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¿Muertes por COVID o con COVID? La pregunta que la pandemia lleva arrastrando dos años vuelve a Canarias

Toni Ferrera

8 de febrero de 2022 22:00 h

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Canarias ha vivido el peor mes de la pandemia. En enero se han contagiado más de 100.000 residentes, un 4,5% de la población del Archipiélago, y han fallecido 285 personas, casi tres veces más que en agosto de 2021, cuando el virus sacudió por última vez a las Islas antes de ómicron.

La letalidad por COVID en Canarias siempre ha sido baja. Muy baja, de hecho. En estos momentos es de 0,6%, menor que la media nacional (0,9%). Para que nos hagamos una idea, en Asturias es de un 1,3%. Y ese porcentaje, probablemente provocado por la enorme cantidad de jóvenes que viven en las Islas, cada vez va a menos por la variante ómicron, menos agresiva que su predecesora, delta.

La sorpresa ha llegado en enero. De cada mil infectados en Canarias durante ese mes, han muerto cerca de tres (0,00282%). Sin embargo, a nivel nacional, la media ha sido mucho más baja (0,00118%). La letalidad ha sido infinitamente menor que durante el resto de la epidemia, pero sí es cierto que, por primera vez desde marzo de 2020, el virus ha sido más letal en el Archipiélago que en el resto del país.

Lo normal es que: a más casos, más fallecimientos. Pero este cambio en las tendencias de la letalidad entre España y las Islas no era esperado (o por lo menos no tan acentuado). El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, apuntó recientemente que no era “lógico” que la tasa de ingresos en UCI por COVID en el Archipiélago sea menor que en otras comunidades, como Cataluña o Aragón, mientras que el número total de fallecidos era mayor. Según el último informe de Sanidad, Canarias es la quinta comunidad con más decesos a causa de la enfermedad en los últimos siete días.

“Hay un factor adicional”, señala Lluís Serra, doctor en Medicina Preventiva por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), “las personas de riesgo, las que han podido morir a causa del virus, no habían fallecido [en Canarias] porque se les había protegido, no se habían expuesto, se habían vacunado… Pero claro, esta gente es susceptible a contraer la enfermedad y por tanto hay un mayor colectivo de riesgo [en las Islas] que en otras comunidades”.

Torres hizo una petición: diferenciar entre los fallecidos por y con COVID. “Nosotros trasladamos lo que los sanitarios que llevan la certificación de defunción ponen en los documentos y mantenemos que son personas que fallecen con COVID, aunque la muerte sea por otra razón, pero tienen una PCR positiva. Lo hemos trasladado internamente a la Comisión Interterritorial y espero que esto se solvente lo antes posible”.

La secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Cazón, ha dicho recientemente que el Ministerio lleva unas semanas pidiéndole esta información a las comunidades, así como “la necesidad de depurar estos datos y registrarlos de manera conveniente”. Pero eso no es tan sencillo. “Es una información que se podría dar en muchos pacientes, pero no en todos”, defiende Jesús Molina, de la Sociedad Española de Epidemiología y Medicina Preventiva.

Un ejemplo fácil de resolver: si un paciente llega al hospital porque se ha roto una costilla, y luego da positivo en coronavirus, resulta inequívoco asegurar que la dolencia que le ha llevado al complejo sanitario no es la COVID. Este tipo de casos se han dado mucho durante la última ola de la pandemia por la apabullante transmisibilidad de ómicron. Se les llama “casos accidentales” de coronavirus. Por eso también sería interesante separar los ingresos hospitalarios cuya principal causa fuese el virus con los que no.

Un ejemplo menos fácil de resolver: si la causa del ingreso es motivada por una afección crónica o un problema respiratorio, es mucho más complicado discernir qué papel ha jugado la COVID en caso de haber sido diagnosticada: ¿ha agravado la enfermedad? ¿Ha sido la principal razón de la hospitalización? ¿Y en caso de fallecimiento? Sanidad ha detallado en la mayoría de las notas de prensa que las muertes se producen en ingresados con patologías previas.

Mortalidad vs letalidad

Los países no han sido capaces de diferenciar esta información a lo largo de toda la crisis. En Reino Unido, por ejemplo, se ofrecen dos cifras de fallecidos: decesos de personas que han muerto en los 60 días posteriores a dar positivo, o, después de esa fecha, siempre y cuando la COVID figure en el certificado de defunción; y muertes de quienes han sido diagnosticados con la COVID en los últimos 28 días.

Ambas métricas aportan dos olas con valores diferentes pero tendencias similares. La primera de ellas detalla una cantidad de muertes mayor que la segunda. Se trata de una variable “más amplia”, define el gobierno británico. La segunda reduce el tiempo a cuatro semanas porque un contagiado, si muere, suele tardar menos de 28 días en hacerlo. Según el Instituto de Salud Carlos III, la mediana está en 16 días. Todas las muertes más allá de las cuatro semanas se excluyen por considerarse, en un alto porcentaje, con COVID y no por COVID.

En España es distinto. De lunes a viernes, a modo de boletín, se ofrece la actualización de fallecidos que han dado positivo en una prueba de coronavirus. Pero es un dato poco preciso. Porque una cosa es el número de personas que han muerto habiendo contraído la enfermedad (letalidad) y otra es el total de fallecidos a causa de esa patología en una población y periodo específico (mortalidad).

Si comparamos en Canarias la evolución del número de infectados que han fallecido habiendo dado positivo en los últimos 28 días con el valor que ofrece Sanidad (diagnóstico clínico de COVID), vemos diferencias importantes en casi todos los meses, lo que podría indicar un número de defunciones por coronavirus algo menor al que se está reportando diariamente. En enero, la primera variable nos da 226 decesos por 285 la segunda; en diciembre, 82 por 95; en noviembre, 33 por 39… Siempre siendo superior el segundo valor.

La peor noticia de todas es que ninguno de los dos datos es fiable al 100%. Para tener cifras reales de mortalidad por COVID debemos esperar al certificado de defunción. Y solo el Instituto de Estadística Nacional (INE) ha revelado esa información hasta entonces para el año 2020. Ese año, en Canarias hubo 403 muertes por COVID y 98 con sospecha de COVID. Para el resto de años, aún hay que esperar.

“Llevamos desde el inicio queriendo explicar las limitaciones de los datos. No hay forma. O los datos son puros y perfectos o cualquier corrección se considera una manipulación y llueven chaparrones”, reflexionó en su cuenta de Twitter Adrián Aginagalde, director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria. “Se ha ahogado la calidad del dato a golpe de atosigar (y quemar) para que estén diariamente antes del telediario. Es lo único que importa y por lo que se presiona”.

¿Qué hay de la mortalidad total?

Una de las mejores formas de medir la gravedad de la epidemia es calculando el exceso de mortalidad. En las Islas, durante toda la crisis, no han muerto más personas de lo esperado, según los datos del Sistema de Vigilancia MoMo. Pero ha sido llegar el año 2022 y superar en cada una de las últimas tres semanas de enero los más de 450 fallecidos, cuando lo esperado es que mueran menos de 400. Eso no había ocurrido nunca desde que estalló la crisis en marzo de 2020.