Espacio de opinión de La Palma Ahora
El crecimiento económico no valida nuestras vidas
Reducimos el algoritmo de nuestras vidas y de la sociedad en que residimos a una constante principal y única: el crecimiento económico. Y validamos dicha constante como un valor tangible, y sin embargo, no lo es. Solo es una idea ilusionista inyectada en todo nuestro alrededor como futuro imprescindible.
Con toda seguridad, si nuestros antepasados hubieran pronosticado las herramientas y los recursos con los que contamos en la actualidad, también hubieran pronosticado, erróneamente, que estaríamos viviendo dulcemente en una hegemonía de paz y tranquilidad. La tecnología, los avances científicos y los recursos que poseemos en el actual presente, podrían posibilitar dicha situación. Aunque solo fuera en los países más desarrollados.
En ningún momento de la historia, por ejemplo, ha existido la posibilidad de producir tanta comida, tantos medicamentos, erradicar tantas enfermedades, proponer una educación psíquica y física, como tenemos en la actualidad. Y sin embargo, todos esos posibles son ninguneados en relación solo a intereses económicos.
Vivimos equivocadamente, y es que, la aceleración en base al crecimiento económico no disminuye, al contrario, se acelera en una presión insoportable. Como carroñeros económicos no tenemos pausa, la ambición nos ciega, y nos ciega además tanta publicidad invitándonos constantemente a aumentar nuestros ingresos, a elevar nuestro nivel de vida, a invertir dinero que no poseemos aquí y allá, a mantener una forma de vida que solo es capaz de mantenerse o alcanzarse exponiendo nuestras vidas a la presión de la idea ilusionista del crecimiento económico. Ocupamos mañanas que no existen, hipotecamos presentes a juegos circenses de esa nueva religión que se ha apoderado de todo, y que es la economía.
No damos cuenta que toda esa construcción fantasiosa con la que somos embaucados por hechiceros y profetas económicos sobre gloriosos mañanas colmados de abundante maná, solo son excusas absurdas para desahuciar todo presente a favor y fervor de dicho crecimiento económico, y en ello, acabamos por reducir nuestras vidas a la mínima expresión, y atropellamos otros posibles garantes para vivir y convivir en otra manera.
Andrés Expósito
Reducimos el algoritmo de nuestras vidas y de la sociedad en que residimos a una constante principal y única: el crecimiento económico. Y validamos dicha constante como un valor tangible, y sin embargo, no lo es. Solo es una idea ilusionista inyectada en todo nuestro alrededor como futuro imprescindible.
Con toda seguridad, si nuestros antepasados hubieran pronosticado las herramientas y los recursos con los que contamos en la actualidad, también hubieran pronosticado, erróneamente, que estaríamos viviendo dulcemente en una hegemonía de paz y tranquilidad. La tecnología, los avances científicos y los recursos que poseemos en el actual presente, podrían posibilitar dicha situación. Aunque solo fuera en los países más desarrollados.