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Cerca de 400 personas han muerto en la ruta canaria en los últimos dos meses, según la Organización Internacional de las Migraciones

Medio centenar de inmigrantes, entre ellos varios niños, arribó en la noche de este domingo en un cayuco y por sus propios medios a la costa de la isla de Gran Canaria. EFE/ Quique Curbelo

Efe

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La Organización Internacional de las Migraciones (OIM), de las Naciones Unidas, cifra en 525 las personas fallecidas en la Ruta Canaria, considerada la más peligrosa del mundo por vía marítima, sin contabilizar a las víctimas de una patera rescatada este martes en Fuerteventura.

A finales de junio, la OIM cuantificaba en 136 las víctimas mortales en la Ruta Canaria desde el pasado enero, y en apenas dos semanas elevó esa cifra a 250. Es decir, que desde mediados de julio hasta finales de agosto han perecido en el mar intentando llegar a Canarias 275 personas.

Fuentes de la OIM precisan que en sus estadísticas se incluyen los casos confirmados en los que hay supervivientes o se han recuperado cuerpos, debido a la dificultad de monitorizar y verificar los llamados naufragios invisibles, esto es, aquellos en los que barcos enteros desaparecen sin dejar rastro y sin supervivientes.

Esto explica en parte la discrepancia con las cifras de la ONG Caminando Fronteras, que tiene constancia de 36 embarcaciones perdidas en la Ruta Canaria el primer semestre de 2021.

Caminando Fronteras eleva la cifra de muertes a 1.922 en 57 naufragios, descontando también las de la lancha neumática rescatada esta madrugada cerca de Fuerteventura. Al menos 14 personas de origen subsahariano han muerto, según el testimonio de los supervivientes.

Fuentes de la Delegación del Gobierno han confirmado el fallecimiento de dos personas al llegar a tierra así como que la lancha zarpó desde Tan-Tan, ciudad al sur de Marruecos, el viernes pasado.

La cifra de víctimas todavía no está cerrada porque los testimonios de los supervivientes difieren: algunos han manifestado a los servicios médicos que 12 de sus compañeros, entre ellos dos menores, murieron en el mar; mientras que otros aseguran que en total iban a bordo entre 58 y 60 personas, lo que elevaría el saldo de fallecidos a una treintena.

Según el informe publicado el pasado julio por la OIM, uno de cada cinco migrantes fallecidos en el Mediterráneo y el Atlántico intentando llegar a Europa en el primer semestre del año perecieron en las diferentes rutas que conducen a Canarias.

Ya entonces esta organización de Naciones Unidas advertía de que este año está siendo especialmente trágico, con un balance de pérdida de vidas que duplica a los registrados en el mismo periodo de 2020 (513) y 2019 (674), y precisaba que sus cifras son estimaciones mínimas, teniendo en cuenta los naufragios invisibles.

En el caso de Canarias, el crecimiento ha sido exponencial en los meses de verano. El presidente canario, Ángel Víctor Torres, ha reconocido que existe preocupación en el seno del gobierno regional por la situación de los menores inmigrantes.

Han llegado al archipiélago unos 5.000 menores y permanecen unos 2.600. El resto, o ha cumplido la mayoría de edad, o ha seguido con sus padres su itinerario a la Península o a otros países europeos.

Precisamente la llegada de más mujeres y niños en pateras y cayucos es lo que, según Ángel Víctor Torres, marca “sensibles diferencias” entre el fenómeno migratorio en Canarias actual y los precedentes.

El otro, según el presidente canario, es “la desesperación” de las personas que se están haciendo a la mar “con peores embarcaciones y con el mar malo”, debido a “la situación de África, agravada por la pandemia”, lo que hace que estén “muriendo más”.

La portavoz de la ONG Caminando Fronteras, Helena Maleno, ha advertido de que julio y agosto “están siendo terribles”, con embarcaciones desaparecidas “cada semana”. Maleno apunta a una combinación de factores para explicar el trágico balance de la Ruta Canaria.

“Normalmente” las embarcaciones que salen de Dajla “se pierden”, bien por la distancia hasta Canarias (casi 500 kilómetros), o por la impericia en la navegación de quienes las manejan; y luego está el uso de neumáticas, muchas veces “remendadas”, que no son aptas para navegar en el Atlántico.

“Cada vez están saliendo a navegar embarcaciones de peores condiciones”, apunta Maleno.

Si a eso se le une “la descoordinación” entre países y “la falta de medios y el cansancio” de los equipos de rescate “nos da la dimensión de la tragedia de derechos humanos” que se está viviendo en Canarias.

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