Tres cadáveres han aparecido en La Gomera en una semana. El primer cuerpo fue localizado el pasado lunes por un grupo de pescadores que faenaba al sur de la isla. ''Las inclemencias del tiempo, la fauna marina y el continuo contacto con el agua hicieron imposible su identificación'', cuenta a esta redacción el médico forense de la isla, Ramón Llorente. Sin embargo, las noticias sobre pateras que han llegado a El Hierro y a Tenerife sin todos sus tripulantes a bordo hicieron suponer que se trataba de un migrante. Al día siguiente, unos marineros se toparon con un segundo fallecido en el océano. El hombre portaba un chaleco salvavidas naranja y un collar de rezo musulmán. Las hipótesis sobre una nueva tragedia en el Atlántico se confirmaban poco a poco.
El hallazgo del segundo cuerpo reafirmó a los investigadores en la teoría de que se trataba de personas migrantes que se hundieron en un mismo cayuco. “Se acercó un poco más la idea de que estaba apareciendo un grupo, tanto por la cercanía de la aparición de ambos cadáveres como por la data de fallecimiento”, apunta Llorente. A pesar de las dificultades para explorar los cuerpos por su estado de descomposición, todo apunta a que perdieron la vida a finales de abril.
Este sábado 11 de mayo apareció en la costa de Hermigua el cuerpo de una tercera persona. Tal y como explica el forense, fueron los vecinos de la localidad los que alertaron a la Guardia Civil, que se desplazó hasta la zona. Aunque los cuerpos no portaban documentación para poder identificar a las personas fallecidas, las indagaciones apuntan a que se trata de tres hombres migrantes mayores de edad que perdieron la vida hace poco más de dos semanas.
Determinar la edad concreta no es sencillo. “No son particularmente jóvenes y la edad podría oscilar entre los 21 y los 60 años”, indica Llorente. La fecha estimada de defunción, la localización del chaleco salvavidas y del collar de cuentas utilizado para el rezo en la religión musulmana (masbaha) ha permitido unir las tres muertes.
En los cinco años que el médico lleva en el puesto, jamás había visto nada igual. Raras son las veces que los supervivientes de la ruta canaria desembarcan en La Gomera o en La Palma. Lo contrario sucede en El Hierro y Tenerife, que en los últimos meses se han convertido en protagonistas de la travesía migratoria hacia Canarias.
Hacinados en una cámara de frío
Los dos primeros cuerpos fueron trasladados a la cámara de frío del Instituto de Medicina Legal de La Gomera, con capacidad para dos cadáveres. El hallazgo de un tercer cadáver obligó a “hacinar los cuerpos y poner uno encima de otro”. La falta de un protocolo de actuación ante procesos con múltiples víctimas es una de las razones que ha empujado a los institutos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife a la huelga. Las protestas comenzaron en febrero y continúan hasta la actualidad.
En el caso de las personas migrantes que alcanzan Canarias por vía marítima, las dificultades para su identificación hacen que deban permanecer al menos una semana en las cámaras por si aparece algún familiar. Si nadie reclama sus cuerpos, es el municipio en el que ha aparecido el cadáver el que debe hacerse responsable de su sepultura.
Una vez enterrados, los familiares aún pueden reclamar los restos de sus seres queridos, identificados con un código numérico, y someterse a una prueba de ADN para probar su parentesco. En muy pocas ocasiones esto puede lograrse, ante las dificultades que tienen las familias en origen de denunciar desapariciones.
Las familias de los migrantes desaparecidos
Esa semana de margen que da la ley entre la memoria y el olvido suele ser un trabajo a contrarreloj para las organizaciones humanitarias, que, con disponen de muy pocos recursos y pistas confusas para dar con el paradero de un padre, una madre, unos hermanos o, incluso, vecinos que sepan en el mundo que alguien ha muerto en el mar o dónde y cómo ha sido enterrado.
En el caso de Cruz Roja, el proyecto Migrantes Desaparecidos, vidas en pausa quiere arrojar luz sobre estas tristes pesquisas, para, aunque sea, poder dar la noticia del fallecimiento a sus familiares más cercanos y ofrecerles acompañamiento e información sobre una posible repatriación del cadáver. El hecho de que Cruz Roja esté presente en tantos países del mundo permite un trabajo de información entre consulados que puede dar con el paradero de los familiares y llegar a tiempo.
Por su parte, en una conversación mantenida con este periódico, la periodista y activista Helena Maleno explica cómo afrontan desde la ONG Caminando Fronteras este acompañamiento, que realizan desde el año 2014 y a raíz de las demandas de los familiares de los muertos en el Tarajal. ''Eso fue una enseñanza muy importante para nosotras porque vimos las familias que desde el otro lado estaban buscando a las muertas y que estaban pidiendo justicia''.
A partir de ese momento no han parado de formarse con las entidades que trabajan en ello, sobre todo las caravanas mesoamericanas de familias que tienen un largo recorrido o con las experiencias “tan fuertes y colectivas” que han tenido en Túnez y en la zona de Annaba en Argelia a principios de la década de los 2.000. También, señala Maleno, ha sido importante desde la organización el trabajo realizado con las asociaciones de forenses y odontólogos del estado español, primero analizando en qué estaba fallando el sistema y por qué no estaba garantizando los derechos de las familias en las fronteras.
“Las familias, como las de cualquier otro desaparecido, sobre todo cuando estamos hablando de desapariciones masivas y que implican una macrovictimización y no solo a nivel individual, tienen una serie de derechos que muchas veces les son negados y las organizaciones estamos de apoyo y para romper algunas barreras, pero las familias tienen derecho a poner una denuncia y las autoridades tienen la obligación de buscar con todos los medios a su alcance a las personas desaparecidas y poner de forma proactiva los medios para identificar a las muertas”.
Es en este sentido es donde las personas migrantes se encuentran con una serie de dificultades, “puesto que hablamos de una situación de búsqueda de derechos trasnacional, de personas que no tienen capacidad de hacer un traslado o sus estados de hacer un traslado de muestras de ADN al estado español porque sí que hay muchos cuerpos que llegan al estado español cuyo ADN están en una base de datos, pero nos faltan datos premortem”, explica la activista.
De manera que, primero informan a la familia de sus derechos a través de un teléfono de asistencia para las 24 horas, dando información a las familias sobre las embarcaciones y sobre las posibles situaciones de desaparición, naufragio o hallazgo de cuerpos y a partir de ahí se trabaja con indicios que permitan tener pre identificaciones. “Tenemos unas fichas que rellenan las familias y sobre todo, lo que hacemos es facilitar el contacto de esas familias con las administraciones públicas que garanticen sus derechos. Eso es lo básico”.
A Maleno le preocupa que las organizaciones no gubernamentales sean una vía paralela por la que esas familias puedan acceder a esta información, y lo explica: “Igual que los desaparecidos de la Guerra Civil, es la administración quien debe garantizar todos sus derechos, para estas desapariciones es lo mismo”.
Caminando Fronteras trabaja actualmente en los países de origen, tránsito y destino; en origen las familias están muy autoorganizadas en países como Argelia y ha trabajado muy intensamente en Senegal y actualmente en Mauritania, donde el estado está elaborando listados de personas desaparecidas.