Cuando este jueves el rover Perseverance se pose sobre Marte después de casi 480 millones de kilómetros de vuelo espacial desde la Tierra, comenzará a rodar, si todo va bien, sobre el suelo yermo de Timanfaya... o quizás por Teide, si se desvía al este, o por Moncayo, si cae algo al sur, o tal vez por Monfragüe, si termina más al norte.
La NASA ha determinado que el quinto rover que explorará Marte sobre el terreno en los últimos 24 años aterrice en Jezero, un cráter de 49 kilómetros situado en el hemisferio norte del Planeta Rojo, justo en el borde entre una meseta elevada, conocida como Terra Sabaea, y una llanura más baja, denominada Isidis Planitia.
Si todo va como está previsto, Perseverance tendrá que posarse dentro de un círculo de apenas ocho kilómetros de diámetro, situado a los pies de lo que parecen los restos de un delta en una zona de la que se piensa que estuvo inundada en el pasado.
De hecho, como explica la propia NASA en la página web de la misión, sus científicos creen que hace unos 3.500 millones de años varios ríos desembocaban allí en un gigantesco lago. Y donde hay agua, añade, es probable que alguna vez hubiera vida.
La zona objetivo para colocar el nuevo robot de exploración ha sido dividida en cuadrículas de 1,2 x 1,2 kilómetros, a las que el equipo que preparó la misión ha bautizado utilizando nombres de espacios naturales del mundo, la mayoría catalogados como Parques Nacionales o Parques Nacionales en sus respectivos países.
En el mapa, publicado en noviembre en la revista científica Space Science Reviews, aparecen rincones de la geografía española como los Picos de Europa, Monte Perdido, Urdaibai, Cabañeros, Costa Vasca, Archipiélago de Cabrera, Caldera de Taburiente, Sierra Nevada, Tablas de Daimiel, Pirineos o Garajonay.
Dentro del área potencial de aterrizaje, hay tres parques nacionales españoles, Timanfaya, Teide y Monfragüe, y un parque natural, Moncayo. Según ha adelantado la BBC, el punto escogido para posar a Perseverance es Timanfaya, a los pies del antiguo delta.
Lanzarote y los vuelos espaciales
La relación de Lanzarote con las agencias espaciales viene de largo, ya que sus paisajes volcánicos son uno de los lugares de la Tierra que más parecido guardan con los que existen en la Luna o Marte. Y no solo por su aspecto, sino también por las condiciones geológicas de sus múltiples conos, tubos de lava, coladas (“malpaís”, en Canarias) y llanuras de lapilli (o “picón”).
De hecho, la Agencia Espacial Europea lleva años trasladando a Lanzarote a equipos de astronautas, geólogos e ingenieros para entrenar en Timanfaya, en el Volcán de la Corona o en Tinguantón, cómo sería explorar el suelo de Marte, qué funcionaría y qué no, qué herramientas se necesitarían, dónde refugiarse de las radiaciones solares o dónde mirar, si se busca vida.
Lo hace en el programa de análogos espaciales Pangaea, con el que han colaborado directamente, entre otros, el ahora ministro español de Ciencia, Pedro Duque, y el investigador Jesús Martínez Frías, del Instituto de Geociencias de Madrid, uno de los científicos españoles que desde hace años venía defendiendo que la próxima misión a Marte tenía que rendir tributo a todo lo que Lanzarote ha enseñado.
La noticia ha sido recibida con “orgullo” por el Cabildo de Lanzarote. “Representa una oportunidad inmejorable para la promoción de la isla, ya que durante los próximos meses escucharemos los nombres de Lanzarote y de Timanfaya en foros científicos y en informativos internacionales en lo que será, sin duda, una campaña de publicidad de impacto global”, asegura su presidenta, Dolores Corujo, en un comunicado colgado en la web de la corporación.