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Los pescadores que hallaron los cadáveres de dos migrantes en Lanzarote: “Es una pena no haberlos encontrado con vida”

Uno de los cuerpos rescatados en las costas de Lanzarote

Natalia G. Vargas

Arrecife —

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Como casi todos los días, Jake y Saúl salieron a navegar el 5 de noviembre. En el barco Novo Mar Jopo, marinero y capitán trabajan en la pesca artesanal entre Lanzarote y Fuerteventura. El mar es para ellos su forma de vida, pero desde el pasado martes, no lo miran igual. Esa mañana, localizaron los cuerpos sin vida de dos jóvenes migrantes que intentaban llegar a Canarias. “Encontramos el primero, con una especie de cámara de bicicleta bajo los brazos y boca abajo. Parecía súper joven”, cuentan a este periódico. Dieron la alerta y, poco después de que Salvamento Marítimo recogiera el cuerpo, encontraron el segundo. “Estaba amarrado a un chaleco salvavidas, con el cuerpo medio metro por debajo de la superficie, pero se veía claro que era otro cadáver”, recuerdan. 

El capitán del pesquero, Saúl Hernández, ya se había encontrado antes con la realidad de la ruta atlántica. “Días anteriores habíamos encontrado una neumática con unas 50 personas a bordo sin motor y a la deriva”, afirma. Entonces, pudieron darles el poco alimento que les quedaba. “Vimos de primera mano lo que es el miedo y la desesperación que viven. Y, a su vez, la alegría y el agradecimiento de encontrarnos y sentirse a salvo después de no sé cuántos días en alta mar a la deriva sin ver tierra ni embarcaciones cerca”, dice.

Sin embargo, nunca podrán borrar el recuerdo de aquellos dos jóvenes que no pudieron llegar. “Uno de los que encontramos tenía la edad de mi hijo, y es duro ver niños con tanta vida por delante acabar en esta situación”, señala el capitán. En solo una semana, al menos tres personas han muerto rumbo a Lanzarote. A estos dos cadáveres se suma el cuerpo de una mujer que pudo ser rescatado el domingo por Salvamento. “Habrá muchos que no se registran. Es una pena no haberlos encontrado con vida, hubiera sido una alegría”, afirman. 

La Guardamar Urania se desplazó hasta el punto indicado por los marineros para recoger el primer cuerpo. A los 20 minutos encontraron el siguiente, que fue recuperado por el mismo barco de rescate. “Los de Salvamento nos agradecieron nuestro tiempo y dedicación en estos tiempos en los que no dan a basto”, indican. Esa misma mañana, la Guardamar Calíope había desembarcado en Puerto Naos a 225 personas de cuatro embarcaciones diferentes. 

Al día siguiente, Saúl y Jake volvieron a toparse con los restos de estas complicadas travesías, al encontrarse con una lancha neumática semihundida. “Claramente nos ha cambiado la manera en la que miramos el mar, y por supuesto que es una posibilidad que encontremos más, ya que es una realidad que vivimos en las islas, estando tan cerca de la situación que viven las personas que emigran desde las costas cercanas de África”, valora Jake Rory. 

Los dos marineros insisten en que las neumáticas en las que viajan son peligrosas. “Algunas que hemos encontrado son hechas a mano con pegamento, neopreno e incluso cinta americana. En siete u ocho metros viajan más de 50 personas juntas, sin espacio ni para hacer sus necesidades”, detallan. Ambos coinciden en que las embarcaciones no están preparadas para hacer más de 200 millas con tantas personas a bordo, lo que provoca que se hundan. 

Desde tierra firme es imposible conocer la letalidad real del Atlántico. Saúl y Jake deciden compartir algunas imágenes de lo que ellos mismos han visto en el océano. “La gente piensa que vienen en crucero, con comodidades, y no es consciente de lo que es el mar y lo duro que es”, rechazan. “Viajan sin ningún tipo de aparato electrónico, excepto los móviles que traen y que empaquetan para que no se les mojen. Ese teléfono es el único lazo que tienen para poder comunicarse con el padre, madre, hijo. Para decir si llegó”, sentencia Jake. “Sacamos las fotos porque es muy fácil odiar y criticar cuando no entiendes la desesperación”, concluye.

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