Espacio de opinión de La Palma Ahora
Carta a los Reyes
Para los ayuntamientos palmeros, el Cabildo ha superado una prueba de confianza. Las corporaciones locales respiran porque la Primera Institución de la Isla, por encima de las contingencias políticas, ha entendido los momentos amargos por los que atraviesan las instituciones locales y ha aprobado el Plan Especial de Infraestructuras y Servicios Municipales 2014 con un importe total de 1.000.000 de euros. Todos sabemos de la penuria económica de los ayuntamientos, sus recursos son insuficientes para resistir las embestidas de la crisis. Los Presupuestos Generales del Estado se diluyen entre administraciones y son las más pequeñas, las más cercanas al pueblo, las que penosamente pagan “el pato”, las cuentas se parecen a “la víbora que sólo muerde los pies descalzos”. No basta con que los ediles locales adoren su trabajo si se ven “arrinconados” por la exigüidad de los fondos públicos; no bastan la dedicación y la voluntad para atender a los vecinos, si debido a las estrecheces económicas se les niega el pan y la sal, puesto que la administración más cercana únicamente puede asumir la nimia tarea de mantener servicios esenciales. Son muchos los que abogan por la nueva Ley de Financiación Local, “imprescindible” ?según dicen ?ante la situación “insostenible” de la mayoría de los ayuntamientos. Pero una ley ?añaden ?que clarifique bien cómo se financia y cómo se paga lo que deben hacer los ayuntamientos. Porque ahora mismo, aunque las corporaciones locales fueran capaces de aplicar una disciplina terrible en el gasto hasta poner en riesgo los servicios básicos y de aumentar los tributos, a pesar de los malos tiempos que corren, no podrían cubrir su agujero financiero.
Por eso, la carta de los ayuntamientos palmeros a los Reyes Magos era necesaria, aunque se haya perdido ante la desvanecida consciencia del Estado, omnipotente y paternal, a la hora de poner en valor su mágica generosidad en la distribución de la poca riqueza que nos queda. Las cuentas del Estado se cerraron, y los ayuntamientos canarios siguen esperando por unas dádivas (no contempladas) que solucionen históricos problemas. Pero, en cuestiones de dinero, La Palma sigue estando lejos. Lejos, incluso, del poder centralizada de Tenerife y Gran Canaria. Aquí no llega el maná oficial. Ni siquiera el empobrecimiento general del Archipiélago está bien repartido. Los palmeros nos sentimos injustamente tratados, pero ?como casi siempre ? la resignación nos aplasta y lo aceptamos con mansa conformidad.
Recuerdo que una vez escribí que la nuestra “era una isla colgada del viento y sometida al vaivén de las veletas. Una tierra en la que habitan oscuros topos que horadan sus cimientos y no la dejan levantar”. Sin embargo, no debemos hundirnos en la frustración y el desencanto... Pensemos que “en política, lo que importa no es saber quién es quién, sino quién está con quién”. Y el Cabildo ha interpretado el sentir de los ayuntamientos y ha asimilado el contenido de esa carta a los Reyes, al dar cabida a más de 30 actuaciones en toda la Isla que van desde alumbrado, conservación, mejora de edificios públicos, dotaciones de equipamiento de biblioteca, ejecuciones de instalaciones deportivas y actuaciones de seguridad vial, entre otros.
El consejero de infraestructuras, Jorge González, ha sido claro en su exposición: “desde la Corporación Insular hemos hecho un esfuerzo para ayudar a los ayuntamientos a realizar obras y mantener servicios que repercutirán de forma directa en los ciudadanos, fomentando la cohesión territorial como elemento primordial, pues los criterios para distribuir este millón de euros en diferentes obras han sido consensuados entre los ayuntamientos y el propio Cabildo garantizando que cualquier ciudadano de cualquier municipio se beneficie de esta acción insular”.
El poder de los humildes (en este caso los ayuntamientos) es tener a alguien en quien creer y el Cabildo ha sido su Rey Mago. Uno se alegra de que con estas acciones las empresas del sector, castigadas por la crisis que ha flagelado como nunca sus sufridas espaldas, puedan optar a realizar estas obras fomentando así el empleo en la Isla. De ahí, que el Plan de Infraestructuras, además de una obligación por parte del Cabildo, también lo consideremos un ejemplo.
Para los ayuntamientos palmeros, el Cabildo ha superado una prueba de confianza. Las corporaciones locales respiran porque la Primera Institución de la Isla, por encima de las contingencias políticas, ha entendido los momentos amargos por los que atraviesan las instituciones locales y ha aprobado el Plan Especial de Infraestructuras y Servicios Municipales 2014 con un importe total de 1.000.000 de euros. Todos sabemos de la penuria económica de los ayuntamientos, sus recursos son insuficientes para resistir las embestidas de la crisis. Los Presupuestos Generales del Estado se diluyen entre administraciones y son las más pequeñas, las más cercanas al pueblo, las que penosamente pagan “el pato”, las cuentas se parecen a “la víbora que sólo muerde los pies descalzos”. No basta con que los ediles locales adoren su trabajo si se ven “arrinconados” por la exigüidad de los fondos públicos; no bastan la dedicación y la voluntad para atender a los vecinos, si debido a las estrecheces económicas se les niega el pan y la sal, puesto que la administración más cercana únicamente puede asumir la nimia tarea de mantener servicios esenciales. Son muchos los que abogan por la nueva Ley de Financiación Local, “imprescindible” ?según dicen ?ante la situación “insostenible” de la mayoría de los ayuntamientos. Pero una ley ?añaden ?que clarifique bien cómo se financia y cómo se paga lo que deben hacer los ayuntamientos. Porque ahora mismo, aunque las corporaciones locales fueran capaces de aplicar una disciplina terrible en el gasto hasta poner en riesgo los servicios básicos y de aumentar los tributos, a pesar de los malos tiempos que corren, no podrían cubrir su agujero financiero.
Por eso, la carta de los ayuntamientos palmeros a los Reyes Magos era necesaria, aunque se haya perdido ante la desvanecida consciencia del Estado, omnipotente y paternal, a la hora de poner en valor su mágica generosidad en la distribución de la poca riqueza que nos queda. Las cuentas del Estado se cerraron, y los ayuntamientos canarios siguen esperando por unas dádivas (no contempladas) que solucionen históricos problemas. Pero, en cuestiones de dinero, La Palma sigue estando lejos. Lejos, incluso, del poder centralizada de Tenerife y Gran Canaria. Aquí no llega el maná oficial. Ni siquiera el empobrecimiento general del Archipiélago está bien repartido. Los palmeros nos sentimos injustamente tratados, pero ?como casi siempre ? la resignación nos aplasta y lo aceptamos con mansa conformidad.