Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona y Master en Periodismo y Comunicación por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Fue Jefe de la Sección Política del periódico Canarias 7, Jefe y analista de la Sección de Economía del periódico La Provincia, Jefe de las secciones Nacional, Internacional, Edición y Cierre de La Opinión de Murcia, Corresponsal y analista económico en Canarias del periódico La Gaceta de los Negocios, Director del diario La Tribuna de Marbella, Jefe del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Director del diario La Gaceta de Las Palmas, Cofundador y director del peridico digital CanariasAhora.com. Director del Canal Canarias de la productora Media Report y Director de la Televisión Canaria Internacional. Como escritor, ha publicado cinco libros.
El 'disparateférico'. Del Roque Nublo a La Isleta
De cuando Pepe Monagas … Bueno, que les tengo que decir que esta historia con la que me voy a enfrentar durante los próximos cinco o seis folios jamás debiera haber salido de mis dedos que manejan las teclas a coscorrones. Por aquello de que 'la letra con sangre entra'. No. En absoluto. Este es un cuento que tenía haber escrito Pancho Guerra, protagonizado por Pepe Monagas, ilustrado en gouache sobre papel por Eduardo Millares Sall y Cho Juaa, prologado por Pepe Alemán y publicado en 'El Conduto', sección dedicada a despropósitos varios, disparates y esperpentos. Bien podría la retahila haberse titulado 'De cuando Pepe Monagas vio por vez primera unos paratos volando sobre La Isleta'. Lamentablemente, Pancho Guerra se mandó a mudar para otras tierras el siglo pasado y le siguió Millares Sall, convencidos ambos de que el XXI no iba a traer cosas buenas para el planeta y estas islas que, de momento, en el planeta están. Así que, no me ha quedado otra que ocuparme del muerto, que nunca pagó la cuota de 'El Ocaso'. Parafraseando a Monagas, yo diría que quieren hacer nacer un ser que no puede ser, aprovechando la vía ordinaria: el oscurantismo, las medias verdades, el trile críptico administrativo y coger a la ciudadanía en agosto en Belén con los pastores.
El asunto es que a un ingeniero industrial se le ha ocurrido que podría estar muy bien colocar un teleférico cuyas góndolas, volando sobre las isleteras azoteas de macetas, paños de limpieza, regaderas, cachivaches, trozos de uralita y líneas de colgar, recorriera el itsmo de Santa Catalina hasta la Montaña del Vigía, ya en la árida y volcánica Isleta y en terreno militar. Algo así como De la Isleta al Refugio y al Muelle Grande son los hombres valientes que Dios los guarde. Quiero yo a un asople el vendaval, quiero yo a un cambullonero ¡Que es valiente! ¡Que es moreno! Y Es un hombre de verdad, pero sin el arte tan canario de Néstor Álamo y, en su lugar, tecnología y hierro de última generación. O, degeneración. Repásame el motor, que se me sale el agua por el carburador. Total, que viene un día el señor Rafael Cabrera quién, legítimamente y en el desarrollo de su profesión, presenta el proyecto del teléferico como una gran iniciativa que revitalizará la zona, creará empleo, potenciará el turismo y será maravilloso para la ciudadanía … en fin, todos esos tópicos que ustedes habrán escuchado y leído miles de veces y a mi, concretamente, me indignan. Por una razón: no son específicos de nada y se utilizan para justificar todo. Fundamentalmente, todo aquello que se refiere a la economía especulativa y no a la productiva. Proyectar, lo que es proyectar, se puede proyectar todo. Ahora, la idoneidad, viabilidad, rentabilidad de los proyectos y la mejora de la calidad de vida de la sociedad civil, resultado de ellos, ya son otra cosa. Por eso, éstos, los inventos, deben venir avalados por estudios en profundidad y no por liturgias y explicaciones que hasta provocan la risa cuando no el espanto. Es en este punto, que no es asunto sino trasunto, donde el tema del teleférico, transbordador, funicular o telecabina, adquiere sus más asombrosos escenarios y colores. De tal manera, que la historia monta y se remonta hasta el Roque Nublo. De eso hablaremos luego, porque es necesario y porque yo pienso abiertamente que, como tantas otras cosas, el quid de la cuestión – que lleva obviamente aparejado el quid pro quo – se resume en la parafraseada frase: ¿Y de mi teleférico qué hay?
Pícamelo menúo qu'es pa cachimba
Iba yo el otro día viviendo en mi sin más pretensiones, cuando topo de bruces con la noticia: Una Sociedad Limitada, Teleférico de Las Palmas, “pretende impulsar Las Palmas de Gran Canaria como referente del turismo urbano y permitir a vecinos y visitantes disfrutar de unas vistas privilegiadas de la ciudad y de un entorno volcánico único”. Típica verborrea con los condimentos más rancios y casposos al uso. Es de pena escuchar al alcalde de la ciudad señalar que no tiene “ni idea” ni siente “curiosidad” por saber qué empresarios hay tras el teleférico. Bien vamos si el primer edil está en brazos de indolente ignorancia. Aquí sólo caben dos opciones: o miente, porque habrá hablado con Rafael Cabrera acerca de dónde sale el dinero para la magna obra, o es un incompetente sin discusión que, como Felipe González, se enterará por los periódicos. También podría ser un títere o un silencioso pensador. Como quieran. Y continúo leyendo: “La iniciativa contempla una estación base, que ocuparía una parcela de 704 metros cuadrados, junto a la Avenida de los Consignatarios, frente a los edificios del Centro Comercial El Muelle y la Fundación Puerto de Las Palmas, actualmente ocupados por un aparcamiento. Así mismo, plantea una estación superior ubicada en lo alto de la Montaña El Vigía, en La Isleta, que se ubicaría sobre instalaciones militares abandonadas”. La primera falsedad: Las intalaciones militares podrán estar abandonadas, pero el terreno lo controla el Ejército. Si yo cierro con llave un dormitorio de mi casa, el dormitorio está inutilizado, cierto, pero el inmueble sigue siendo mío. A este respecto, el Ministerio de Defensa ha señalado que la montaña del Vigía es zona militar. Ya conocemos el interés de muchos alcaldes por recuperar no sólo La Isleta sino también los terrenos de la Base Naval para la ciudad, pero esas negociaciones, si las hubiera, volarían muchísimo más alto que por los aires que surca el señor Rafael Cabrera. Y fui paloma por querer ser gavilán.
¿Cómo dice que dijo?
Pues que “El tendido tendría una longitud de 2.261 metros y discurriría sobre terrenos de la zona portuaria, el barrio de La Isleta y la falda sur de la montaña. El proyecto contempla, además, la instalación de un parque de divulgación geológica al aire libre, un centro de interpretación del Paisaje Protegido de La Isleta y un parque histórico artillero, que ocuparía instalaciones artilleras actualmente en desuso”.
El alcalde sacó a relucir su hidalguía y procedió discurso adelante con las mismas frases de siempre. No sólo de él, sino de todos los alcaldes ante un compromiso. Y utilicen la acepción que quieran para el vocablo 'compromiso': “Esta iniciativa favorecería la potenciación de Las Palmas de Gran Canaria como destino turístico urbano y podría llegar a convertirse incluso en emblema turístico de la ciudad, además de permitir a la propia ciudadanía conocer un entorno volcánico único. Se trata de un atractivo turístico para nuestra ciudad y una solución para que los vecinos puedan entrar a este entorno natural privilegiado de una manera no invasiva”, explicó Augusto Hidalgo. “No se trata de una acción insólita, los teleféricos funcionan con éxito en muchas ciudades. En el caso de la nuestra, se trataría de una solución no invasiva y que favorecería la recuperación de un espacio actualmente degradado”, señaló y añadió que “el proyecto está en fase más que embrionaria y necesita la colaboración de varias administraciones”. Cierto, porque lo han presentado sin contar con las partes implicadas. Otra cosa: si no es 'invasivo' – aunque no al extremo de Irak o Afghanistán – colocar 18 aparatos yendo y viniendo dodo el día por el cielo del Itsmo, que baje Dios y lo vea. Y una cosa de la que no han dicho palabra: supongo que, al tratarse de una distancia de más de 2 kilómetros, habrá que colocar torres para que los cables puedan mantenerse. ¿Cuántas serán esas torres y dónde irán enclavadas? Es cierto que hay teleféricos que funcionan muy bien en algunas ciudades. Y también, miradores, norias, barcos que surcan el Támesis, cruceros que van por el Volga de Moscú a San Pettersburgo, Catamaranes que visitan las islas del Egeo, turismo de calidad … y parques de atracciones. Salga señor Hidalgo, acompañado por los caballeros Rafael e Ibarra, hacia el sur de Gran Canaria y levanten la vista a la derecha. Un proyecto al que se destinaron las mismas palabras que ustedes sueltan ahora. Las mismas para diferentes escenarios. Siempre en favor de la ciudad.
Ustedes hablan y hablan de consolidar a la ciudad “como destino turístico”, pero supongo que los ciudadanos aprecian la degeneración que ha experimentado la zona del Puerto. Si la playa de Las Canteras no estuviera para dar luz a la noche, habría que entrar allí armados hasta los dientes. Cojan el señor Hidalgo y don Rafael el coche oficial del primero y recorran las calles del Puerto por la noche. ¿Un destino turistico a consolidar con un teleférico que, según cálculos de no sé quién, movería a 600 personas diariamente. Más, cuando en 2017 y 2018 sufriremos un fuerte golpe económico? Cuentos chinos. No veo otra lectura que una operación especulativa para un tejemaneje en el que no hay claridad alguna. La iniciativa privada es absolutamente necesaria en nuestro modelo económico, eso es obvio, pero, a mi juicio, la historia del teleférico no cuela dentro de esa parcela. Echando un ojo al 'modus operandi' de muchos en España, a mi me parece que todo debe estar calculado para que el proyecto sea algo parecido a un patadón de Messi o Cristiano. Es decir, un pelotazo. Y no es juzgar sino prever. ¿O hablamos del déficit de las Administraciones Públicas y el endeudamiento brutal de las autonomías y el Estado?
Y cómo viajaremos si llegamos a viajar
El modelo propuesto “es un teleférico tipo telecabina monocable, con 18 vehículos. El trayecto tendría una duración de 6 minutos y 20 segundos. La inversión necesaria para desarrollar la iniciativa ronda los 10,5 millones de euros. La puesta en marcha del teleférico crearía 30 puestos de trabajo directo. La estación base es un edificio singular, sencillo, moderno, sin estridencias y probablemente será icónico para el turismo, además, potencia la unión Puerto-Ciudad”, según apuntó Rafael Cabrera. Tiene mucha gracia eso de que el edificio singular será “icónico para el turismo”, aunque es posible si se encuentra ese turismo y el edificio lo diseña Norman Foster. Lo de “potenciar la unión Puerto y Ciudad” es una frase hueca y ya tan conocida como aquella que dice “devórame otra vez, devórame otra vez”.
Habría que hacerse múltiples preguntas sobre este 'disparateleférico', y no porque sea un arma ofensiva que acabe en zona militar sin haber hablado con los militares. El nombre que utilizo deriva de disparate, no de disparar. Estos señores de la sociedad limitada (es muy conveniente leerse las especiales características de una sociedad limitada frente a una sociedad anónima) dicen que la inversión rondaría los 10,5 millones de euros y que es una inversión privada. Eso con la boca grande. A posteriori, ya a los postres del asunto, parece que la inversión es “con fondos propios y ayudas de la Unión Europea”. ¿Qué ayudas?¿A qué sector están dirigidas?¿Quién las recibe?¿A cuánto dinero ascienden? Todo eso debe estar más claro que el agua porque, tanto en Canarias como en Andalucía, todo el entorno de las ayudas europeas ha estado infectado por la corrupción, el tráfico de influencias y el enriquecimiento ilícito. Y en Bruselas lo saben perfectamente. No vale con unas cuantas fotografías y la clásica rueda de prensa. No, de ninguna manera. Hacen falta datos rigurosos y estudios de viabilidad. Por ejemplo: si el proyecto se hiciera, cosa que dudo, y diera beneficios, cosa que dudo aún más, ¿cómo se establecería la relación económica si el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria están en el asunto? ¿Qué ganan los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria con que una sociedad limitada ocupe su cielo? El proyecto y la inversión pueden ser privados, pero afectan a un espacio público propiedad de todos las personas que viven en la ciudad. Y no es que nuestro país destaque precisamente por el respeto a la sociedad civil.
Y el vendaval asopló
Néstor Álamo quería que asoplara el vendaval en su canto al cambullonero. El asunto del que tratamos ya tiene su vendaval … y las tormentas y tornados que habrán de llegar. El Hijo Predilecto de Gran Canaria 2016 y prestigioso economista, Antonio González Viéitez, ha sido rápido al mostar su oposición a la instalación del proyectado teleférico de La Isleta. Nada más presentarse el proyecto, Viéitez escribió un artículo – publicado en este periódico – en el que, bajo el título La Isleta. La obsesión de apropiarse del aire señalaba lo siguiente:
“(...) entienden que los paisajes aéreos no son para disfrutarlos y embelesarse con ellos, sino para apropiárselos, ponerles su marchamo, su logo y, si se tercia y aquí está la gracia, sacarles beneficio económico particular. En mi opinión, es el caso del ingeniero industrial Rafael Cabrera quien es el autor del proyecto de hincarle un teleférico al istmo de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, al barrio de La Isleta y a la misma Península hasta la montaña de El Vigía. Y hablo de obsesión porque el propio Rafael Cabrera fue el que intentó el año pasado hincarle otro teleférico al mismísimo Roque Nublo”.
- El istmo es, sin duda, el hecho geográfico más característico y que le da personalidad a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Bordeado por dos playas, Las Canteras y Las Alcaravaneras que hacen de ese espacio algo único. Por eso, intentar poner el funicular a todo lo largo de ese espacio emblemático y de las dos playas, me parece un irrespetuoso maltrato. Porque ¿a quién se le ocurre machacar el espacio más sensible de cualquier ciudad que se respete a sí misma?
Lo más importante a mi juicio. Desde hace más de 50 años hay un debate pendiente en esta ciudad. Cómo hacer para conseguir que La Isleta sea accesible, de la forma más justa y adecuada, a toda la ciudadanía. Mucho se ha escrito y discutido sobre ese tema, aún sin resolver. Y siempre se planteó que lo que había que hacer era su Ordenación Territorial mediante un Plan, que tuviera en cuenta todas sus posibilidades y potencialidades como conjunto. Y que, por medio de un proceso de discusión y debate muy participativo, se plasmara el proyecto de lo que se quería hacer. Pues bien, ahora se pretende montar el funicular, es decir hacer una importante actuación concreta, sin tener en consideración la globalidad del planeamiento integral de La Isleta. En otras palabras, edificar una pesada infraestructura sin haber definido el conjunto de lo que se pretende.
Esta forma de actuar es la que, según atinada consideración del Consejo Consultivo de Canarias al Proyecto de Ley del Suelo, pretende transformar el modelo de Ordenación del Territorio de Canarias. Y es que, hasta ahora, la Ordenación del Territorio se hacía a través del Planeamiento Previo, es decir por medio de una visión estratégica y global. De forma racional y razonable. Pero si se llegara a aprobar el Proyecto, la Ordenación del Territorio, se haría a través de Proyectos concretos, sin ninguna otra consideración. Justo lo que pretende esta ocurrencia del funicular.
Rafael Cabrera, cabeza visible de la sociedad limitada Teleférico de Las Palmas, contestó a Viéitez con estos argumentos:
El proyecto no intenta aprovecharse del aire ni del paisaje como Vd., con una buena dosis de demagogia, indica. Todo lo contrario, lo que intenta es, precisamente, poner a disposición de los ciudadanos, foráneos o nativos, unas vistas que ahora no le son permitidas, tanto hacia la Ciudad y la Isla como hacia el campo volcánico de La Isleta, de la forma menos invasora posible, sin tener que esperar otros cincuenta o cien años a que los estudiosos padres del planeamiento decidan en qué forma se accederá a pié de tierra a la zona, eso sí, sin tocar el campo volcánico. Al mismo tiempo que se intentará hacer una labor divulgadora de las muy interesantes circunstancias geológicas de Gran Canaria mediante el open air museo y el Centro de Interpretación previstos.
En lo referente al obligado paso sobre el Barrio de La Isleta, ve Vd., obviamente, la parte vacía de la botella, utilizando alarmistas términos como: atropello, sufrimiento, riesgos, etc. en unos términos populistas impropios de un Profesor Universitario. Claro que puede ver Vd. la mitad vacía de la botella, con el mismo derecho que yo a ver el lado lleno, que supone la puesta en valor de un barrio que en su día se quejó del “muro” de la hoy Carretera de Juan Rejón, que le impedía mostrarse y que ahora se podrá contemplar en su plenitud y conjunto, lo que no deja de ser una puesta en valor del mismo.
Le niega Vd. a esta empresa el legítimo derecho a recurrir a los Fondos Estructurales Europeos para las iniciativas privadas en Canarias, que alivie en parte la fuerte inversión a realizar. Sabe Vd. muy bien que los mismos se conceden después del estudio y ponderación de los proyectos oportunos y los importes se entregan a posteriori, previa comprobación de la inversión realizada y los términos de la misma, especialmente los puestos de trabajo.
Viéitez contrarreplicó y no sé si Rafael Cabrera ha continuado el debate. Eso ya no importa. Otros más intervendrán y una nueva polémica se unirá a las muchas que llevan arrastrando las Islas Canarias desde siempre. La mayoría se han eternizado o los proyectos no se han llevado a efecto. Hay muchos cabos sueltos en torno a la instalación de un teleférico con 18 grandes moscas volando todo el día entre el Itsmo y La Isleta. Y hay, como casi siempre, eufemismos, medias verdades, mentiras, pactos soto voce entre empresarios y políticos y dinero en juego. Es muy lícito y necesario que las empresas generen proyectos – en este caso, la creación de empleo es mínima – pero lo es también que la sociedad civil defienda lo suyo y aprenda a distinguir la vocación de servicio de la vocación de enriquecimiento.
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EPÍLOGO
De cuando Pepe Monagas se fue a pique en las Fiestas de La Naval
Fiesta en el puerto. Y de la Naval, nada menos. El pueblo rompe zapatos a plazos por las calles de maipés de la Manigua con una irresponsabilidad optimista y estimulante. Y se parte el pecho bebiendo ron de siete peleas, cantando isas punteadas, serenitas como una habanera, isas rasgueadas, de trapisonda y pleito, isas desmangalladas, de las de 'media noche p'al día', más cerca del guineo que del canto, y los cristianos que las entonan, mejor sobre el saco de papas que sobre protagonistas hechos y -sobre todo- derechos de una rumantela. Hace sol entreverado y huele a fritanga de bogas y a pota asada... Por zonas hay polvajeras y en medio una insalla corretona de chiquillos, más galletones que otra cosa, tropezando, metiendo codazos y poniendo rabos. Cada diez pasos abre su boca una caja de turrón o centra una rueda de papanatas un molinillo, estivado de hermosas figuras de yeso, de chucherías pintorreadas, de tal cual botella de un vino tinto de padrastos desconocidos, que lo mismo sirve para beber que para escribir cartas a La Habana, o poner paños de vinagre a una frente con cargasón. Priva das por la alegría contagiosa del jolgorio y por la salida del turrón, que se va en bruma por camadas, las turroneras se revuelven en los banquillos, tirando puntitas, y comprometiendo a los soldados, que pasan serios a la banda de una pollita de buenos colores, con el traje tieso y los zapatos escaldones …
Pancho Guerra
Un hombre con un funicular en el bolsillo
El ingeniero Rafael Cabrera viaja con un teleférico en el bolsillo, pero todavía no ha podido encasquetárselo a nadie. Y no es una visión peyorativa sino una evidencia. Así, ha bajado de las cumbres a ver si en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria consigue lo que no logró en el Roque Nublo, utilizando los mismos argumentos y los mismos mensajes. Precisamente, cuando era presidente de la Asociación de Empresarios de Tejeda, propuso unir mediante un teleférico el casco urbano de Tejeda con la base del Roque Nublo, un recorrido de 2.560 metros de distancia que se realizaría entre siete y ocho minutos en cabinas de 40 pasajeros de capacidad, en ambos sentidos. En la plataforma rocosa situada junto al que es uno los símbolos naturales de la Isla, conocida como la Degollada del Roque Nublo, la estación se ocultaría en un accidente natural del terreno, un hoyo que facilitaría su integración paisajística. El presupuesto estimado para hacer realidad esta idea asciendía a unos 15 millones de euros y el posterior mantenimiento y gestión de este medio de transporte generaría más de una veintena de puestos de trabajo directos. Finalmente, su gozo en un pozo, el Cabildo de Gran Canaria no autorizó instalar el teleférico después de que el PP se sumara a una moción socialista en contra de su construcción, respaldada por todos los grupos del Pleno. Ello acontecía en febrero de 2010. Seis años después, el espíritu del teleférico emprende un nuevo caminar. O subida al Gólgota.
De cuando Pepe Monagas … Bueno, que les tengo que decir que esta historia con la que me voy a enfrentar durante los próximos cinco o seis folios jamás debiera haber salido de mis dedos que manejan las teclas a coscorrones. Por aquello de que 'la letra con sangre entra'. No. En absoluto. Este es un cuento que tenía haber escrito Pancho Guerra, protagonizado por Pepe Monagas, ilustrado en gouache sobre papel por Eduardo Millares Sall y Cho Juaa, prologado por Pepe Alemán y publicado en 'El Conduto', sección dedicada a despropósitos varios, disparates y esperpentos. Bien podría la retahila haberse titulado 'De cuando Pepe Monagas vio por vez primera unos paratos volando sobre La Isleta'. Lamentablemente, Pancho Guerra se mandó a mudar para otras tierras el siglo pasado y le siguió Millares Sall, convencidos ambos de que el XXI no iba a traer cosas buenas para el planeta y estas islas que, de momento, en el planeta están. Así que, no me ha quedado otra que ocuparme del muerto, que nunca pagó la cuota de 'El Ocaso'. Parafraseando a Monagas, yo diría que quieren hacer nacer un ser que no puede ser, aprovechando la vía ordinaria: el oscurantismo, las medias verdades, el trile críptico administrativo y coger a la ciudadanía en agosto en Belén con los pastores.