Las aguas de baño de las playas de Tazacorte “se encuentran dentro de los niveles de calidad establecidos, según el informe que ha elaborado y publicado la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias sobre el estado del litoral en la temporada de baño veraniega en el mes de agosto de 2024. Todas las playas del municipio (Playa del Puerto, Playa de Los Tarajales, Playa Nueva o Mangón y Playa del Charcón) han obtenido el certificado de calidad”, informa el Ayuntamiento en nota de prensa.
David Ruiz Álvarez, Concejal de Turismo y Playas, indica que desde el Ayuntamiento de Tazacorte “hemos apostado por desarrollar la economía azul en nuestro municipio, acentuando el cuidado y la protección de nuestro litoral”, donde las playas de Tazacorte son un “agente dinamizador turístico local importante”.
Por eso, añade, “estamos decididos a continuar trabajando en base a estrategias sostenibles en desarrollo local”. De hecho, la Playa del Puerto de Tazacorte, que cuenta con Bandera Azul, destaca con la insignia de “Calidad de Excelente” para el baño.
Así, el Ayuntamiento se muestra de “enhorabuena” al cumplir con la normativa vigente y obtener el certificado de calidad en las aguas de baño en todas las playas del municipio.
La inspección sanitaria da el certificado de calidad a las playas del litoral bagañete
La Dirección General de Salud Pública programa anualmente la Vigilancia Sanitaria de las zonas de aguas de baño de Canarias. Esta vigilancia se efectúa en aquellas zonas de baño incluidas en el Censo Nacional de Zonas de Aguas de Baño.
Consiste en la realización de visitas periódicas de inspección sanitaria para comprobar el estado de la arena y del agua, así como para la recogida de muestras de agua de baño para su posterior análisis en los Laboratorios de Salud Pública.
El concejal explica que las muestras de agua que han sido analizadas en las playas del municipio estudian parámetros como las algas, los macroscópicos, transparencia, color, aceites minerales, presencia de espumas persistentes y sólidos flotantes, restos orgánicos y cualquier otro residuo –cristal, plástico, caucho o madera–, que pueda afectar a la salubridad de las aguas y se considere de interés sanitario.
Por eso, concluye David Ruiz, se trata de “un reconocimiento a una gestión en la política local basada en criterios medioambientales”.