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1984-2014: 30 años de la tragedia de Agando

Monumento a las víctimas del incendio de 1984

Miguel Ángel Hernández

Valle Gran Rey —

Ciertamente, si queremos conocer cómo se desarrolló un determinado acontecimiento, como es en este caso el trágico incendio que asoló los montes gomeros en septiembre de 1984, nos basta con acudir a la hemeroteca, o algún tipo de informe, que de una manera metódica y analítica nos dé: la fecha de inicio (10 de septiembre), el número de hectáreas quemadas (unas 900), el número de fallecidos (20) o cualquier otro dato que nos interese.

Sin embargo, si lo que queremos es traspasar los meros datos y penetrar en los sentimientos, en lo que esa tragedia significó, para las personas y para la isla, ahí las estadísticas no nos valen, ni siquiera el relato literario. Ese es un campo reservado para la poesía, y dentro de la misma, para ese género que es la décima. Nada como la espinela para expresar esas vivencias personales que suponen el reverso y contrapunto de la historia.

Quiso el destino que en el incendio participara, como jefe de una cuadrilla, un poeta gomero y también improvisador, Onelio Medina Medina, natural de Los Aceviños (municipio de Hermigua), quien, como no podía ser de otra forma, echó mano de las décimas para poder expresar lo que allí vivió.

Así pues, a modo de informe poético-periodístico, combinando la relación de lo que aconteció en aquellos días, con los versos de Onelio Medina daremos un viaje en el tiempo hasta aquel septiembre fatídico.

RELACIÓN DE ACONTECIMIENTOS DEL INCENDIO FORESTAL PRODUCIDO EN LA ISLA DE LA GOMERA EL DÍA 10 DE SEPTIEMBRE DE 1984.

Lunes 10 de septiembre.

A las 11:20 horas de la noche, León Sosa, Funcionario del ICONA, y Jefe de Comarca de la isla, recibe una llamada telefónica de Ramón Cubas, Jefe de Zona de Vallehermoso, indicándole que Manuel Torres, capataz del retén nocturno de Chipude, ha detectado un foco de fuego en las últimas casas del barrio de La Laja (en la zona conocida como Dehesa de Manco), en el término municipal de San Sebastián de La Gomera. Al parecer en dicho barrio no se habían percatado del fuego. Se procede a actuar de acuerdo al protocolo establecido, dando cuenta del incidente a la Guardia Civil, Delegado del Gobierno, Policía de San Sebastián, personal de ICONA de los pueblos cercanos, así como a los vecinos de La Laja.

Septiembre noche del diez

adonde le llaman La Laja,

se abrió de fuego una fraja

que a contar voz pegaré.

Como a eso de las diez

de la noche en su aposento,

en voz de reclutamiento

al fuego me incorporé.

En un primer momento se defienden las viviendas de La Laja apagando el flanco inferior del fuego, pero el incendio se propaga rápidamente hacia Las Nieves y Degollada de Peraza, siendo imposible actuar por la velocidad que el viento imprime al incendio.

En esta noche del diez

por una mano atrevida

en La Laja se encendía

una zona de Pinar.

Que sin poder controlar

se abría con gran anchura

y sin demora ninguna

fue a Las Nieves a parar.

Martes 11 de septiembre.

Sobre las 2 de la mañana el fuego llega a la cumbre y salta hacia el otro lado de la carretera, frente a Las Nieves. El fuego salta de la cuenca de Ojila a la de Benchijigua. Dada la situación de los hechos, se está a la expectativa hasta que amanezca.

Sin poderse dominar

la carretera cruzó

el piche se derritió

hasta las piedras ardían.

Sin daño y sin avería

a la ermita la dejó

esto es premisión de Dios

del sacramento divino

ir el fuego en su camino

ni a la plaza la dañó.

Mientras, se había tocado arrebato en la capital de la isla y un coche con altavoces convocaba a los vecinos en el Ayuntamiento.

Sobre las 7 de la mañana, y después de la salida del sol, se empieza a hacer una línea de defensa que impidiese la propagación del fuego hacia el resto del monte, principalmente hacia La Zarcita, Bailadero y El Cedro.

Hasta La Laja llegamos

dando colaboración

por orden de Don León

a Peraza nos marchamos.

En la zona desplegamos

con la gente preparada

por las fuertes llamaradas

aquel campo abandonamos.

A Jerduñes y Vegaipala

fuimos corriendo a avisar

para noticias llevar

y recoger los ancianos.

A Benchijigua llegamos

alarmando a los vecinos

retornando por el camino

a Agando nos trasladamos.

Cuando a la zona llegamos

Don José nos advertía

que a Ojila nos conducía

Cubas y Maximiliano.

Fue el día once temprano

las ocho de la mañana

el frescor nos engalana

por la mañana sombría

pero nadie conocía

la dirección de las llamas.

Sobre las 12 de la mañana, parece que el fuego está dominado en el barranco de Ojila. El Gobernador, Francisco Afonso Carrillo, viene desde Tenerife, junto con técnicos de ICONA. A la llegada del Gobernador, se observa desde El Bailadero, que se produce un cambio de viento y se levanta el fuego del fondo del barranco. Se saltan las trochas y el fuego sube hacia el canal en dirección a Ojila y Agando. Se da la orden al personal que combate el incendio que se retire: unos hacia La Laja, otros hacia El Bailadero y otros hacia la Degollada de Peraza, zona que ya había sido quemada.

Sobre las 2 de la tarde, la comitiva oficial (coche del Gobernador, coche del Delegado del Gobierno, dos coches de la Guardia Civil) se sitúa en las proximidades del Roque de Agando para observar la evolución del incendio y organizar la extinción del fuego apoyándose en la zona quemada.

Nada más comenzar los trabajos y a los pies del Roque de Ojila surge otro brote de fuego con dirección imprevista por la tremenda variabilidad del viento y que se caracteriza por una gran virulencia, la mayor observada hasta el momento. Se da la voz de alarma y se ordena por la emisora que se retirará todo el personal.

Todo el mudo movimiento

una amplia trocha se abría

pero nadie entendía

que dirección tiene el viento.

Un disparo de momento

en Casa Manco se halló

un ángel nos liberó

para poder hacer el cuento.

Todo se quedó encendido

que nada se puede ver

muchos se echan a correr

sin conocer paradero

por no saber un sendero

para poderse defender

en amargo padecer

porque es amable la vida

viendo las llamas que ardían

tras nosotros correr.

Con ochenta compañeros

yo me logré escapar

corriendo por el canal

a salir al Bailadero.

Y aquellos que no quisieron

aceptar mi compañía

les vino a costar la vida

que ni recordarlo quiero.

Como jefe de cuadrilla

yo cumplía un reglamento

sin apartarme ni un momento

de los padres de familia.

Pensaba con gran diliria

en los que estaban soltero

a los que salvarles quiero

del incendio de La Villa.

También consiguieron escapar integrantes de otras cuadrillas que se encontraban en otras zonas.

Muchos estaban en Ojila

se hallan barranco adentro

cumpliendo su reglamento

para el siniestro dominar.

Que iban a peligrar

les vino al pensamiento

al ver el cambio de viento

que al fuego le da el favor

un milagro del señor

pa ponerse en salvamento.

Es el principio de la tragedia, la comitiva oficial es sorprendida por el fuego, así como el personal que se encontraba en la zona. Empiezan a aparecer los primeros quemados, entre ellos el Presidente del Cabildo (Antonio Plasencia Trujillo). Se da aviso al hospital para que estén preparados.

La zona afectada por la ola de fuego no se podía atravesar. Cuando consiguieron atravesarla, acercándose al Roque de Agando se encontraron con el coche del Gobernador virado hacia San Sebastián. Un poco más adelante encontraron en Land Rover de la Guardia Civil virado hacia arriba (con un herido en la parte trasera) y dos coches más. Iniciándose la búsqueda de personas que estuviesen en aquellos alrededores al existir coches vacíos. Se avisa a las ambulancias de la isla para trasladar a posibles heridos así como al ferry para retrasar su salida, para posibles traslados de heridos graves.

Cuando a la una se halló

ya el rumor de los quemados

sin un dato asegurado

las víctimas que dejó.

El gobernador cayó

junto con sus compañeros

que salvarse no pudieron

las llamas los atrapó.

El delegado cayó

pero gravemente herido

cuando en las llamas sebido

la ropa se la quitó.

El presidente se halló

dando gritos lamentables

aclamando por la madre

y encomendándose a Dios.

Muchos que están auxiliando

mora su mala suerte

que les espera la muerte

en la Gollada de Agando.

Sin saber cómo ni cuándo

era su destinación

el quedar como carbón

dentro las llamas luchando.

En Pajaritos acuden los alcaldes de Hermigua, Agulo y Vallehermoso con personal voluntario, que unidos con los de ICONA comienzan de nuevo con las tareas de extinción, con el objetivo de que el fuego no se propagase al bosque del Cedro.

El incendio continúa por Benchijigua y alcanzó por la tarde las faldas del monte de Alajeró, siguiendo al anochecer en dirección a Igualero e Imada.

Toda la madre que mandó

su hijo al Roque de Agando,

se encontrará suspirando

por los seres que perdió.

Y todo aquel que sufrió

llagas en su cuerpo humano

si se encuentra salvo y sano

que le dé gracias a Dios.

Quedan las huellas marcadas

por esta ola maldita

fue que la virgen bendita

no les ayudó con nada.

Todas las madres amadas

viendo las llamas que arrasan

salir su hijo de casa

y entrar ceniza más nada.

Miércoles 12 de septiembre.

Al amanecer del miércoles se realiza un contra-fuego a lo largo de la carretera general que va de Pajaritos a Igualero, para evitar que el incendio se propague hacia la cumbre central de la Isla.

Sobre las 6 de la tarde el incendio queda controlado aunque sigue amenazando puntualmente varias zonas, quedando dos frentes: Zarcita (y barranco de Ojila) y Alajeró.

Sigue el fuego su destino

sin poderlo dominar

y el doce sin parar

le cortamos el camino.

Porque todos acudimos

por nuestro suelo gomero

para salvar con esmero

nuestro Parque Nacional,

donde se van a recrear

españoles y extranjeros.

Gracias a los militares

abrazos a los bomberos,

no tenemos los gomeros

para este favor pagarles.

Los aviones llegan tarde

cumpliendo con su deber

pero viene a suceder

lo que ya todos sabemos

ya que mañana leeremos

en el diario lo de ayer.

Contribuyen al control del incendio la llegada a la isla de bomberos de la Mancomunidad del Valle de La Orotava (el martes) y el miércoles bomberos de S/C de Tenerife, La Laguna y Las Palmas. A mediodía del miércoles llegan a La Gomera (procedentes de la península) dos hidroaviones de ICONA, que permanecerían en la isla hasta el día 16 (el agua la tomaban en los acantilados de Los Gigantes).

El incendio se daría oficialmente por extinguido sobre las 6 de la tarde del miércoles 19 de septiembre, una vez que comienzan a caer las lluvias sobre la Isla.

Los fallecidos.

Veinte víctimas costó

este incendio del que hablamos

lo que nunca averiguamos

qué verdugo lo pegó.

Que sin pensar destruyó

nuestros bosques naturales

cobijo de los torcales

que se hallan dentro las ramas

de las frondosas retamas

que adornan sus manantiales.

Hay viudas que amargamente

lamentan a sus maridos

pensando lo que han perdido

con sus tristes inocentes.

Quien les trae diariamente

el dulce pan al hogar

podernos acariciar

y amarnos mutuamente.

El lunes 17 de septiembre a las 8 de la tarde se celebra un funeral por los fallecidos del incendio en la Parroquia de la Asunción en San Sebastián de La Gomera.

Relación de fallecidos.

D. Francisco J. Afonso Carrillo.

D. Bartolomé Alonso Torres.

D. José Ramón Ascanio Escobedo.

D. Florencio Ballesteros Jiménez

D. José Brito Villalba.

D. José Juan Darias Herrera.

D. Sebastián E. Darias Herrera.

D. Fernando J. Feria González Palenzuela.

D. Francisco M. Fernández Clemente.

D. Pablo Antonio García Padilla.

D. Ramón Hernández Francés Díaz Llanos.

D. Sebastián Herrera Ramos.

D. Ángel Izquierdo Cabrera.

D. Carlos José Jérez Reyes.

D. Manuel José Llarena Arteaga.

D. Ángel José Mendoza Martín.

D. Víctor Morales Herrera.

D. Francisco Padrón Herrera.

Alfonso Ruiz Benítez de Lugo Zárate.

D. Juan Carlos Santos Mesa.

La carencia de medios.

Desde luego no es el objetivo de este trabajo analizar las responsabilidades, pero lo que sí parece claro es que, aparte de las cambiantes condiciones del viento, la falta de medios técnicos y la descoordinación fueron determinantes en el desarrollo del incendio. También la carencia en la isla de las infraestructuras adecuadas: sobre todo en materia de transporte y medios sanitarios repercutió en la atención de los heridos. Esto lo refleja muy bien las décimas del palmero Miguel Rocha Martín:

El carecer de aeropuerto

con hospital anticuado

es retornarte al pasado,

o al más oscuro desierto.

Y a tu porvenir incierto

que te fustiga y desola

se va sumando la ola

gigantesca de pesares

entre platónicos mares

furiosos de verte sola.

Como testigo mudo de la tragedia y como homenaje a los fallecidos, existe un monolito en la zona del Roque de Agando, en el Parque Nacional de Garajonay, donde se encuentran grabados sus nombres. Actualmente, y como símbolo de esperanza, lo que fue paisaje desolado es hoy casi lo que fue antes del incendio.

En la “Gollada” de Agando

hay un cruz dolorida

que nombra todas las vidas

que murieron trabajando.

Con flores de vez en cuando

al fin todo pasará

porque todo el que se va

ha cumplido su destino

Dios le guíe el buen camino

con rumbo a la eternidad.

Este autor que da escritura

dentro de las llamas se vio

pero con suerte salió

sin daño ni quemadura.

Sólo lleva una fractura

dentro de su corazón

que por alguna razón

vivió en su país lozano

ver veinte seres humanos

quemados como el carbón.

Fuentes.

Medina Medina, Onelio: Décimas del incendio de La Gomera. Inédito. Manuscrito facilitado por Onelio Medina Medina.

Rocha Martín, Miguel (1985): El trágico incendio de La Gomera. Décimas. Ed. ACIC. (Asociación Cultural de las Islas Canarias).

SOSA, Léon / Ors, Alfonso / Sánchez, Isidoro: Relación de los acontecimientos del incendio forestal producido en la isla de La Gomera el día 10 de septiembre de 1984. Informe.

Mercedes Abreu Expósito: Las décimas del fuego en La Gomera. Inédita. Pendiente de edición por parte de La Palma punto y aparte.

AGRADECIMIENTOS:

Onelio Medina Medina.

Conchi Fagundo, coordinadora de uso público del Parque Nacional de Garajonay.

Ángel B. Fernández López, director-conservador del Parque Nacional de Garajonay.

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Justo Pérez Cruz.

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