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Los comercios que miran al volcán irradian solidaridad, pero sus ventas se resienten: “Solo se compran gafas protectoras”

Jennifer Jiménez

Los Llanos de Aridane —
22 de octubre de 2021 09:54 h

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Dévo González es la propietaria de una mercería del municipio de El Paso (7.623 habitantes). Desde la puerta de su negocio el volcán le recuerda cada día que sigue allí. “He tenido que retirar algunos hilos de la entrada porque se me estropeaban con la ceniza”, asegura. Como otros comercios de toda la comarca afectada por la erupción, han bajado sus ventas. Las personas evacuadas buscan productos de primera necesidad y las que no prefieren ahorrar o no gastar en estos momentos en los que los ánimos están por los suelos. La propietaria de esta mercería señala que tiene sus productos a un 50% y que hasta allí se han dirigido personas desalojadas para comprar algo de ropa interior. “Me he quedado sin nada” o “Tengo todo en bolsas y no sé donde tengo las cosas” son algunas de las frases que más le comentan. Impotente ante la situación tan difícil que le ha tocado vivir a su municipio ha iniciado una campaña de venta de siluetas de La Palma realizadas a ganchillo que vende por 4 euros y cuya recaudación va íntegra a los afectados por el volcán. “Me han hecho muchos encargos desde Gran Canaria, he mandado hasta 70 paquetes”, afirma esta joven que ha encontrado en esta acción una forma de colaborar. 

Mientras habla con este periódico pide hacer un parón de diez minutos para ir a buscar a su hija al colegio. “La verdad es que las niñas necesitaban ya volver al cole”, asegura cuando regresa con una de sus pequeñas de la mano. Durante un mes el alumnado de este y los municipios de Los Llanos de Aridane y Tazacorte no acudieron a clases presenciales por la erupción, lo que ha repercutido en los pequeños y en la conciliación familiar y laboral. “Yo traía a las niñas a la mercería”, señala. El padre de sus hijas es de origen inglés y fontanero cuyos clientes son en su mayoría de origen extranjero también y que han sido evacuados de sus zonas. Lamenta que directa o indirectamente a toda la población palmera le ha afectado de alguna manera. A pocos metros de su mercería se encuentra el herbolario Alegría, que lleva Claudia, una alemana afincada en la isla desde hace 28 años y cuya tienda tiene 18. “El negocio se llama alegría, pero alegría ya tengo poca”, lamenta mientras señala al volcán que aprecia también desde su puerta. 

En el mismo municipio Nuria tiene una tienda de productos ecológicos, Ecoságamo. “Este tendría que ser nuestro agosto”, pero las ventas “han bajado un 80%”, aclara. Los meses que se prolongan desde octubre a junio son temporada alta para la isla y sus clientes son sobre todo alemanes que vienen por largas temporadas pero que este año han decidido cancelar estas estancias por miedo al volcán. Coincide con otros residentes de la zona en que el turismo es importante pero tiene que ser de calidad, que revierta en la economía local y estos días se han acercado personas a visitar la isla solo durante un día. Nuria indica que intenta tener la tienda surtida, pero ya trae menos fruta porque teme que se le eche a perder. Es palmera residente en el barrio de Los Rosales, que no ha tenido que ser evacuada, pero ella tiene su “bolsito preparado” por lo que pueda pasar. La situación también explica que le ha pasado factura a su madre, de 86 años y que ya no quiere ni salir al patio por miedo y pareja trabaja en el CECOPIN y lleva 32 días muy duros. 

Tazacorte, pendiente del mar

En el centro del municipio de Tazacorte, frente al ayuntamiento, se encuentra Bea ordenando los objetos de decoración que vende en Ayumar, una empresa palmera de distribución de material eléctrico e iluminación. Asegura que las ventas se han resentido mucho este mes y que la población solo compra lo imprescindible como “gafas protectoras, aspiradoras, sopladores y cepillos” ya que la ceniza se ha convertido en parte de la rutina. Cada día está muy pendiente de las decisiones que tome el Plan de Emergencias Volcánicas del Gobierno de Canarias ante la llegada que parece inminente de la otra de las coladas al mar. Muy cerca se encuentra también la agencia de viajes Tamara. Benigno señala que a la COVID-19 ahora se le suma esta situación y que la población ahora no está dispuesta  a viajar. A ello se le añade que el aeropuerto hay días en que no se encuentra operativo por la dirección de la ceniza. 

Bonos para invertir en Los Llanos de Aridane

La concejala de Asuntos Sociales de Los Llanos de Aridane, Elena Concepción Marrero, ha asegurado a este periódico que, entre las medidas promovidas desde su área para las personas afectadas se encuentra la de promover bonos para comprar en los establecimientos del municipio y de paso ayudar un poco en promover el comercio local. Algunos comercios señalan que sí están empezando a llegar algunas personas con estas tarjetas y otros que algunos días ha llegado algún cliente que fue evacuado de su casa con dinero en efectivo pero que fue ingresado a una cuenta oficial para realizar donaciones. Por lo general, explican que la tendencia es que estas personas compren lo estrictamente necesario. También indican que los residentes que no han sido afectados directamente sienten cierto pudor al comprar artículos que no son de primera necesidad. 

Andrea es una tinerfeña que lleva ocho años en La Palma. Trabaja en un estanco y asegura que la caída de ventas se ha notado. Fundamentalmente, siguen pasando por ese establecimiento clientes asiduos, pero los extranjeros no se ven pese a que es temporada alta. Los Llanos de Aridane es el núcleo poblacional más grande de la isla (20.171 habitantes) con más residentes que la capital en Santa Cruz de La Palma (15.674). Andrea señala que aquí normalmente se aprecia más movimiento que en la capital, pero estos días los ánimos no están para comprar y la caída de ceniza tampoco ayuda. En ello también coincide Jacqueline de la tienda Casa Móvil, donde vende artículos de electrónica y souvenirs, que no se venden en estos momentos. “Hoy hay un poco más de movimiento en la calle, pero ayer fue horrible”, asegura. 

Erica es empleada en la tienda de ropa y complementos El Escondite, asegura que en los primeros días las ventas se pararon casi al completo. Ahora, se aprecia “alguna persona comprando un regalo algo que le haga falta”, pero es poco el movimiento estos días. Son semanas duras, después del tiempo que tanto este como otros comercios de la zona tuvieron que aplicar un ERTE a sus trabajadoras por la pandemia. Explica que son momentos que está viviendo “bastante mal” porque todos se conocen en el municipio y siempre se conoce a alguien afectado directamente. En una tienda de zapatos muy próxima, Rosa Palo, explican que las ventas han bajado un 10% aproximadamente. 

Hay enseres que resultan de primera necesidad y así lo explican en una conocida cadena de material de papelería. La empleada es palmera, nacida en el barrio de Argual, y prefiere no dar su nombre pero asegura que todo el pueblo se encuentra muy conmovido por la situación, cambiante cada día. “Desgraciadamente la gente tiene que imprimir muchos documentos en esta situación y vienen cada día”, apunta. Además, al vender productos necesarios para estudiantes o personas que trabajan en oficinas sí que se aprecia movimiento estos días. “Anímicamente es duro, todos nos conocemos, quien no tiene amigos, tiene un compañero de trabajo o un familiar que lo ha perdido todo y es muy difícil”, lamenta con sus ojos emocionados. Mientras tanto, en los Llanos de Aridane la población trata de recomponerse a los golpeas de los últimos días, en especial la entrada de lleno de la lava en La Laguna y las últimas evacuaciones que se han producido en este municipio y en Tazacorte. Un clarinete da un poco de melodía y luz a una mañana más triste y gris como la ceniza del volcán.