presiones de las vacas sagradas del partido arregostadas en consejos de administración y similares. Entre todos la mataron y ella sola se murió.
¿Arreglo en el Cabildo de Gran Canaria?
Juan Manuel Brito dejó el Cabildo grancanario, sus pompas y sus obras y dijo Antonio Morales, presidente de la corporación, que lo lamenta mucho entre elogios de su trabajo como vicepresidente y consejero de Medio Ambiente y no sé si de algo más. Por la parte que me toca, no puedo decir si la labor de Brito ha sido buena, mala o mediopensionista, pero no tengo, en principio, ningún motivo para disentir de la valoración que hizo Morales. En función de esa valoración puede entenderse que se agarrara a una interpretación muy estricta de la juridicidad para retrasar la salida definitiva de Brito en la cristiana esperanza de que apurando los tiempos podía producirse el milagro de la reconciliación.
Esta manera de abordar el problema, a mi entender, implicaba no pocos riesgos en los que no entro más allá de cuanto se ha dicho del posible rompimiento del pacto de gobierno, salvado por último. Mucho se ha criticado a la dirección de Podemos por perseguir de mala manera a Brito y si se quiere presentar las cosas así, me parece bien que cada cual arrime el ascua a su sardina; o la sardina al ascua. Uno ha visto lo suficiente para saber que la llamada “doble militancia” no es buena cosa. Se sabe desde los tiempos de Jano, la deidad romana de los dos rostros unidos que miran en direcciones contrapuestas. Como todo lo orientado a la vez a la derecha y a la izquierda, es Jano símbolo de totalización, de anhelo de dominación general; perdonando el modo de señalar. Y es lógico que acabe de prevalecer una cara o la otra, sobre todo en política. Brito, ya saben, militaba en Podemos y también en Sí Se Puede porque las dos organizaciones lo permitían y aunque se presentó a las elecciones cabildicias en la lista de la primera formación, su alma estaba con la segunda, o sea, no mantuvo las dos caras sino que se decantó por una y cayó en desgracia la otra, la que le proporcionó la marca y los medios para presentarse a las elecciones y que se sintió traicionada porque, aseguran, Brito no informaba a la dirección de Podemos de cómo iban las cosas. En definitiva, no contaba con la organización que lo presentó y si encima es cierto que hizo trampas para salir candidato, cosa que no puedo asegurar…
Veremos qué ocurre a partir de ahora. De momento, me quedo con la opinión de los portavoces cabildicios que se han manifestado con mayor o menor acierto dentro de lo que cabía esperar de ellos. A todos les ha parecido bien la decisión de Brito, con matices que van desde la valoración positiva de Carmelo Ramírez a otras menos entusiastas, algunas con alusiones a que se demoró demasiado la decisión, caso de José Miguel Bravo para quien Brito hizo lo correcto. Como casi siempre, desentonó el PP que, por lo visto, tiene una visión política de corte pugilístico y así Felipe Afonso consideró que la renuncia de Brito representa “la gran derrota de Morales” quien “ha terminado besando la lona” en su intento de “mantener a un tránsfuga en el Gobierno”. Para Afonso, en fin, Morales “no ha podido aguantar el pulso y se ha visto obligado a claudicar”, afirmación que adorna casi como si fuera un guión de Juego de Tronos. Me encantó la imagen de Morales “besando la lona”, aunque yo no descartaría la confusión del portavoz al sorprender a Morales, durante el rezo de media mañana, postrado de rodillas mirando a La Meca en medio de un ataque de ecumenismo total sobrevenido.
Soria, el mejor político de la historia
La verdad es que no ha entrado con buen pie Enrique Hernández Bento como aspirante a presidir al PP canario. Si llega dispuesto, según dice, a devolver la democracia al PP es porque considera ahora mismo a su partido falto de ella, lo que deja un regusto providencialista que la militancia pepera sabrá si está o no justificado. Aunque, la verdad, lo que me ha llamado la atención es su explosión de entusiasmo al proclamar a José Manuel Soria como el mejor político que ha dado Canarias. Como si quisiera forzarnos a recitar de nuevo las zarandajadas del personaje, lo que ya resulta aburrido por repetitivo y obligaría a repasar el aventurerismo judicial del ex excelentísimo que tanto ha contribuido al deterioro de la imagen de la Justicia en Gran Canaria. O a dar su verdadera imagen, vayan ustedes a saber.
En todo caso, cualquiera que conozca un poco la historia de Canarias sabe lo que hay sin necesidad de calentarse la cabeza con las majaderías de un mentecato, dicho sea en su estricto significado léxico de “mens”, entendimiento y “captus”, cogido, que va desde tonto, fatuo y persona de escaso juicio a imbécil en el sentido de flaco entendimiento; bobón de la yuca que diría un cubano.