El terremoto político ocasionado por el resultado de las Elecciones Europeas del pasado 25 de Mayo ha afectado, en mayor o menor medida, a todos los partidos. Más al PSOE e Izquierda Unida, así como a pequeñas formaciones con un ADN parecido al del flamante Podemos. Pero también, curiosamente, las ondas sísmicas han llegado al PP, de donde proceden, en el caso canario y en el estatal, muchos votos a la formación que lidera Pablo Iglesias. O a CC de la que también se nutre significativamente Podemos en las Islas. Surgen nuevos liderazgos al amparo de los medios de comunicación y de las redes sociales. Se plantean nuevas fórmulas y otras que no son tan nuevas. Se modifica el lenguaje y ya no es la clase trabajadora o el pueblo el sujeto del cambio social y político, sino un más ambiguo la gente. Es pronto para saber el alcance de todo lo que está pasando y todas sus derivaciones futuras. Aquí hacemos un acercamiento al que, sin duda, es el fenómeno político del año 2014.
Podemos sacó unos espectaculares resultados en Canarias el pasado 25 de Mayo: más de 62.000 sufragios y casi el 11%, apenas un punto por debajo de CC (12,21%) y más lejos de PSOE (22,24%) y PP (23,34%). Con una participación que no llegó al 38%. Algo le ayudó, como a Izquierda Unida (10,47%), la no concurrencia de formaciones como Nueva Canarias o Alternativa Sí Se Puede. Pero eso solo explica una pequeña parte de su notable e incuestionable éxito. El aluvión de votos que recibió sorprendió a propios y extraños.
Una formación sin apenas estructura. Con escasa militancia. Con poco conocimiento ciudadano. De la que casi todos ignoraban sus candidatos al margen de Iglesias. Y así y todo consiguió esos extraordinarios datos e incluso venció a CC en La Laguna o en Santa Cruz de Tenerife, situación que creo no se repetiría en unas locales o autonómicas.
Probablemente en Canarias se dieron las mismas razones que movilizaron en las urnas a más de un millón de personas en el conjunto del Estado español. O las que en su momento impulsaron en Italia el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo: hartazgo de la política y de los partidos, profunda desconfianza en las instituciones, rechazo a la corrupción y a una democracia cada vez más formal y menos participativa, en la que las grandes decisiones se toman fuera de los parlamentos por los grandes poderes económicos.
La crisis económica, la pérdida de empleos y el empobrecimiento de una parte significativa de la población, pero también, y sobre todo, el creciente desprestigio de la propia democracia, ha producido fenómenos de rechazo a las formaciones políticas tradicionales de diferente cariz.
En Francia, la indignación supuso la rotunda victoria del Frente Nacional de Marine Le Pen, de ideología ultraderechista, xenófobo, racista y eurófobo, que ahora aspira, tras derrotar en las europeas a los socialistas gobernantes de Hollande y Valls y a la derecha tradicional, a llegar al gobierno de la República. En Grecia, sin embargo, es una agrupación nítidamente de izquierdas, Syriza, quien ha recogido el descontento; mientras el socialdemócrata PASOK, integrante de la actual coalición de gobierno, se hunde y se juega su propia existencia como partido. En Italia el M5 de Grillo agitó la bandera del enfrentamiento a la “casta política”, apoyado inicialmente por numerosos miembros de la izquierda e incluso por intelectuales de la relevancia de Toni Negri y Darío Fo.
Pánico
En el caso español, Podemos es el gran beneficiario de la reacción ante la situación política, social y económica. Se trata de una formación que, frente al mito circulante, nace de arriba a abajo, en un ejercicio inicial de auténtica ingeniería política diseñada y puesta en marcha por un grupo de intelectuales. Pero cuyo desarrollo y expectativas ha superado con creces el proyecto original, convirtiéndose en la gran sorpresa de la política española de las últimas décadas.
Si durante los dos primeros años de la legislatura iniciada con la aplastante victoria del PP el 20-N de 2011 el malestar había engordado progresivamente la bolsa de posibles votantes de IU hasta situarlo en porcentajes cercanos al 15% y acercándolo a un estancado PSOE, e incluso hecho mejorar las expectativas de la más centrista UPyD, todo cambió en los comicios de mayo.
Pese a que IU quedó por delante de Podemos, la ola iniciada en las Europeas fue fraguando en los meses siguientes, como han ido señalando las distintas encuestas. Los de Iglesias se colocaban de entrada en una banda entre el 14 y el 17% en el conjunto del Estado, mientras IU volvía a datos de 2011 (ligeramente por encima del 5%) y el pánico surgió en sus filas.
Cabe preguntarse cómo un partido como IU que ha hecho un enorme trabajo en los movimientos sociales, en la calle y en las instituciones, que ha formado parte destacada de la oposición a las políticas conservadoras del PP, puede sufrir semejante revolcón en tan corto período; y a manos de un grupo que ha tenido mucha menos relevancia en el enfrentamiento a los desmanes de las políticas neoliberales frente a la crisis. Siendo abandonados por más de la mitad de los que se mostraban dispuestos a votarle hace apenas seis meses y viendo, también, como algunos militantes y dirigentes, se marchan o coquetean con la fuerza emergente.
En Canarias sucede más de lo mismo. La última encuesta publicada, la de Celeste Tel, señala que Podemos irrumpiría en el Parlamento canario, logrando hasta siete escaños. A costa de CC, PSOE y PP, mientras que NC resistiría e incluso mejoraría sus datos de 2011 pasando de 3 a 6 diputados, aunque frenaría también su crecimiento.
De cumplirse estos pronósticos habría un Parlamento canario bien distinto del actual. Con menos peso de los partidos que han gobernado habitualmente (CC, PP y PSOE) y con hasta al menos 13 escaños, el 22% de la Cámara, en manos de formaciones que han sido muy críticas con las salidas neoliberales a la crisis económica, con los recortes en los servicios públicos y el austericidio, y que cuestionan, también, el sistema electoral canario.
IUC y Alternativa Sí Se Puede serían otras de las víctimas de la nueva formación, frustrando sus expectativas de crecimiento, que hasta hace bien poco señalaban todos los sondeos, y generando un enorme desconcierto en sus filas.
Ganemos
Un desconcierto que ha llevado a buscar fórmulas alternativas, auténticos diques en que refugiarse ante el tsunami de Podemos. No es el caso de Guanyem, el movimiento impulsado en Barcelona por la activista de la PAH Ada Colau, basado en su personalidad y liderazgo, en el reconocido trabajo de su colectivo –que visibilizó el problema de los desahucios y lo colocó en la agenda política- y en la búsqueda de una plataforma municipalista con un alto nivel de unidad en la que podría quedar integrada una parte de la izquierda de la capital catalana.
En las islas ha sido bien distinto. Ganemos nace en Las Palmas de Gran Canaria impulsada por Isabel Saavedra, también de la PAH, candidata de IUC en las Europeas, y algunos militantes de IUC. En el grupo de Iglesias en el Archipiélago algunos no olvidan un artículo de opinión de Saavedra que, en las vísperas de la votación del 25-M, señalaba que hay “organizaciones que esconden lo que son y de dónde proceden, para mostrar sólo una parte. Aquí no todo vale y, especialmente en política, las mentiras tienen las patas muy cortas, y resulta imposible manipular todo el rato”.
Saavedra iba a ser la número 1 de la lista de Izquierda Unida al ayuntamiento de la capital grancanaria y cocapital de Canarias. Una candidatura cuyas posibilidades, tras lo sucedido en mayo y el crecimiento de Podemos y la paralela caída de IU en los meses posteriores, se diluyeron como azúcar en una tormenta.
Dentro de la formación que en Canarias dirige Ramón Trujillo hay profundas divisiones respecto a si se apoya o no a Ganemos, asegurando algunos dirigentes en Gran Canaria que la decisión de impulsar esta alternativa se hizo a espaldas de IUC. No descartándose la posibilidad de que IUC concurra con sus propias siglas y candidatos, si no se consolida su presencia en este u otro frente municipalista.
Por su parte, la gente de Podemos desde el primer momento no vio con simpatía esta operación de Ganemos Las Palmas, que en modo alguno controlan, y solicitó a su dirección estatal que les permitieran concurrir a las elecciones locales en la capital grancanaria. Algo que ha quedado completamente imposibilitado tras las decisiones de la Asamblea de Podemos, salvo que lo hagan inmersos en candidaturas municipalistas que cumplan determinados requisitos. Lo que confirma un modelo de partido que, pese a los mitos, está construido de arriba a abajo (del grupo de sociólogos y politólogos en su laboratorio a los posteriores círculos de base), está fuertemente jerarquizado y centralizado y presenta menos veleidades autonomistas que el propio PSOE.
Queda claro, además, que para Podemos el objetivo son las Generales y que las Autonómicas las considera una especie de trampolín para su intento de llegar al Gobierno del Estado; y las Locales, por su parte, un peligro que no se encuentran dispuestos a asumir.
El documento ganador, el apadrinado por Iglesias, señala que “tendríamos dificultades para presentar candidaturas confiables y con plenas garantías de representar el espíritu de Podemos en los 8.177 municipios del país”. Y remata descartando cualquier intento de autonomía territorial: “La decisión tampoco puede depender de cada círculo”.
Vieja política
Asimismo, en el texto indican que las candidaturas que quieran reproducir viejas prácticas “de la vieja política –se llamen Ganemos o de cualquier otra forma- no son candidaturas a las que ofrecer nuestro trabajo y nuestro apoyo”.
Pese a su no concurrencia, salvo arropando a alguna candidatura municipalista que cumpla con sus requisitos (listas elegidas de forma abierta, rechazo a pactos contra natura, negativa a que se produzca una suma de siglas y candidaturas que no busquen ubicarse a la izquierda del tablero político), dos o tres planchas electorales con evidentes parecidos competirían en una ciudad conservadora en la que el PP probablemente pierda su actual mayoría absoluta.
En Santa Cruz de Tenerife, también integrantes de la PAH han impulsado una alternativa ciudadana. Que ha sido cuestionada por otras organizaciones políticas y movimientos sociales que entienden que se trata de un proceso poco democrático en el que de entrada ya se han establecido quiénes serán los candidatos. Queda por ver si fraguará o no esta alternativa y quiénes la integrarán.
Pocos días después del fiasco en Santa Cruz desde Sí Se Puede y otros grupos se realizaba una convocatoria de una alternativa ciudadana en La Laguna. En esta ocasión, con la presencia de SSP, IUC y movimientos y plataformas vecinales, el encuentro fue más pacífico. Aunque habrá que ver cómo evoluciona y se consolida la propuesta en Aguere.
En todos estos casos, pero especialmente en los de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, podrían llegar a concurrir cuatro o cinco candidaturas a la izquierda del PSOE o al menos al margen de PSOE, CC y PP: junto a SSP, Nueva Canarias e IUC, podrían estar Ganemos y otras alternativas municipalistas.
Tal y como apuntan los sondeos podrían obtener el mejor resultado histórico, pero la disgregación haría pequeña su traslación a representación efectiva en ambas corporaciones municipales.
Núcleo inicial
El núcleo original de Podemos mezcla gente procedente de Izquierda Anticapitalista (con peso mayoritario de trotskistas de la antigua Liga Comunista Revolucionaria), ex miembros de Izquierda Unida y, sobre todo, un grupo de sociólogos y politólogos que han sabido captar el profundo descontento de amplias capas sociales y canalizarlo, con enorme éxito, hacia su proyecto político.
Los nombres de sus actuales dirigentes o portavoces empiezan a ser muy conocidos. Junto al más mediático y de mayor liderazgo, Pablo Iglesias, en ese grupo están Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Teresa Rodríguez, Luis Alegre, Pablo Echenique o Carolina Bescansa.
Sin embargo, en Canarias sus integrantes, muchas de sus caras más visibles, tienen poco que ver con esa conformación. Conviven algunos elementos jóvenes, sin trayectoria política anterior, probablemente más cercanos al 15-M y a la convulsión que supuso, con personas con más o menos dilatada trayectoria en distintos movimientos sociales, como el ecologista, el feminista o el pacifista, así como sindicalistas de las más diversas procedencias. Una parte de ellos completamente asamblearios y contrarios a articulaciones organizativas que burocraticen la organización.
Pero en las Islas también se encuentra en Podemos buena parte de la vieja izquierda. De forma organizada y partidaria, como es el caso de Canarias por la Izquierda, y a nivel individual. Lo que está originando fuertes tensiones y mutuas acusaciones, algunas reflejadas crudamente en artículos de opinión en prensa.
El abanico incluye una amplia gama de orígenes e intereses: trotskistas y prosoviéticos devenidos en chavistas, nacionalistas e insularistas radicales, gente que ha pasado por todas las formaciones del espectro político, sindicalistas con décadas de liberación que esperan poder prolongar si no consiguen un hueco en la política institucional, exmilitantes que abandonaron sus anteriores partidos porque no les asignaron la dirección general o la asesoría que anhelaban…
Quien esté libre de casta que tire la primera piedra.
Renovación y vieja política
Y no es una apreciación solo desde fuera. Javier Doreste, integrante de Podemos, señala en un artículo de opinión lo siguiente: “Hay tres tipos de ”críticos“ en Podemos, cómo mínimo: los que provienen de una izquierda que se había quedado sin base y aprovecha su presencia en Podemos para conseguir el altavoz que les hacía falta, los que provienen de lo más fracasado del 15 M y una pléyade de ególatras, trepillas y asalta listas electorales…”.
Añadiendo que muchos de ese tercer grupo “ya se ven de concejales, alcaldes y demás hierbas, y temen que los que defienden a Podemos como alternativa de poder ciudadano, terminen por impedirles las maniobras y pactos a nivel local por los que se ven en poltronas institucionales. Es quizás el grupo más peligroso”.
Entre esas dos almas, por un lado la de la renovación generacional y la apuesta por una nueva política, aunque con muchas incógnitas, vacíos y claroscuros, y, por otro, el refugio de personas y colectivos organizados de la vieja izquierda, se debate Podemos en las Islas, fundamentalmente en los núcleos más poblados.
El previsible éxito electoral estimula, además, el aluvión de incorporaciones, tanto como los riesgos de que una parte, como dice Doreste, sólo busque un modo sencillo de lograr ser concejal, consejero del cabildo o diputado.
Procedencia
Respecto a sus votantes, como en el resto del Estado español, Podemos se nutre en Canarias fundamentalmente de los socialistas, pero capta electores de todas las formaciones.
Según apunta el sondeo de Celeste Tel de octubre, el 25% de los que hoy votarían en el Archipiélago a la formación de Iglesias proceden del PSOE, el 20% son ex votantes de CC, el 17% del PP, el 12% serían nuevos votantes y el 9% de Nueva Canarias. Les siguen en esa transferencia de votantes, los que proceden de formaciones ecologistas (5%), ACSSP (4%), IU (3%) y UPyD (1%).
Comparado con los comicios autonómicos de 2011, la formación más damnificada por la aparición de Podemos es IUC, que cede a los de Iglesias el 48% de sus votos. 3.328 de las 6.889 de entonces. Le siguen Los Verdes, que transfieren casi un tercio de sus votos y Sí Se Puede, con un 20,9% (4.437 de los 19.372 de 2011).
Datos recientes, de noviembre, plantean pequeñas variaciones en el origen de los votantes de Podemos en Canarias si hoy se celebrasen las autonómicas: 30% del PSOE, 25% de CC, 20% del PP, 15% de nuevos votantes y 8% de NC.
En el caso estatal, en la última encuesta de Celeste Tel para el diario.es se señala que un 24,66% de votantes de Podemos procede del PSOE, frente al 17,76% que votó en noviembre de 2011 a IU y el 17,60% que lo hizo al PP, un dato casi clavado al de los conservadores canarios.
Llama mucho la atención este trasvase de casi 500.000 electores, según el referido sondeo del instituto demoscópico valenciano, que apostaron en 2011 por Mariano Rajoy y su programa conservador en lo económico, pero también en lo social (leyes educativas, contrarreforma del aborto, abandono de la dependencia…) y que ahora se inclinan por el partido de Iglesias.
Asimismo, un 10% son nuevos votantes y algo más de un 7%, antiguos abstencionistas.
Esto último resulta, en mi opinión, muy relevante: el haber logrado atraer a las urnas a gente que no les veía el menor valor, que entendía que daba igual quién ganara las elecciones y que desde la política y desde las instituciones no se pueden abordar transformaciones de ningún tipo.
Junto con otro factor determinante: su irrupción ha supuesto que se comiencen a socavar los cimientos de un bipartidismo encantado de sí mismo y que juega a la alternancia al modo y manera que en la España de finales del siglo XIX y principios del XX lo hacían conservadores y liberales, casi de forma pactada y caciquil y sin la posibilidad de sorpresa alguna. Algunos analistas ya señalan que se puede haber inaugurado una nueva etapa: la del tripartidismo.
Clase media-alta
Por cierto, otro dato sociológico relevante, Podemos es, según los datos de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la primera fuerza en intención directa de voto en el grupo de “empresarios, altos funcionarios y ejecutivos” y entre las personas de “clase media-alta”.
En efecto, en ese grupo (empresarios con asalariados, altos funcionarios o altos ejecutivos y profesionales por cuenta propia) es del 20% la intención de voto directo a Podemos, por el 16,8% del PP, frente a un 2,1% a ERC y% a UPyD, un 7,4% al PSOE y, lo dejan claro, sólo un 1,1% a IU.
Respecto a la clase social, en las clases altas y medias altas Podemos arrasa, con un 21,8%, por delante de PP (11,2%) y PSOE (8,1%). Y en las nuevas clases medias también gana: Podemos (19,7%), PP (12,3%) y PSOE (11%), muy lejos de IU (2,8%).
La procedencia partidaria y la estructura social y económica de una parte significativa de sus votantes dificulta el entendimiento de Podemos con IU. Muchos de esos votantes de origen conservador o de clases medias altas ven con simpatía el elemento de rechazo a los vicios del sistema que supone la joven formación política, pero no creo que comulgaran con el izquierdismo de los de Cayo Lara.
Ni que estuvieran dispuestos a ninguna aventura de transformación radical de la sociedad ni, como apuntan los medios más cavernarios, a la toma del Palacio de Invierno/La Moncloa.
Izquierda Unida y Podemos son, como dije en un artículo de opinión tras las elecciones europeas, como agua y aceite, y una candidatura conjunta lejos de sumar les restaría votos.
Otra incógnita es qué harán la gente de Podemos una vez obtengan representación en las distintas instituciones. El primer paso los veremos tras las autonómicas. Han decidido participar en las mismas con su marca “para cambiar sus comunidades pero también como un voto adelantado por el cambio político en España”.
Lo que persiguen es demostrar fortaleza “con la vista puesta en las elecciones generales previstas para noviembre de 2015”, aunque pueden celebrarse en coincidencia con las autonómicas y locales e incluso posponerse hasta enero de 2016.
Se trata de levantar “candidaturas de Podemos que representan en lo autonómico una fuerza política de ámbito estatal”. Concluyendo que con marca propia o enmarcados en agrupaciones diversas las candidaturas de Podemos deben conformarse “por elecciones primarias”, así como comprometerse a no sostener a los partidos tradicionales y sus “políticas de empobrecimiento y saqueo”.
¿Pactarán con alguna otra formación de la Casta, grupo en el que algunos consideran que forman parte incluso gente de IU?
¿Se situarán al margen y permitirán en su caso que por la actual fragmentación del espacio progresista, el PP repita al frente de comunidades autónomas, cabildos o ayuntamientos?
¿No harán movimiento alguno que implique correr el menor riesgo antes de las elecciones generales?
Sondeos
La respuesta la comenzaremos a conocer a partir del resultado que las urnas dicten en los comicios del 24 de mayo próximo. Lo que sí parece seguro, viendo los diferentes análisis sociológicos y encuestas, es que al margen de las personas y del programa que presenten recibirán un aluvión de votos como muestra del profundo rechazo a los defectos estructurales del sistema. Como continúan confirmando los diversos sondeos.
Entre ellos, la encuesta elaborada por Metroscopia para El País, dada a conocer a comienzos de noviembre, que ha insuflado nuevos ánimos a Podemos, que se coloca como primera fuerza superando ligeramente al PSOE (en 1,5 puntos) y se sitúa 7 puntos por delante del PP, del que recibe también un gran caudal de votos, no sólo de PSOE, IU y nuevos votantes.
IU, como estaba previsto, sigue cayendo y se queda en un 3,8%, casi la mitad de lo que obtuvo en 2011. Los de Cayo Lara se colocan en una posición dramática, a pesar del intenso trabajo realizado en los últimos años en la calle y en los movimientos sociales. Por su parte, UPyD también muestra su declive, con un 3,4%, cuando hace apenas unos meses rozaba el 10% en los sondeos.
Además el líder de Podemos, Pablo Iglesias, es el tercero más valorado entre todas las personalidades institucionales en el sondeo de Metroscopia, tras Felipe VI y Letizia (que parecen haber conseguido recuperar el perdido prestigio de la Corona), y por delante del socialista Pedro Sánchez.
El barómetro del CIS de octubre también le augura muy buenos resultados, aunque les coloca terceros en el podium, con el 22,5% de sufragios, por detrás de PSOE (23,9%) y PP (27,5%). IU obtendría un 4,8% y UPyD un 4,1%. Ambos, Metroscopia y CIS, confirman la muerte del bipartidismo y el nacimiento del tripartidismo; que obligaría a formar gobierno de coalición entre dos grandes partidos: PP-PSOE, PSOE-Podemos o PP-Podemos.
Con o sin las encuestas, los dirigentes y seguidores de Podemos ven mucho más cerca el asalto al cielo del que habla Pablo Iglesias, elecciones generales mediante. Las autonómicas servirán de lanzadera. Mientras que las locales las perciben más como un problema, que puede interferir en el avance hacia el objetivo declarado de llegar a La Moncloa, pese a la enorme relevancia del poder municipal o el de los cabildos y diputaciones.
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