El cielo, que en la mayor parte del país va a estar muy despejado, y la luna, que está iniciando la fase creciente y por lo tanto todavía no brilla mucho, se han asociado este año con las perseidas, la popular lluvia de estrellas convertida ya en uno de los espectáculos astronómicos más populares del verano. Las previsiones meteorológicas para las próximas noches apuntan que la situación anticiclónica se va a prolongar durante toda la semana, que los cielos despejados van a predominar sobre todo en el interior peninsular y que en muchos lugares del litoral cantábrico, de la costa mediterránea y en Canarias esos cielos abiertos se van a alternar con las nubes, con las brumas e incluso con polvo en suspensión.
Las “Lágrimas de San Lorenzo”, conocidas así por coincidir su máxima actividad con las noches anteriores y posteriores a esa festividad, convocarán durante los próximos días a científicos, aficionados a la astronomía y a personas interesadas en su observación en numerosos lugares. Pero ni son lágrimas ni son estrellas. Son partículas que en su mayoría no superan el diámetro de un cabello humano, aunque pueden alcanzar el tamaño de un guisante y hasta el de una pelota de tenis; proceden de la cola del cometa 109P/Swift-Tuttle, y al colisionar con la atmósfera de la Tierra se desintegran y emiten esa traza luminosa con apariencia de estrella fugaz.
Este cometa -que tiene un diámetro de 26 kilómetros y es el mayor objeto que de forma periódica se acerca a la Tierra- completa una órbita alrededor del Sol cada 133 años, y cada vez que se acerca a la estrella se calienta y emite chorros de gas y pequeñas rocas; son esas minúsculas partículas las que acaban colisionando cada verano con la atmósfera terrestre.
Máxima actividad durante las próximas noches
El investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) José María Madiedo ha explicado que las perseidas han sido ya ampliamente estudiadas por los astrónomos y el valor científico que tienen no es por lo tanto comparable al de otras lluvias de estrellas menos conocidas y más recientemente descubiertas. Pero Madiedo ha valorado su importancia como herramienta idónea para divulgar al público cuestiones relacionadas con este tipo de fenómenos y fomentar el interés por la astronomía, y ha asegurado que la utilidad científica de las perseidas no es irrelevante, ya que de su estudio se puede obtener información importante sobre los procesos que han tenido lugar en su cometa “progenitor”.
Según los datos facilitados por el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC), la actividad de las perseidas comenzó el pasado 21 de julio y se prolongará hasta el 24 de agosto, pero durante las próximas noches alcanzará la máxima actividad, con unos cien meteoros por hora, aunque no todas llegan a ser visibles para el ojo humano.
El Instituto Astrofísico de Canarias, que retransmitirá en directo el “espectáculo” la noche del 12 al 13 de agosto a través del canal sky-live.tv desde los observatorios que tiene en las islas de Tenerife y La Palma, ha convocado a aficionados de cualquier lugar a colaborar en el conteo de meteoros y a participar en el proyecto de ciencia ciudadana Contadores de Estrellas.
El proyecto, que se puso en marcha con la Universidad Politécnica de Madrid y la Fundación para la Ciencia y la Tecnología, pretende aprovechar que la lluvia de estrellas coincide con el periodo de vacaciones para implicar a familias o grupos en la observación de este fenómeno astronómico utilizando sencillas aplicaciones de móvil para que cualquiera pueda, además de entender por qué se produce, ayudar a contarlas.
El Instituto Astrofísico de Andalucía (IAA) ha observado que los restos del cometa entran en la atmósfera terrestre a unos 210.000 kilómetros por hora -cruzarían el país de norte a sur en menos de veinte segundos- y que la colisión con la atmósfera es tan brusca que la temperatura de esas partículas aumenta hasta 5.000 grados en solo una fracción de segundo, por lo que se desintegran al instante y “dibujan” esa estela.
La colisión y desintegración se produce a una distancia de la superficie de la Tierra de entre ochenta y cien kilómetros, por lo que solo las partículas más grandes generan “bólidos” o bolas de fuego visibles desde la tierra sin necesidad de instrumentos ópticos especiales.
Las perseidas impactan también contra la Luna, pero al no tener ésta una atmósfera que la proteja, chocan directamente contra el suelo lunar a esas velocidades y de una forma tan brusca que provocan la formación de nuevos cráteres y breves destellos de luz que en este caso no son perceptibles por el ojo humano pero sí con telescopios.
Los centros de investigación y los expertos aconsejan siempre desplazarse hasta lugares oscuros y donde la contaminación lumínica es menor para observar este espectáculo, pero el investigador del IAA José María Madiedo ha subrayado que la lluvia de estrellas también se puede contemplar desde las grandes ciudades, aunque en este caso sólo sean visibles para el ojo humano las “estrellas” más brillantes.