Cuando el volcán llevaba un mes rugiendo, la lava, que por entonces ya había causado una enorme destrucción material, también provocaba daños emocionales. Este monstruo de la naturaleza afectaba por igual a adultos y a niñas y niños. Por eso, ya en octubre, le solicitaba al consejero de Sanidad reforzar el personal de Salud Mental del Hospital y acercar esta atención a todos los centros de salud de la isla.
Los palmeros y palmeras, que asimilábamos como podíamos la dosis diaria de malas noticias, veíamos la necesidad de este apoyo para lidiar con nuestros sentimientos: con el enfado, la rabia, la incomprensión, la pena y la tristeza.
Y a la vez nos sorprendíamos con alegría al ver que el alumnado de colegios desaparecidos bajo la lava o evacuados eran capaces junto al profesorado y Ampas, y resto de trabajadores de los centros, de “hacer escuela” en locales habilitados para ello. Y lo han hecho gestionando sus emociones.
Leíamos entonces, por ejemplo, que las maestras, el Ampa y las trabajadoras y trabajadores del CEIP La Laguna habían convertido en tan solo seis días el Centro Sociocultural del Retamar en una nueva escuela.
Desde el primer minuto, la comunidad educativa empezó a trabajar con el alumnado las múltiples emociones que genera una catástrofe de esta magnitud, que ha tocado de lleno a tantas y tantas familias.
Los pequeños de todos los centros, con la ayuda de sus profesoras, pudieron hablar abiertamente de lo que sentían: miedo, tristeza, cansancio, incertidumbre, pero también ilusión, paciencia, amor...
Muchos lo hicieron porque han aprendido a manejar con soltura un lenguaje que les permite gestionar sus emociones, sean las que sean. Y esto es producto del trabajo que desde 2014 se lleva haciendo en los centros escolares de Canarias con la asignatura Emocrea, en primaria, una iniciativa pionera que se puso en marcha gracias a la propuesta en el Parlamento autonómico del diputado nacionalista David de la Hoz, que defendió una proposición para convertir la educación emocional en una asignatura obligatoria en todos los colegios de Canarias.
Nos convertimos así, hace casi 8 años, en la primera y, por ahora, única Comunidad de España y de Europa en dedicar parte del horario escolar (90 minutos a la semana) a enseñar a los niños y niñas a identificar sus estados de ánimo, a hablar sobre ello y a buscar soluciones.
Los niños y niñas de La Palma, en su corta vida, han tenido que afrontar una pandemia, con la carga emocional y psicológica que conllevó el confinamiento, y un volcán que, en algunos casos, ha supuesto la pérdida de su vivienda, el desplazamiento a otro municipio y, en suma, ser testigos del sufrimiento familiar.
En estos momentos, más que nunca, la capacidad para manejar las emociones se ha convertido en algo fundamental para atajar problemas de salud mental en los pequeños a corto y largo plazo. Desde luego, no es la única herramienta necesaria, pero el trabajo de base ya está hecho.
Sin embargo, los adultos carecemos mayoritariamente de este aprendizaje tan necesario, y quienes han tenido que afrontar a lo largo de estos cuatro meses la desaparición de su vida entera y sus recuerdos bajo la lava o quienes han perdido sus propiedades y su fuente de ingresos han tenido que afrontar la catástrofe sin más herramienta que su aguante físico y mental.
La atención a la salud mental en La Palma tras el volcán es en estos momentos tan importante y urgente como la recuperación de las carreteras y la reconstrucción de viviendas e infraestructuras.
No atajar este problema con la misma intensidad con la que se abordará la reconstrucción física de la isla sería un error con unas consecuencias nefastas que acarrearemos como sociedad durante años. La reconstrucción emocional no puede dejarse de lado.
Hemos reclamado desde el primer momento de la erupción el refuerzo de la atención de la sanidad mental en La Palma y solo gracias a la enorme labor que han realizado los Colegios de Psicólogos y voluntarios, mucha gente se ha sentido guiada en este proceso de pérdida.
Necesitamos que el Gobierno de Canarias y el Cabildo den importancia a este problema. Porque es importante. Porque debemos recuperar lo material, pero también lo emocional.
El propio Colegio de Psicólogos de Tenerife ha tenido que asumir el coste de mantener esta ayuda profesional ante el silencio de las administraciones porque los contratos dejaron de renovarse el 14 de diciembre, como si, apagado el volcán, desaparecieran los problemas por arte de magia. Esto es algo que hay que solucionar.
Es fundamental que continúen prestando su labor y apoyo el equipo de psicólogos que ya lo venían haciendo y que se refuerce este servicio en el Hospital y se lleve hasta los centros de salud.
Creemos que podría extenderse al Cabildo la iniciativa del Ayuntamiento de El Paso de elaborar un Plan de Salud Mental reuniendo a expertos nacionales en Psiquiatría y Psicología con el objeto de detectar qué tipos de patologías se están produciendo entre la población a consecuencias de la catástrofe y de analizar cómo se va expresando el estrés postraumático a través de tiempo, danto a este problema la relevancia que tiene y adelantándose en la gestión.
Ojalá el Cabildo y el Gobierno de Canarias sigan este ejemplo y den a este problema la importancia que tiene.
Nieves Lady Barreto
Secretaria insular de CC La Palma