Lanzarote, una isla roja con recuerdos en blanco y negro
Mujeres con sombreras protegiéndose del calor que ataca por el cielo y por la tierra; camellos compartiendo el picón con cabras, o familias que posaron para una foto sin saber que hoy les miraríamos a sus ojos anónimos con tanta expectación. El proyecto Memoria Digital de Lanzarote ha ampliado en los últimos meses su fondo audiovisual con la incorporación de nuevas colecciones, tanto de fotografía como de vídeo, que se han ido subiendo a su página web www.memoriadelanzarote.com.
Esperas de días cotidianos aguardaban al siguiente en lugares donde solo pasa el viento. Y también romerías, un instante captado en la cantina donde los hombres iban a descansar de ser hombres, mujeres de piel morena en contraste con las salinas y mirando el mar, el modo en que las mujeres descansaban de ser mujeres. En las fotos no se escuchan las zarandas, los ladridos de los perros, no se ve el color de Lanzarote, los recuerdos son, por un acuerdo no escrito de la Humanidad, sepia.
Sepia como aquellos niños, que se dirigían descalzos a pescar con su perrito y les interrumpió un holandés con su cámara, que no tenía una empresa más noble que pasar el día echando las horas mirando el mar esperando a ver si pican.
Según informa el Cabildo, entre los fondos audiovisuales destacan las películas cedidas por coleccionistas particulares o cineastas amateur como la familia Lamamié de Clairac, la familia Martín Rosa, Alberto Morales, Nélida Brito, José García o el Cabildo de Gran Canaria. Mientras, entre los fondos fotográficos, cabe citar las colecciones de Jaime Caballero Díaz, Jan Blaauboer, Pedro Siemens, Lucía Guerra Sinsolo o la familia Romero Roque. Entre las colecciones cedidas por instituciones públicas destacan las cedidas por el Centro de Cultura Audiovisual de Gran Canaria, perteneciente al Cabildo de Gran Canaria, y vídeos institucionales del propio Cabildo de Lanzarote.
Instantes del pasado que fue un instante, comparado con la historia milenaria de la tierra que los sostuvo. Y en los rincones de Lanzarote y en las miradas de sus moradores, siempre el mismo secreto esperando a nunca ser descubierto.
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