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Las rabiches ya crían en los bosques grancanarios

Efe

Las primeras palomas rabiches liberadas en Gran Canaria desde que desaparecieron de la isla, hace casi siglo y medio, han tardado menos de un año en hacer suyo el medio y hoy crían en libertad dos polluelos que son toda una promesa para el futuro de los ecosistemas de laurisilva en la isla.

El Cabildo de Gran Canaria trabaja desde hace años con la colaboración del Gobierno canario y la Universidad de La Laguna (Tenerife) en un proyecto para devolver a la isla redonda uno de los emblemas de la fauna de los bosques de monteverde: la rabiche (Columba junoniae), una paloma endémica del archipiélago.

Sin embargo, esta es un ave esquiva, de costumbres muy diferentes a la paloma común y cuya viabilidad está ligada a la laurisilva: esos frondosos bosques húmedos que hasta el siglo XV cubrían 19.000 hectáreas del norte de Gran Canaria, pero que fueron sistemáticamente talados desde los tiempos de la conquista hasta dejarlos reducidos a un 1% de su superficie original en el s. XX.

En los últimos años, la declaración de reservas naturales como Azuaje, Barranco Oscuro y Los Tilos de Moya y las políticas de forestación han conseguido atajar ese declive e, incluso, revertirlo en parte: la isla tiene hoy unas 500 hectáreas consolidadas de laurisilva, básicamente en el Parque Rural de Doramas.

La prueba de fuego para conocer el potencial de los espacios verdes que se van recuperando era reintroducir en ellos la fauna que les era propia con proyectos como el de la paloma rabiche, que acaba de recibir el espaldarazo de la UE, al ser incluido en 2013 entre los que recibirán financiación de los fondos europeos Life +.

La Consejería de Medio Ambiente de Gran Canaria no oculta que la rabiche es un símbolo, que el verdadero reto no es reintroducir al hábitat las 120 palomas prometidas al programa Life, sino cumplir la palabra dada a la UE de restaurar más de un millar de hectáreas de bosques plantando en los próximos cuatro años 480.000 árboles de laurel, til, viñátigo, barbuzano y otras especies de monteverde.

“Creo que en la decisión de la UE ha tenido mucho que ver el hecho de que hayamos incidido no solo en la recuperación de la rabiche, sino también en la mejora de un hábitat muy específico, como es la laurisilva”, asegura la consejera María del Mar Arévalo.

El coordinador científico del proyecto, Aurelio Martín, profesor de Zoología de la Universidad de La Laguna, lo tiene claro: sin bosque, no hay paloma. “Hubo una época, antes de la conquista, en la que Gran Canaria poseía un bosque exuberante, no uno cualquiera, un bosque fuera de lo normal, muy desarrollado. Su destrucción fue una de las causas, seguramente la mayor, de que desaparecieran las palomas rabiche y turqué”, relata.

Martín lleva seis años investigando en un método para conseguir que la rabiche se reproduzca en cautividad, porque era inviable soltar palomas nacidas en otra isla, ya que regresarían a ella.

Con seis parejas cedidas por el Cabildo de La Palma, su equipo de ha logrado criar el medio centenar de ejemplares que desde 2012 se han liberado en el Barranco de la Virgen, en Valleseco, donde tienen bayas en abundancia de las que alimentarse y acequias por las que corre agua todo el año. Por sí solas, esas 47 aves ya forman una de las poblaciones más numerosas de rabiches de Canarias.

Pero no se ha llegado a ello sin dificultades, tanto en incubación de los huevos, como en la adaptación de las palomas a su nuevo medio. Para lo primero, han comprobado que todo va mejor si los huevos se confían a una tórtola, que hace las funciones de nodriza; para lo segundo, siguen probando métodos, porque la rabiche es tan nerviosa, que puede morir por estrés cuando se la manipula.

“Nada que ver con las palomas bravías o las palomas de ciudad. Estos son animales muy primitivos, que han vivido siempre en el bosque. Eso les hace ser muy huidizos y les va la vida en ello, porque en la naturaleza tienen que escapar de depredadores como el gavilán o el halcón”, relata el veterinario Alejandro Suárez.

Casi al mismo tiempo que la UE confirmaba la financiación para el proyecto, venía al mundo en los barrancos de Firgas y Valleseco Corbalán, la primera rabiche nacida libre en Gran Canaria en más de un siglo. Y poco después, se detectó otra pareja con un polluelo.

María del Mar Arévalo y Aurelio Martín coinciden en que el nacimiento de estos dos pollos es “muy esperanzador” para el futuro del proyecto, porque avala que las cosas se están haciendo bien.

“Yo no conozco muchos casos como este, que lo hayan conseguido en un solo año”, confiesa otro de los responsables de la iniciativa, Francisco Sosa, director del Parque Rural de Doramas. “Aquí hay alimentos, agua y puntos donde nidificar. Esta es la prueba irrefutable de la capacidad de la isla para albergar esta especie”.

La consejera Arévalo asegura que ahora toca seguir trabajando en concienciar a la población para que haga suya la especie y la respete: a los agricultores y regantes y, fundamentalmente, a los cazadores, para que la distingan de las especies cinegéticas.

Si la población de rabiches se consolida y los planes de reforestación avanzan como se espera, en el Cabildo están dispuestos a intentar a medio plazo reintroducir la otra especie de palomas de laurisilva: la turqué, mucho más huidiza y exigente con el medio.

Corbalán crece, mientras, como un pollo afortunado. Ha hecho feliz a científicos, estudiantes y ornitólogos, al colombófilo empedernido que cuida de los terrenos de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas y a la familia de uno de los técnicos que más luchó por el proyecto, el ingeniero Pedro Martínez Corbalán (1959-2013).