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El arte del enrame de carrozas en El Paso. Rigoberto Pereira de Paz ‘Rigo’: in memoriam

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El 13 de julio de 2017 leí el pregón de las Fiestas de la Bajada de la Virgen del Pino que llevaba por título: 'El Paso: tierra de cultura, leyendas, tradiciones y patrimonio' y en el que apuntaba que “El Paso es tierra de cultura, arte y tradiciones. Aquí han vivido y viven infinidad de artistas (poetas, narradores, pintores, escultores, cineastas, músicos, etc.) que han paseado nuestro nombre fuera de la Isla. El espíritu creativo de los pasenses queda fielmente reflejado y representado en las impresionantes obras de arte efímeras que cada año engalanan las principales calles del municipio durante la celebración de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús. Los Carros Alegóricos y algunas de las carrozas que participan en la Romería de la Bajada de la Virgen del Pino son otras manifestaciones que hablan de la creatividad y el sentido estético de muchas personas, anónimas y sin afán de protagonismo, que realizan una callada labor cultural en la que todos los pasenses nos reconocemos y nos sentimos muy orgullosos …”.

Continuo señalando que “… la Romería de la Virgen del Pino era, y es, sin discusión, la romería por antonomasia de La Isla. Y esto no es chauvinismo, así lo reconocen la gran cantidad de gentes, venidas de todos los rincones, para participar, ver y disfrutar de un precioso recorrido. Lo que la hace tan especial son sus carrozas, trabajadas con mimo y cuidado, hasta los más mínimos detalles, en un trabajo que lleva semanas, cuando no meses, y en cuyo montaje participan amigos, vecinos o calles enteras. El engalanamiento de las carrozas es la ocasión perfecta para que, una vez más, la vena artística de los pasenses se mostrase en todo su esplendor…”.

Al escribir aquellas notas no me imaginaba que, unos años después, tendría la posibilidad de destacar y resaltar a uno de esos diseñadores de carrozas, cuyo trabajo quedó grabado en mi memoria durante mucho tiempo. De sus creaciones, en la década de los 80 del siglo pasado, habían llegado a mis manos algunas fotografías que hemos conservado como un auténtico tesoro. La suerte, o el destino, nos han permitido elaborar este sentido y merecido reconocimiento a Rigoberto Pereyra de Paz, conocido  como Rigo. Seguramente, a alguna gente joven no le suene su nombre, pero estamos absolutamente convencidos de que, quienes tengan cierta edad, en torno a los 60 y más años, recordarán sus impresionantes carrozas. También he de reseñar que se trató de una época en que las carrozas se hacían y trataban con mucho mimo y gusto, muchas de las cuales eran auténticas obras de arte, con menos medios económicos y materiales que en la actualidad.

Rigo nació en Venezuela el 15 de febrero de 1958. Se traslada a La Palma, a muy corta edad, de donde eran naturales sus padres. Estudia Magisterio, especializándose en Lengua e Inglés, en la Universidad de La Laguna, completando su formación académica en 1979. Desgraciadamente, murió repentinamente el 9 de octubre de 1993. Ejerció una excelente labor docente en el Colegio Nuryana (San Cristóbal de La Laguna), desde 1980, siendo muy querido y apreciado por la comunidad educativa con la que trabajó y convivió. Rigo, como en todo aquello que emprendió en su corta vida, se entregó en cuerpo y alma a la docencia, para cuyo desempeño tenía muchas cualidades y valores que trataba de inculcar a su alumnado. Era tal el vínculo con esta institución educativa que diseñó el uniforme y el logo, una veleta, que aún mantienen. Asimismo, decoró todas sus aulas y espacios comunes. También impartió clase en la escuela pública, en el CEIP Hermano Pedro (Vilaflor) y en el CEIP Camino Largo (La Laguna).

Quienes lo conocieron nos hablan de una persona generosa, detallista, servicial, ocurrente y muy pendiente de prestar ayuda a todas las personas de su entorno. Fue una persona adorable y respetable que se hizo querer por quienes compartieron la mayoría de sus vivencias. Todas estas cualidades, innatas, las trasladó a su impresionante quehacer en las carrozas de la Bajada de la Virgen del Pino. Su vena artística le venía de su propia familia, ya que su madre fue una reconocida artesana y, especialmente, con el mundo de la alfarería. Tal es así que, algunos veranos en La Palma, trabajó, ayudó y colaboró con el Taller de Cerámica El Molino (Villa de Mazo) ya que su madre y Vina eran primas. Hemos tenido la oportunidad de hablar con Ramón y Vina sobre Rigo y nos han confirmado su delicadeza, sensibilidad y pasión por reproducir las bellas cerámicas benahoaritas que se guardaban en el archivo de este centro alfarero. Esta pasión por el mundo aborigen la trasladó a la decoración de algunas de sus carrozas. Tal es así que, siendo aún alumno de la Escuela de Magisterio en La Laguna, realizó un trabajo en grupo sobre la cerámica benahoarita, presentando para la exposición reproducciones de vasijas, realizadas por él mismo, tan bellas y fieles a las originales, que sobresalió entre todas las presentaciones, y que aún son recordadas por algunas de sus compañeras de clase.

Su vena artística abarcó múltiples campos que van desde el diseño de interiores, la moda, la publicidad, etc. Apreciaba el arte en toda su extensión, era un apasionado de la Literatura, esta expresión artística era parte esencial de su vida, sentía una admiración especial por la generación del 27 y los poetas de la posguerra. También cabe destacar su faceta de acuarelista, aunque también pintaba al óleo, realizando dos exposiciones individuales tituladas “Los Árboles” y “El Beso” en el Colegio Nuryana y Búho Jazz, respectivamente. A ellas hemos de añadir otra exposición, junto con su madre la artesana de bordados palmeros Ángela de Paz Hernández en el Colegio oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Santa Cruz de Tenerife (Delegación La Palma) y otra más en la Sala de exposiciones de la antigua sede de CajaCanarias (Los Llanos de Aridane), ambas en 1992. Cuando le sorprendió la muerte estaba preparando su cuarta exposición que se iba a realizar en La Laguna.

En este reconocimiento queremos hacer especial hincapié en su trabajo artístico en las carrozas del barrio de Tendiña que, en los años 80 del siglo XX, diseñó y engalanó hasta convertirlas en auténticas obras de arte que suscitaron la admiración entre todas las personas que tuvieron el privilegio de contemplarlas y, sobre todo, disfrutarlas. Rigo mantenía vínculos de amistad y camaradería con su entorno del barrio de Tendiña, especialmente en aquellos años en los que tocaba la Bajada de la Virgen del Pino. La preparación y decoración de las carrozas absorbía buena parte de su tiempo, siendo minucioso y detallista hasta la obsesión, de ahí que el resultado final fuese insuperable y sin parangón. La hermandad y la alegría reinaban entre todas las personas que colaboraban en la gestación de la carroza que eran tan grandes que podían acoger a un gran número de individuos que incluían a gente de la vecindad, familiares y conocidos que, de una forma u otra, habían colaborado en el proceso de su elaboración.  

Rigo diseñó y dirigió personalmente cuatro carrozas que llevaban por nombre “Vasijas Guanches”, “El Bejeque”, “El Guanche” y “Los Luchadores” en las que su preocupación esencial era que los objetos representados fuesen lo más similares posibles con la realidad y se apreciase hasta el más mínimo detalle y, a fe, que lo consiguió. Observando las creaciones de Rigo nos queda meridianamente claro su profundo interés y, al mismo tiempo, conocimiento sobre la cultura aborigen, nuestras tradiciones y la flora autóctona.

“El Lagarto sobre la Piedra Hincada” era una carroza con una espectacular representación de un gigantesco “papazul” (lagarto macho), oscuro como ala de cuervo, sus manchas azules y mirada hipnótica, que parecía vivo y dispuesto a saltar desde la carroza entre la gente que se congregaba a lo largo del camino por el que discurre la romería. El detallismo no solo estaba en el propio lagarto, sino en el morro de lava desde el que vigila el “papazul”, en los musgos y líquenes que cubren la roca, así como en las tuneras y verodes que crecen en las grietas. Así de realista era su acabado.

La historia de esta carroza está unida al cariño y al afecto porque se realizó un año después de la muerte de Rigo, en la Bajada de 1994, por lo que su autor fue Orestes García Pérez, su amigo y vecino de Tendiña, que había trabajado en todas las anteriores, codo con codo, con el propio Rigo y planificando que en la próxima romería iban a reproducir un precioso y espectacular lagarto. No había culminado aún la romería y ya Rigo estaba ideando el motivo que llevaría en la siguiente Bajada la carroza de su amado barrio de Tendiña.  Por todo ello, Orestes y vecindad de este barrio decidieron ponerse manos a la obra en un homenaje póstumo a la amistad, la maestría y buen hacer de Rigo, de tal forma que en el frente de la carroza se colocó un pequeño cartel en el que se leía: “Tendiña en homenaje a Rigo”, en recuerdo a un ser auténtico, valioso y a un trabajo artesanal que fueron auténticas Obras de Arte que, como en nuestro caso, y en el de muchas personas pasenses, seguimos evocando.

Nunca sabremos hasta dónde habría llegado la genialidad de Rigo, truncada por una muerte tan prematura, aunque sus creaciones forman parte indisoluble de la Historia, con mayúsculas, de las carrozas que han participado en la romería de las Fiestas de la Bajada de la Virgen del Pino, carrozas únicas que llevaban la esencia de la tradición y cultura canaria.

*Nuestro más sincero agradecimiento a Nieves y Cesar Pereyra de Paz, sus hermanos, y a Ana Gloria Díaz Simón, su gran amiga, quienes nos han aportado los datos biográficos y todas las fotografías.

Felipe Jorge Pais Pais

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