EL OESTE GUANCHE DE TENERIFE / 1
Tejina, la montaña sagrada de Isora

La montaña de Tejina se eleva 1.060 metros sobre el mar. Al fondo, flotando sobre el Atlántico, La Gomera; detrás, a la izquierda, El Hierro. En primer plano, el caserío Las Fuentes.

Luis Socorro

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Desde lo alto de Risco Blanco, en el flanco sur del macizo de Teno, hasta el Roque del Conde, en el municipio de Adeje, se atisba todo el perfil oeste de Tenerife. Es la comarca Isorana. En el centro de un paisaje de postal sobresale un domo volcánico de sobria belleza: la Montaña de Tejina. Fue declarada Monumento Natural en 1994, pero muchos años antes, centurias incluso, ya era una montaña sagrada para los guanches. Esto lo hemos sabido hace relativamente poco tiempo gracias a la arqueología, la disciplina que nos habla del pasado. Los guanches en Guía de Isora. Arqueología, territorio y sociedad es el trabajo científico realizado por un equipo de historiadores en el que nos hemos apoyado para aproximarnos al patrimonio que nos legaron los primeros pobladores de Canarias. Con esta primera entrega, iniciamos un reportaje de tres capítulos que nos acercará, como deja claro el titular, al legado indígena de los dos municipios del oeste de Tenerife: Guía de Isora y Santiago del Teide.

El caserío de Las Fuentes es una joya de la arquitectura popular canaria, como certifica su declaración como bien de interés cultural (BIC), en la categoría de bien etnográfico. Deshabitado desde hace medio siglo, algunas de sus casas se están recuperando y se han convertido en viviendas de fin de semana por parte de los herederos de sus antiguos propietarios. Aquí, en esta aldea localizada en la falda este de la Montaña de Tejina, iniciamos la ruta de la mano de Aarón González Álvarez, un activista cultural, músico y dinamizador social natural de Playa San Juan (Guía de Isora), nuestro sabio guía en el lejano oeste tinerfeño.

La primera sorpresa es una estación de canales y cazoletas entre las casas del minúsculo pueblo. Es un caso singular al tratarse de un yacimiento de carácter cultual en un espacio habitacional. Es el primero que vemos en el Archipiélago. ¿Las Fuentes era un antiguo poblado indígena? No se sabe, pero lo más probable es que no. La documentación histórica indica que estuvo habitado al menos durante los últimos dos siglos; en 1930 residían algo más de 150 personas. Que fuera un poblado guanche no se sabrá jamás, pero sí fue zona de aprovechamiento agrícola y ganadero en época histórica y, sin duda, un lugar cultual como atestigua la estación de cazoletas, una especie de espacio ceremonial justo delante de la Montaña de Tejina. Precisamente por este dato, el arqueólogo Javier Soler, uno de los profesionales que mejor conoce esta zona, está convencido de que no fue un hábitat indígena. Combinar un área ceremonial con un espacio habitacional no existe en ningún lugar de cultura guanche. La arqueología aporta indicios sólidos de que también fue un lugar de paso de los pastores aborígenes en su camino en busca de los pastos de las Cañadas del Teide durante la primavera y el verano.

Los hitos geográficos naturales, en especial montañas, tenían –y aún lo tienen en algunos lugares del planeta- un carácter espiritual o religioso en muchas culturas prehistóricas. En Canarias hay evidencias debido a la presencia de registros arqueológicos en montañas emblemáticas como Tindaya (Fuerteventura), Roque de los Muchachos (La Palma), Guatisea (Lanzarote), Pico de Garajonay (La Gomera), Teide (Tenerife) -un conjunto arqueológico en sí mismo, como expusimos en Amaziges de Canarias, historia de una cultura- o las Montañas Sagradas de Gran Canaria, en el olimpo del patrimonio mundial de la Unesco.

En el oeste de Tenerife, la montaña sagrada de la comarca era, sin margen de error, Tejina. En lo alto de la montaña hay vestigios de factura guanche, como una estación de canales y cazoletas –espacios ceremoniales destinados a rituales, como pedir agua a sus dioses- y grabados, como describen Francisco Pérez Caamaño, Javier Soler, Esther Chavez, Antonio Tejera Gaspar y Elena Pérez en Los guanches en Guía de Isora. Arqueología, territorio y sociedad. 

En el entorno de Tejina, entre Guaria –un espectacular cañón de abrupta belleza- y Cuéscara, dos barrancos que nacen en las estribaciones del parque nacional del Teide, hay un conjunto de yacimientos con grabados rupestres –cuyas denominaciones y localizaciones obviamos para no dar pistas a los furtivos del patrimonio- realmente fascinantes.

El primer panel al que nos lleva Aarón es de un tamaño considerable. Se trata de un conjunto geométrico con incisiones lineales verticales. Llama poderosamente la atención la profundidad de las hendiduras. Los arqueólogos interpretan esta dato como resultado de líneas que fueron labradas en la roca durante años. “Están ejecutados mediante líneas incisas verticales, paralelas y con intensos rayados”, subrayan los investigadores.

Antropomorfos junto al sol

Estas manifestaciones rupestres, según los especialistas citados, son “difíciles de emparentar” con otros grabados de Isora. Dejando al margen Aripe –protagonista del siguiente capítulo de este reportaje-, “reproducen formalmente las técnicas y motivos de las restantes manifestaciones rupestres localizadas en el municipio, es decir, líneas geométricas verticales y horizontales, con diferentes niveles de abrasión, con o sin pátina”.  Sin embargo, la principal cualidad de los grabados de Tejina respecto a los del resto de la comarca “es la magnitud de los motivos en ellos representados. Pese a no existir una gran variedad tipológica, pues predominan las formas geométricas lineales, lo cierto es que los grabados son reproducidos copiosamente en espacios relativamente reducidos, con mayor o menor intensidad, pero siempre enfatizando la verticalidad”. Esto les confiere, señalan los expertos, “un impacto visual destacado”. 

Pero el impacto visual y emocional que nos depara el segundo enclave que visitamos supera al de los primeros yacimientos descritos. Con creces. Después de bajar y subir las laderas de un barranco auxiliar, nos encontramos con un panel que no hemos visto en otro lugar del Archipiélago. No tiene las dimensiones de los anteriores, pero de la roca sobresale el sol, custodiado por dos figuras antropomorfas. Además de esta reliquia rupestre, el yacimiento atesora otras muestras geométricas con gran fuerza expresiva.

Para los autores de Los guanches en Guía de Isora, la singularidad de estos conjuntos está acentuada por su ubicación y “por su asociación con la Montaña de Tejina, con el espacio simbólico que la rodea, que obliga a reafirmar el sentido de los grabados mediante las ceremonias vinculadas a ellos”. Posiblemente, interpretan los investigadores, “el paso por el espacio sagrado de la montaña debía acompañarse de algún tipo de ritual que supondría, como expresión material perdurable, la ejecución de un nuevo grabado o el repaso de uno preexistente. Es decir, el paso por la zona requeriría de la práctica de un rito o ceremonia relacionada con los grabados. Dichos ritos tendrían como posible finalidad la de solicitar permiso de paso a las divinidades, congeniarse con ellas para obtener pastos abundantes en su ascensión a la cumbre o evitar posibles prácticas dañinas por parte de genios, demonios o espíritus malignos”. 

Espacio sacralizado

Pero más allá de esta glosa, la arqueología aporta un dato muy sólido. Todas las cuevas con material arqueológico son de carácter sepulcral, “y todas están orientadas hacia lo alto de la Montaña de Tejina”, informa a Canarias Ahora-elDiario.es Javier Soler, director de la empresa de arqueología Cultania y uno de los autores de la investigación de referencia sobre la arqueología en Isora.

La combinación de cuevas funerarias y yacimientos de grabados, “con una elevada cantidad de unidades, mayor a otras zonas arqueológicas de Tenerife”, apunta Soler, convierten a la Montaña de Tejina y a su entorno en un espacio sacralizado. Otro dato que refuerza la tesis de que Tejina fue una montaña sagrada para la sociedad indígena es la ausencia de determinados elementos materiales. Estas ausencia también son una fuente de interpretación para los especialistas. Por ejemplo, no hay vestigios de hábitat cerca de la montaña. En las cuevas no sepulcrales, orientadas o no a la montaña, no se han localizado registros aborígenes.

Ese carácter sagrado se puede interpretar en la presencia de una capilla en lo alto de la montaña. Este indicio de posible aculturación -fenómeno común en muchas latitudes cuando una cultura se impone a otra-, lo vemos en localidades canarias como Teror, Candelaria o Chipude (ver capítulo 8º de Amaziges de Canarias, historia de una cultura), donde los europeos crearon santuarios en lugares sagrados de los primeros habitantes del Archipiélago.

¿Cuándo se establecieron los guanches en la comarca Isorana y hasta cuándo permanecieron? La decadencia de la cultura guanche en la zona coincide con el proceso de conquista de Tenerife, ya que así lo certifican las fuentes escritas de la época, pero la fecha del momento en el que se establecieron en el oeste de la isla no se sabe con exactitud porque en la prospección realizada en 2007, para la investigación de Los guanches en Guía de Isora. Arqueología, territorio y sociedad, no se localizaron restos humanos con entidad suficiente para su datación. Lo que sí se sabe con exactitud es que el resto humano más antiguo que custodia el Museo de Naturaleza y Arqueología (MUNA) de Tenerife data del siglo VIII de la era común, concretamente del año 705, según ha confirmado a este periódico el doctor Conrado Rodríguez-Maffiotte, director del Museo Arqueológico de Tenerife.

La Montaña de Tejina, apuntan los arqueólogos que han investigado el territorio,debió desempeñar un papel muy relevante en las prácticas religiosas de los guanches que vivían en esta parte de la Isla. Las referencias de las fuentes escritas, la singularidad de las evidencias localizadas, así como la relación visual comprobada entre las cuevas funerarias y el perfil de la Montaña demuestran este hecho”. Aunque las evidencias arqueológicas no pueden confirmarlo, añaden las fuentes consultadas, “la documentación escrita apunta a una serie de prácticas relacionadas con ritos y sacrificios propiciatorios, ya fueran de fecundidad, piaculares o de purificación”.

Independientemente del sentido que los guanches otorgaran a estos ritos, aseveran los historiadores, “lo cierto es que el espacio que rodea la Montaña de Tejina, así como ella misma, estuvo inmerso bajo una significación simbólica que perduró mucho después de la desaparición de la cultura aborigen, tal y como evidencian las leyendas y cuentos de brujas que la tradición oral relaciona con la Montaña”. 

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