Las palabras y el tono del escritor, periodista y dramaturgo senegalés Boubacar Boris Diop transpiran una lucidez calmada incluso en temas de profunda complejidad y controversia que afectan no solo a su continente sino también a Europa, la otra cara de la moneda. Ha estado recientemente en La Palma gracias a una residencia artística promovida por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane donde pudo terminar la traducción de una de sus novelas y donde, también, mantuvo varios encuentros en la biblioteca y en los dos institutos del municipio. Entremedias se trasladó a la Universidad de La Laguna (ULL) para participar con los estudiantes en una charla sobre estudios literarios. También visitó la sede de Casa África en Las Palmas de Gran Canaria para presentar La Gloria de los impostores, un libro escrito conjuntamente con la política y escritora maliense Aminata Dramane Traoré y en el que, en forma de diálogo epistolar, ambos analizan el conflicto de Mali y reflexionan sobre el papel que juega Occidente en la configuración de los conflictos internacionales.
Galardonado con varios premios literarios y autor de numerosas obras como Murambi, el libro de los huesos o Doomi Golo, se ha convertido en un referente de su país y del continente africano por escribir principalmente en wolof, el idioma mayoritario de Senegal. Antes de poner rumbo de nuevo a su país, desde la serenidad de La Palma respondió a este medio sobre cuestiones como la colonización, el decaimiento de Occidente o la relevancia del lenguaje en la modulación de las culturas.
¿Qué peso tiene el lenguaje en la construcción de nuestro pensamiento?
La lengua lo es todo. En Europa, ¿por qué los países menos poblados se aferran a su lengua? Porque la lengua es la cultura, el imaginario, la libertad, la contribución más importante que un pueblo hace al mundo. Con la lengua se manifiesta la estructura mental de las comunidades. Hemos visto en numerosas guerras civiles, e incluso en conquistas, que la lengua ha tenido un papel muy importante. Si echamos un vistazo al pasado, para los españoles fue crucial acabar con las lenguas mexicanas, con las lenguas de América Latina, como el náhuatl. Todas debían desaparecer en beneficio del español. Sin el componente lingüístico, la conquista no habría sido posible, habría sido un absoluto fracaso. E incluso aquí, en las islas Canarias, ocurrió lo mismo con los guanches. Por eso la lengua es el marcador de identidad más poderoso para un pueblo.
En este sentido, ¿por qué es importante que la literatura africana se escriba también en las lenguas de África?
Para que todo se normalice. África es el único continente del mundo en el que los escritores publican en una lengua que sus compatriotas no saben leer. Parece que los escritores africanos se dirigen en primera instancia a las personas de fuera, antes de pensar en su propio pueblo. Considero que nos tenemos que dirigir al mundo entero pero empezando por nuestro pueblo. Hay personas que creen que si escribimos en nuestra lengua materna estamos aislándonos del mundo, pero no es cierto y nunca lo ha sido a lo largo de la historia de la literatura. Por ejemplo, tomemos por caso la Unión Europea, con sus 27 lenguas y sus 5 alfabetos: no podemos pedirles a los griegos que no escriban en griego, aunque sean pocos, aunque su población sea menor que la de Senegal.
La lectura y la escritura en wolof (el idioma maternal de Senegal) son difíciles para muchos de sus compatriotas. ¿Por qué se produce esta situación?
Pues porque no la han aprendido. Por ejemplo, tú eres española, ¿no? Imaginemos que naces en España pero nunca vas al colegio para aprender a escribir y a leer en español. Dirías que es difícil, ¿no? Pero en realidad la cuestión no es la dificultad, sino que no se ha adquirido la lengua. Eso es todo. Ninguna persona nace con la capacidad de comunicarse o de leer en una lengua, ya sea el wolof, el chino, el japonés, el bambara o el español. Sea cual sea la lengua materna de una persona, si no va al colegio a aprenderla es normal que diga que es complicada. Estas personas han ido al colegio, pero en lugar de enseñarle su lengua, les han enseñado una lengua extranjera, por lo tanto, les parece que el francés es más fácil, pero no es cierto. Lo que pasa es que el francés sí se lo han enseñado.
Como intelectual crítico con las consecuencias de la colonización, ¿cuál es la hoja de ruta que deben tomar las sociedades africanas para revertir esta situación?
En realidad, cada vez que me plantean una pregunta parecida a esta, respondo que no puedo inventar nada. Hemos tenido a lo largo de la historia grandes intelectuales que han reflexionado acerca del futuro del continente africano, como por ejemplo Frantz Fanon o Cheikh Anta Diop. Lo cierto es que lo importante es eso a lo que Cheikh Anta Diop denomina la reconquista de la fe. Creo que las naciones africanas han de ser solidarias, tienen que formar un bloque compacto y deben estar orgullosas de su pasado. También se debe entender que África es el origen y el núcleo de la evolución de la especie humana. Con ese orgullo, considero que acabaríamos con lo que Bob Marley llamaba mental slavery, la esclavitud mental. Además, pienso que la cultura tiene un papel imprescindible en el proceso de emancipación del continente: los poetas, los artistas, etc., todas las personas que trabajan para hacernos sentir mejor en el mundo y en nuestro entorno.
En La gloria de los impostores, Aminata Traore se pregunta: “¿No tenemos, a pesar de todo, derecho a esperar otro tipo de relaciones basadas en el respeto mutuo entre África y Francia?”. ¿Cómo deben ser esas relaciones entre Europa y África?
En primer lugar, hay que entender que existen dos niveles: uno se corresponde con las relaciones entre Europa y África en general, y el otro con las relaciones entre Europa y las partes del continente africano en cuestión. Por ejemplo, nosotros, Senegal, Mali, Costa de Marfil, Gabón, etc., estamos marcados por las aportaciones y las relaciones con Francia. Lo importante aquí es la lucha por la soberanía: que Francia no tenga poder de decisión sobre lo qué se debe pensar o hacer en nuestros países. Debemos liberarnos de la influencia de Francia para con nuestras economías y nuestras políticas estatales.
Por otra parte, creo, además, que hoy en día Occidente está experimentando un declive. No me refiero a que Occidente no tenga ya nada de poder militar, político o económico, pero sí que considero que los países occidentales han perdido autoridad moral. Y la ha ido perdiendo tras la invasión de Irak, fruto de un engaño que, con armas de destrucción masiva, destruyó el país. Al igual que ocurrió con Libia, otro engaño que hizo que Gadafi bombardeara su propio pueblo. También está la guerra en Siria, que parece no tener fin.
En otra de sus obras, en África más allá del espejo, usted escribe: “¿Quién se atrevería a sugerir que los alemanes, en tanto que masa indistinta de individuos, son culpables del Holocausto? ¿Por qué lo que es evidentemente insensato para otros, parece indiscutible cuando se trata de África?”. Es evidente la disparidad de enfoques a la hora de analizar un acontecimiento según su ubicación.
Tenemos que reconocer que es una situación realmente injusta y muy extraña. Debería haber un razonamiento lógico: si en el caso del Holocausto, que causó seis millones de muertes, nadie acusa a Alemania ni dice que los alemanes sean bárbaros, violentos o crueles, sino que se acusa a los nazis, a Hitler, ¿por qué, entonces, cuando se comete un genocidio en África, se generaliza, incluso antes de entender lo que ocurre? No se acusa solamente a Ruanda, sino directamente a todos los africanos.
De modo que aplicamos un razonamiento hacia una parte de la humanidad parecido al que aplicamos con los animales: por ejemplo, con el león no hacemos distinciones, ya sean leones de Pakistán, de Camerún, de Senegal... Sino que simplemente, en el reino animal, hay un animal al que llamamos león, y lo mismo ocurre con los elefantes y con todos los demás. Son simplemente animales y, como no son capaces de reflexionar, no tienen nada que aportar al mundo, no hacemos distinciones entre unos y otros. Este es exactamente el mismo razonamiento que se adhiere a los africanos negros.
Por ende, cuando hay un genocidio en Alemania, se trata de un suceso desafortunado, catastrófico y anómalo para un país civilizado. Sin embargo, si el acontecimiento tiene lugar en el continente africano, es también una catástrofe porque hay personas que mueren, pero no es tan extraño porque, en cualquier caso, han considerado que los africanos están acostumbrados a matarse entre ellos.
Europa es responsable de muchos males existentes en África, ¿qué se puede hacer desde esta parte del mundo?
Bueno, considero que, en primer lugar, los europeos tienen que descolonizarse. A mi juicio, los europeos son los últimos colonizados del planeta porque no entienden las aspiraciones de los otros hacia la libertad. Así que creo que deberían dejar de imponer sus modelos y sus valores y empezar a entender que sus dirigentes les mienten. Lo que más me impresiona de los europeos es su escaso pensamiento crítico. Los medios de comunicación no encuentran ningún obstáculo cuando se trata de modular la opinión en Europa. Europa es un continente cuyos habitantes, a pesar de su nivel de educación y de desarrollo, son considerados como un rebaño que cambia de dirección según se quiera. Por lo tanto, sí, las opiniones públicas europeas deben rebelarse contra sus propios dirigentes, y esa situación causaría efectos positivos al resto de la humanidad.
Me pregunto, de todas formas, si es demasiado tarde, porque Occidente está hundiéndose ahora mismo. En ese sentido, pienso que ganar algo de humildad está bien, porque las personas creen que el resto del mundo siente envidia hacia Europa y sí, hay cierto respeto, pero la Europa de hace treinta años era mucho más poderosa e importante que la Europa actual. Y la historia ha avanzado desde entonces. Es crucial que se comprenda que, incluso geográficamente, es un territorio insignificante. Por ejemplo, la República Democrática del Congo, por sí sola, ocupa la misma extensión que dos tercios de la Unión Europea. Otro ejemplo es Francia, que se dice que es la quinta potencia mundial, pero ¿quién la dirige? Un hombre joven y totalmente inmaduro, Emmanuel Macron. Es un país que ya no impresiona a nadie.
Usted es un gran admirador de Cheikh Anta Diop, el antropólogo e historiador senegalés que demostró el origen negroafricano de la antigua civilización egipcia. ¿Por qué le inspira?
La razón principal por la que considero que Cheikh Anta Diop fue un gran hombre tiene que ver con el coloquio que tuvo lugar en El Cairo en febrero de 1974, organizado por la UNESCO, donde refutó las teorías de los grandes egiptólogos, en el propio seno de las pirámides, basándose en los resultados de su investigación. Finalmente, la UNESCO reconoció que el debate hasta entonces no había estado equilibrado y que Cheikh Anta Diop tenía razón. Desde entonces, la arqueología, la genética y otras disciplinas confirman sus hipótesis y sus conclusiones. Se trata de un caso excepcional el hecho de que un intelectual del tercer mundo haya contradicho a los occidentales en el ámbito de la ciencia y les haya declarado que aquello que decían no era verdad, que estaban falsificando la historia. Creo que no somos conscientes de lo importante que es ese acontecimiento en términos de ciencia.
Ahora bien, algo que siempre sostengo es que, aunque Cheikh Anta Diop no hubiera escrito ni una sola oración sobre el antiguo Egipto y su carácter negroafricano, su figura no sería menos importante. Fue una persona que puso el foco sobre la esencialidad de la cuestión lingüística. Él fue prácticamente el primero que argumentó que la lengua era un asunto crucial para el ámbito económico, político, espiritual, etc. La lengua lo es todo, fue él quien lo puso de relieve y este asunto lingüístico no tiene nada que ver con su trabajo sobre Egipto. Además, llevó a cabo un trabajo fundamental sobre el federalismo africano. Él consideraba que África tenía que formar un bloque compacto para hacer frente al mundo, por eso intentó demostrar que las culturas africanas, a pesar de ser diversas y diferentes, pueden ser una sola: la unidad cultural del África negra, una unidad que reside, por supuesto, en su diversidad.
Canarias es el territorio de entrada para miles de senegaleses que no pueden migrar por avión, ¿cuál es su postura al respecto?
Se estima que hay 35.000 cuerpos bajo el agua, no solo cuerpos de africanos pero sí que muchos procedían de África, todos jóvenes migrantes. Por lo tanto, sí, podríamos decir que el Mediterráneo y el Atlántico son cementerios marinos. Aquí vemos verdaderamente la responsabilidad de los estados, porque esta situación demuestra que tenemos sistemas corruptos que no son conscientes de los problemas de la población. La gente no tiene nada de lo que vivir y se ven forzados a tentar a la suerte y emprender el camino hacia Occidente. Al mismo tiempo, la cuestión de la migración también tiene que ver con las relaciones entre continentes vecinos, entre Europa y África.
¿Cómo ve el panorama político actual en Senegal?*
(Después de la realización de esta entrevista, el presidente de Senegal, Macky Sall, anunció que finalmente no se presentará a un tercer mandato)
Es una situación sorprendente, porque el presidente actual fue elegido por el pueblo, le dimos el voto de confianza, pero ahora estamos viendo que se está aferrando al poder de una manera ilegal e ilegítima. Por lo tanto, la coyuntura actual es intolerable.
Por otra parte está el líder de la oposición, alrededor del que se ha inventado una historia de violación para impedirle que se presente como candidato a la presidencia de Senegal. Personalmente, creo que esta historia ha sido creada de la nada y lo que espero, como ciudadano, como intelectual y como artista es que, en primer lugar, se deje de contar esta historia y, en segundo lugar, que Ousmane Sonko tenga derecho a presentarse a las elecciones para la presidencia de la República. Sonko es, hoy en día, el político más popular de Senegal. Ahora bien, también considero que el hecho de ser tan popular no está directamente relacionado con ser competente. Pienso que no ha violado nunca a nadie, pero tampoco estoy seguro de si está capacitado para gobernar en Senegal. En otras palabras, espero que Ousmane Sonko se convierta en un político normal, que el régimen no lo trate de manera injusta y que pueda presentarse como candidato a las elecciones. Sin embargo, eso no significa que lo considere apto y capaz de dirigir un país como Senegal. Es una reflexión personal.
Lo cierto es que, y me gustaría concluir con esta idea, Senegal no necesita un supermán, sino una persona experta en manejar cualquier situación. Es el régimen en sí mismo el que es hiperpresidencial, que otorga todo el poder al presidente, y eso es lo que se debe modificar pronto.