Quienes me conocen saben que soy de Las Manchas, de aquí de San Nicolás, muy cerquita de donde reventó el volcán allí arriba en Cabezavaca hace casi dos años.
Y los vecinos mancheros seguramente ya se imaginan de qué hablan estas líneas. Y no, quiero que sepan que no están para nada equivocados. Efectivamente estas líneas van dedicadas al cajero nada automático de nuestro queridísimo barrio.
Todos recordamos cómo tras el volcán tuvimos que limpiar lo que para otros era realmente inimaginable, tuvimos que arreglar casi todas nuestras casas que se vieron afectadas por la ceniza y los temblores, algunas de hecho aún no las hemos podido reparar porque se vinieron abajo por el peso de la cenizas. Pero eso es otra historia...
Cuando pudimos volver a Las Manchas todo era muy pero que muy difícil.
No teníamos agua, la luz se cortaba continuamente, de teléfonos e internet ni hablar hasta que Verimax nos abrió una pequeña conexión digital inalámbrica, sin carreteras ni conexiones con El Paso y Los Llanos de Aridane (y aún seguimos pendientes de la más importante y necesaria: la carretera LP2), con la gasolinera de nuestro barrio cerrada (y hasta la fecha), como casi todos nuestros bares y restaurantes, sin ningún supermercado, ni tan siquiera ninguna tienda pequeña hasta que ‘Lalano’ abrió la suya para sacarnos de los apuros allá en Jedey...
Todo fue muy pero que muy difícil. Y lo sigue siendo.
Pero las cosas empezaron a mejorar poco a poco. Abrieron por fin nuestro centro de salud, reabrieron nuestro querido colegio antes llamado Corazoncillo o Taburiente y ahora llamado increíblemente Jedey pese a estar ubicado en pleno centro de San Nicolás. Reabrieron dos de nuestros bares, ‘El Americano’ y ‘El Aperitivo’. Y hace poco tiempo también reabrió nuestro Bodegón Tamanca.
Y en medio de todo esto Cajasiete decidió ayudarnos y darnos, por fin, un cajero automático para nuestro querido barrio que ubicaron junto a nuestro centro de salud.
Y hasta aquí todo genial. Si no fuera porque el dichoso cajero, hablando claro, no ha funcionado prácticamente nunca. Pero nunca, nunca ¡eh!
Y me gustaría tener la suerte de que algún responsable de Cajasiete leyera estas líneas y me pudiera explicar qué sentido tiene tener un cajero automático con media pantalla negra y que nunca, jamás, tiene dinero ni funciona. Pero nunca jamás ¡eh!
Si desde Cajasiete le dedicaran unos minutos de su itinerario y tiempo a darle funcionalidad al cajero nada automático de Las Manchas quizás este artículo no llevaría como título ‘El cajero nada automático de Las Manchas’.
Porque bastantes problemas tenemos que afrontar día a día todos los mancheros como para encima aguantar también cosas que están más cerca de ser una tomadura de pelo, que una ayuda para nuestro barrio. Porque lo único que queremos todos es que Las Manchas, poco a poco, tire para delante.