ANÁLISIS

Teo, Carolina, Barcelona

No, el alcalde más votado de España no fue Juan Franco, de La Línea de la Concepción, sino Teodoro Sosa, de la ciudad de Gáldar, en Gran Canaria. Las cosas de la lejanía y la ultraperificidad colocaron al primero, con el 75,18% de los votos (22 de los 25 concejales de su Ayuntamiento) al frente de ese llamativo registro sin contar con que este ingeniero de 47 años, líder del Bloque Nacionalista Rural (asociado a Nueva Canarias), alcanzó el 78,84%, es decir, 19 de los 21 concejales que componen la Corporación.

Teodoro Sosa está llamado a grandes destinos políticos. Además de la alcaldía de su ciudad (24.000 habitantes) es el vicepresidente del Cabildo de Gran Canaria desde hace ya cuatro años, cuando Nueva Canarias consideró que era la hora de ir preparando al sustituto del presidente, Antonio Morales, que repite al frente de esa Corporación nuevamente con un pacto con el PSOE. El gancho electoral de Sosa le ha colocado también en el puesto número 2 de la candidatura de Nueva Canarias al Congreso de los Diputados en las próximas elecciones del 23-J, pero en este caso sí que ya se puede adelantar que las posibilidades de salir elegido son solo un poco más escasas que las que tiene el número uno, Luis Campos.

Pero el Bloque Nacionalista Rural (BNR) de Teodoro Sosa, que ya cumple 25 años de existencia, ha logrado también unos magníficos resultados en el vecino municipio de Agaete, donde ha conseguido desbancar, con la ayuda del PSOE, a la eterna alcaldesa del PP, María del Carmen Rosario Godoy, al frente del municipio durante más de dos décadas, primero junto a su fallecido esposo, Antonio Calcines, al que sucedió cuando enfermó, y luego tras las elecciones de 2019. Calcines, por cierto, era primo segundo de Teodoro Sosa, para que no falte ni una sola incidencia en esta jornada de constitución de ayuntamientos.

Las Palmas de Gran Canaria la roja

Si no fuera por el inesperado vuelco que se produjo en el Ayuntamiento de Barcelona, a estas horas toda España estaría comentando que Las Palmas de Gran Canaria es la ciudad más importante de todas las de España gobernada por el PSOE, concretamente por Carolina Darias, exministra de Sanidad y expresidenta del Parlamento de Canarias, entre otros cargos de importancia. La prensa de la derecha se ha agarrado al notable acontecimiento de que los votos del PP hayan dado la alcaldía de la capital catalana a un socialista para lavar la deplorable imagen que 24 horas antes había dado ese mismo partido revolcándose sin pudor con Vox en un acuerdo que llevó a los más aventajados asesores demoscópicos y mediáticos de Feijóo a accionar las alarmas. 

La misma prensa ha soslayado de manera descarada que el pacto no hubiera sido posible sin la cesión de los comunes, es decir, de la marca local de Sumar en Barcelona, pero ésas son minucias cuando de lo que se trata es de mejorarla la imagen a Núñez Feijóo, que es muy probable que se tenga que enfrentar desde ahora hasta las generales a una sucesión interminable de salidas de tono de su socio extremista en los ayuntamientos y comunidades autónomas que pasará a cogobernar. Tiempo al tiempo.

Esa prensa es también la que se escandalizó al conocer la propuesta previa de Ada Colau de una alcaldía a tiempo compartido entre ella, el PSOE y ERC para tratar de arreglar un pacto por la izquierda que evitara a Junts y al PP. También es necesario recordar que esa fórmula está patentada en Canarias y tuvo su episodio más extravagante precisamente en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.

Corría el año de 1991 y ningún partido político obtuvo en aquellas elecciones los 15 concejales necesarios para gobernar en solitario. Así que todo parecía decantarse hacia el pacto natural, el del PSOE de Emilio Mayoral (10 actas) con Iniciativa Canaria (Ican), de José Carlos Mauricio, que había obtenido cinco. Se trataría de la reedición de un gobierno municipal que se había constituido justo un año antes, cuando ambas formaciones arrebataron la alcaldía a José Vicente León, del Centro Democrático y Social (CDS), mediante una moción de censura. 

Pero Mauricio traicionó a Mayoral en una de las jugarretas políticas más navajeras que se recuerdan, ya con el pacto cerrado y las áreas repartidas, y selló otro acuerdo paralelo con el CDS del mismo alcalde que había censurado y con el PP de José Sintes. Los tres se repartirían la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria a razón de año y medio cada uno, empezando por el CDS y acabando por Ican.

El acuerdo funcionó el primer año y medio. León cumplió y dimitió para que fuera designado alcalde José Sintes, pero ya como integrante del grupo mixto, junto a todos sus compañeros concejales que habían abandonado el PP. Pero hubo una concejala, Josefa Luzardo, que permaneció fiel al partido y recurrió ante el Tribunal Constitucional la designación de Sintes como alcalde por no haber sido votado como cabeza de la lista por la que concurrió a las elecciones. Luzardo ganó y Sintes dimitió, pero entregando sus votos a Emilio Mayoral, del PSOE, lo que frustró el último tramo de alcaldía compartida a favor de José Carlos Mauricio.

El tiempo acabó pasando factura electoral al considerado cerebro de la creación de Coalición Canaria tras su paso por el Partido Comunista de España y la fundación de Ican. Cuando Mauricio se enfrentó años más tarde para la alcaldía de la misma ciudad al socialista Jerónimo Saavedra, los electores lo castigaron con cero concejales. Todavía hoy Coalición Canaria arrastra aquella condena: en las elecciones del pasado mayo solo obtuvo un acta, la de Francis Candil.