De todos es sabido que la única profesión en la que no importan los estudios ni la experiencia es la política, lo cual no deja de ser imprudente, ya que quienes la ejercen están llamados a gobernarnos. Fruto de estas ausencias, y de otras cuestiones menos disculpables, nos encontramos a menudo con decisiones políticas que causan risa, escarnio o vergüenza, y, peor aún, algunas generan caos, e incluso las hay que hacen tambalear la democracia. Todos estos hechos han convertido a los políticos en uno de nuestros mayores problemas en vez de ser los creadores de la solución.
Recientemente ha sucedido un hecho que, sin revestir tanta gravedad, sí muestra estas cuestiones que señalo, sobre todo las primeras. Sucedió en el Pleno del Ayuntamiento de Fuencaliente de La Palma el día 20 de junio pasado y acaeció por una propuesta del PSOE, uno de los partidos en la oposición. Para entenderlo, antes debemos hacer una breve introducción.
Este municipio no tiene ninguna captación de agua y toda la que utiliza le viene por dos canales, de los que uno de ellos, el LP-I, el principal, presenta unas pérdidas cuya evaluación resulta dudosa. En efecto, el consejero de Aguas del Cabildo, ex director general de Aguas del Gobierno de Canarias (aquel que dijo que las desaladoras hay que ponerlas a cota conveniente), calificó el canal como un colador; el presidente del Cabildo actual dijo que tenía unas pérdidas del 60 %, más o menos la misma cantidad que expuso su antecesor en el cargo; el alcalde de Fuencaliente, dando un ejemplo concreto con cantidades expresadas en pipas, aportó valores que se correspondían con un 70 o un 80 %; el presidente de la Asociación de Regantes dijo primero que un 20 y luego lo subió a un 35 %, en función del origen del agua; y, por último, cabe citar al gerente del Consejo Insular de Aguas que dijo que las pérdidas eran de un 10 %, e incluso, aportando este coeficiente al caudal del municipio, evaluó las pérdidas en 4.000 m³/día (volveremos a esta cantidad). Todas estas valoraciones están recogidas en entrevistas realizadas a los protagonistas.
De todo ello se deduce que nadie sabe cuánto y dónde se pierde en el canal, pero también se concluye que existe muy poco diálogo dentro del Consejo Insular. Por otra parte, este mismo Consejo tiene en marcha una obra que consiste en forrar con una lámina de PVC el canal con el ánimo de disminuir estas pérdidas, invirtiendo el dinero por tramos a un promedio de unos 3 o 4 millones de euros cada vez. Esta solución por la que apuesta el Consejo Insular es la tercera vez que la acomete y, por lo expuesto, se puede deducir lo poco efectiva que ha sido hasta ahora.
Ante esta situación y como solución, el Ayuntamiento y el Consejo Insular, han optado por implantar inicialmente una desaladora de 4.000 m³/día en Fuencaliente y esta vez no a una altura conveniente sino en la costa. En principio, esta solución para compensar las pérdidas, carente de toda lógica, es para abastecer la demanda urbana y turística y, posteriormente, la agricultura de Fuencaliente y otros municipios hasta llegar en un futuro a 12.000 m³/día.
Además, para evitar que esta desaladora consuma energía eléctrica producida con petróleo, en el estudio encargado por el Ayuntamiento, se aclara que se pone un parque fotovoltaico y eólico para abastecerlo energéticamente. Pues bien, según el citado estudio, realizado sin conocimiento de la ciudadanía y guardado celosamente en una gaveta hasta después de las elecciones pasadas, el coste de la desaladora sería de 2’5 millones y el del parque energético de 9’5 millones.
Vayamos por partes porque en este párrafo hay mucho que comentar. Por una parte, la isla tiene tres canales principales que recogen y transportan agua desde el norte hacia el sur, pero ahora, para reforzar el suministro, no solo de Fuencaliente sino de otros municipios, se pone la desaladora en la cola del canal sin aclararnos cómo la transportarán hacia arriba, suponemos que entubada y bombeada. ¿No sería más lógico, si la cuestión es poner como sea una desaladora, construirla en cabecera de reparto que no en destino? Por otra parte, y para no tener que reconocer que la desalación crea una dependencia con el petróleo, a la vez que un elevado coste del agua, invierten cuatro veces más dinero del que cuesta la desaladora para poder enchufarla a la energía renovable. Ha sido peor el remedio que la enfermedad.
Aún hay más: lo que ya hemos señalado y que ha acontecido en el pleno del día 20 de junio en el Ayuntamiento. El grupo del PSOE, en la oposición, bien asesorado por la Asociación de Agua para La Palma, presentó una moción para instar al Cabildo a que entubara y telemetrizara el canal LP-I, el de las pérdidas que nadie sabe, y que se empezara desde Fuencaliente y, yendo hacia aguas arriba, hasta llegar a los dos puntos desde donde se envía el agua para el abastecimiento: Túnel de Trasvase y pozos de El Roque y El Carmen. De esta forma tan lógica se acabaría definitivamente con las pérdidas e incluso con los robos.
A la hora de votar, el grupo de gobierno lo hizo en contra, puesto que haber apoyado la propuesta implicaría renunciar a la desaladora; el representante de UPF-PP se abstuvo, alegando que Carlos Cabrera, antiguo consejero de Aguas, no dijo que las pérdidas del canal eran del 60 %, hecho que tampoco importaba lo mínimo; el grupo de Podemos se solidarizó con la propuesta, con lo que el resultado fue un empate que se resolvió con el voto de calidad del alcalde. En definitiva el Ayuntamiento decidió no instar al Consejo Insular a que entube el canal y así condena a que las pérdidas sigan asolando al municipio.
No obstante, si esto era realmente absurdo, lo esperpéntico estaba por llegar. El concejal que se abstuvo propuso a continuación una moción en la que solicitó que se premiara con una reducción del 30 % del IBI a toda aquella casa fuencalentera que reparara o construyera un aljibe para así enseñar al incrédulo mundo cómo se ahorra agua para los riegos de jardines y huertos, a pesar de haberse hartado a decir todos, incluso en el debate de la moción del entubado, que llueve menos y que incluso ya ni siquiera nieva.
Se aceptó por unanimidad. Pero… ¿qué obtendríamos con esta excelsa medida? Vamos a calcularlo en el mayor de los casos, es decir, que todos los fuencalenteros colocaran un aljibe en sus casas: si consideramos que hay 1.840 habitantes en el municipio (que nos consta que hay menos), y que cada casa alberga a 4 habitantes de media, obtenemos 460 casas que suponemos que pueden tener una superficie de recogida de aguas para el aljibe de 150 m² cada una (que es tirar por lo grande), y con una pluviometría media de 500 l/m²por año (que solo es cierto para los núcleos altos), y considerando, por último, que, según los Planes Hidrológicos aprobados por el Cabildo de la Palma, hay que descontarles el 50 % de esa lluvia por la evaporación, obtendríamos que con 46.000 m² de superficie de recogida de lluvia en las 460 casas, acumularían en todo el municipio 11.500 m³ de agua al año, lo cual como valor medio diario serían 31’5 m³/día.
Compárese esta cantidad con las pérdidas que dice el gerente del Consejo Insular, el valor más bajo de todos, de 4.000 m³/día, en el canal LP-I. En definitiva: nuestros políticos votan que no a recuperar 4.000 m³/día de agua y aprueban por unanimidad recoger de la lluvia 31’5 m³/día. Está claro que no interesa evitar las pérdidas porque sin ellas… ¡no haría falta la desaladora! Aunque la verdad es que, con pérdidas o sin ellas, en La Palma, no hacen falta desaladoras, como tampoco hacen falta en Galicia, Asturias, Inglaterra, Francia, Dinamarca, Tailandia, Vietnam, etc., es decir, en todos aquellos lugares donde se disponga de más agua de la que necesitan.
*Carlos Soler Liceras es ingeniero experto en Hidráulica y Energía e Hijo Adoptivo de Fuencaliente de La Palma