Espacio de opinión de La Palma Ahora
Al alumnado universitario, mis héroes
En estos días, el alumnado universitario, en su particular viaje interestelar a través de los Grados, está entrando en ese agujero negro al que el punitivo sistema de evaluación lo aboca irremediablemente. ¡Los temidos exámenes! Punitivo, no por los resultados finales (que dependerán de diversos factores), sino por la propia putada de tener que atravesar un agujero negro (a veces, incluso... aunque no te lo merezcas).
Por muchas décadas que pasen, la enseñanza no cambia. La adornamos continuamente con apellidos (Ley de la ¿ONCE?, hecha por alguien que no quiere ver; Sistema de ¿colonia?, hecho por alguien que perfuma lo que luego se esfuma), pero es más de lo mismo: un alumno masoquista que paga a un profesor sádico para que lo putee. El sistema deja en las manos del propio profesor la potestad de actuar racionalmente o de desarrollar sus perversiones más instintivas.
A pesar de todo, luego, un año tras otro, el alumnado atraviesa el túnel, sorteando todos los obstáculos de la maldita yincana y saliendo triunfal. Una dura prueba. Lo deseable, querido alumno, sería que, en el futuro, cuando tú gobiernes, sustituyas el túnel del miedo por un laberinto educativo que permita aprender a medida que se vaya cruzando.
Pero ahora... permite que yo te dé todos mis ánimos, mi apoyo, y que te considere héroe.
Eres un héroe porque sigues adelante a pesar de que, a veces, el ministro de turno te sopla toda la presión en el cogote. “Si suspendes te dejo sin beca y sin estudios. ¡Y lo sabes!”.
Eres un héroe porque sigues adelante a pesar de que, a veces, nosotros, los profesores de turno, erigidos en jueces evaluadores (en vez de instrumentos docentes), te soplamos toda la presión en el cogote. “Sí, claro que he puesto a parir al Ministro de Becas, pero tú tienes que superar la asignatura con mi método de 1960, porque antes éramos muy listos y tú no estás preparado”.
Por último, recuerda que tienes a favor dos incontestables armas de construcción masiva:
1) Tú eres el futuro. El mundo depende de ti, no de nosotros.
2) Estás en la bendita edad del caos, el desorden y los bruscos bandazos emocionales. Y, aunque suene paradójico, no hay nada más armónico que eso en nuestra existencia.
En estos días, el alumnado universitario, en su particular viaje interestelar a través de los Grados, está entrando en ese agujero negro al que el punitivo sistema de evaluación lo aboca irremediablemente. ¡Los temidos exámenes! Punitivo, no por los resultados finales (que dependerán de diversos factores), sino por la propia putada de tener que atravesar un agujero negro (a veces, incluso... aunque no te lo merezcas).
Por muchas décadas que pasen, la enseñanza no cambia. La adornamos continuamente con apellidos (Ley de la ¿ONCE?, hecha por alguien que no quiere ver; Sistema de ¿colonia?, hecho por alguien que perfuma lo que luego se esfuma), pero es más de lo mismo: un alumno masoquista que paga a un profesor sádico para que lo putee. El sistema deja en las manos del propio profesor la potestad de actuar racionalmente o de desarrollar sus perversiones más instintivas.