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El temporal de 1910: la tragedia de Hermigua
Como todos los años a finales de octubre se rememora una de las efemérides más trágicas ocurridas en La Gomera: el famoso temporal ocurrido el 30 de octubre de 1941. Sin embargo, en el caso concreto del pueblo de Hermigua existió un temporal aún más importante en cuanto a número de fallecidos se refiere. Tuvo lugar concretamente el 26 de diciembre de 1910, pero lo curioso de este suceso es que ha quedado prácticamente en el olvido; el tiempo siempre implacable se ha encargado de desvanecerlo de la memoria colectiva de la gente. Se trató de una de las mayores tragedias ocurridas en Canarias durante aquella época si nos atenemos al número de muertos provocados por aquel fatídico temporal de principios del siglo pasado.
Fue sin duda alguna una auténtica catástrofe, tal y como calificaron las consecuencias de aquel temporal los periódicos canarios de la época. En el diario El Tiempo, en su edición del día martes 27 de diciembre de 1910, se nos describe sucintamente los hechos que desencadenaron la tragedia (1). El lunes 26 de diciembre, un día después de la celebración de la Navidad por tanto, las torrenciales lluvias llenaron los barrancos totalmente, causando grandes daños su desbordamiento en numerosas fincas particulares. La ruina del pueblo de Hermigua fue espantosa -según relató el periódico-, desarrollándose escenas aterradoras entre los vecinos, al ver devastadas sus propiedades. Los plantíos quedaron todos destruidos, siendo de gran importancia las pérdidas materiales.
Pero la verdadera tragedia, la humana, tuvo lugar en una casa del Valle Alto, propiedad del vecino don Domingo Herrera, hundiéndose el inmueble a causa de la tormenta. Al empeorar el temporal y hacerse más fuerte, los tabiques de la casa cedieron quedando sepultadas muchas personas, entre ellas muchas mujeres y un gran número de niños (2). Perecieron entre sus escombros ni más ni menos que veintiuna personas, las cuales se encontraban celebrando la Navidad en aquel inmueble según una versión, o bien estaban refugiándose del temporal, según otra información. Algunos de los asistentes pudieron salvarse y librase de la muerte. En las horas siguientes se procedió a extraer los cadáveres de los fallecidos entre los escombros.
Al día siguiente, el martes 27 de diciembre, el alcalde de Hermigua, don Alberto Trujillo Trujillo, telegrafiaba desolado al Gobernador Civil de esta manera: “Ampliando telegrama 25 actual, tengo sentimiento manifestarle que las pérdidas este pueblo son incalculables; víctimas ocasionadas son 21, llamada Francisca García, cinco hijos de ésta, María, José, Francisco, Silverio y Vicente Medina García, Afligida Perdomo Morales y sus cuatro hijos, Eugenia, Antonia, Gabriel, Domingo Piñero Perdomo, Ildebrando, Feliciano y Juan García, Antonia, Agustina, José y Concepción Cabrera Paz, Francisca Plasencia Navarro, Quiteria González García y Catalina Paz García. Encuéntrense gravemente heridos: Encarnación Perdomo Morales, Dolores Perdomo, Josefa Trujillo López, Tomasa Morales, María Paz, María Navarro y Juana García. Caminos en su mayor parte desaparecidos por fuerza elementos. Pueblo arruinado totalmente. Gran número de familias en la miseria acuden sentimientos humanitarios. Recabe gobierno nos envíe socorros ante terrible catástrofe. Día 26 hundiéronse dos casas, ocasionando dos heridos leves, llámanse Ana Barroso y una hija de ésta. Gran número casas de esta Villa amenazan ruinas. Trabajo con mayoría vecindario a fin de hacer trillos para comunicar trozos aislados y desembarcaderos” (3).
Tardaría Hermigua muchos meses en recobrar la normalidad. En una época donde apenas existían carreteras en el pueblo y donde esta localidad se conectaba con la capital insular a través de un camino en malas condiciones, el municipio quedó incomunicado durante varias semanas hasta que se pudo arreglar la vía de acceso hacia el recién inaugurado pescante. La tragedia debido al gran número de personas fallecidas causaría una gran conmoción entre el vecindario durante muchos años más. Esta efeméride, aunque dolorosa, forma parte de nuestro pasado y también debe ser recordada.
(1) Diario El Tiempo, martes 27 de diciembre de 1910.
(2) Diario de Avisos, martes 27 de diciembre de 1910.
(3) Diario El Progreso, martes 27 de diciembre de 1910.
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