Mi vida ha estado ligada al séptimo arte prácticamente desde el principio. Algunos de mis mejores recuerdos tienen que ver, o están relacionados, con una película o con un cine, al igual que mi conocimiento de muchas ciudades se debe a la búsqueda de una determinada sala cinematográfica. Me gusta el cine sin distinción de género, nacionalidad, idioma o formato y NO creo en tautologías, ni verdades absolutas, que, lo único que hacen, es parcelar un arte en beneficio de unos pocos. El resto es cuestión de cada uno, cuando se apagan las luces.
STAR WARS: Las bases sobre las que se sustenta la creación de una mitología propia (2) INFLUENCIAS LITERARIAS
Si nos ceñimos al campo de los estudios antropológicos, la mayor de estas influencias proviene de las obras y ensayos escritos por Joseph Campbell, personaje capital cuando se habla del tema en cuestión. George Lucas ha citado El Héroe de las Mil Caras (1949) y Las Máscaras de Dios (1959-1968), ambos escritas por Campbell, como las dos obras que le dieron la dirección correcta mientras trataba de escribir el borrador de loa que luego se conocería como Star Wars.
Siempre ha sido función primaria de la mitología suplir los símbolos que hacen avanzar el espíritu humano, a fin de contrarrestar aquellas otras fantasías humanas constantes que tienden a atarlo al pasado.
Joseph Campbell. The Heroe with a thousand faces. Fontana Press. Londres 1993
Las teorías de Campbell describen arquetipos de conducta de los mitos universales dentro de nuestra cultura, imprescindibles para crear una gran historia. Lucas utilizó varios de los arquetipos que Campbell describe en sus libros para perfeccionar las bases sobre la que se sustenta su narración. Por ejemplo, Campbell describe un arquetipo de “La llamada de la aventura”, en la que el héroe se entera de la misión que debe tomar. Por regla general, le sigue el arquetipo siguiente titulado “La negativa de la convocatoria”, donde el héroe decide que hay mucho que perder e intenta evadirse de la aventura.
Esto mismo se ve en Una Nueva Esperanza cuando Luke Skywalker recibe por primera vez el mensaje de la princesa Leia y luego renuncia a abandonar su granja, cuando Obi-Wan le pregunta si desea acompañarle para ayudarlo.
Además, las mismas teorías de Campbell expresadas, éstas, en el cuarto volumen de su obra Las Máscaras de Dios, explican la labor desarrolla por George Lucas como guionista y escritor de Star Wars. El artista es quien comunica la mitología hoy en día, llegará a decir el profesor y erudito estadounidense.
Para explicar esta última afirmación Campbel acuñó el término “creative mythology”, el cual sirve para describir el proceso por el cual un artista reúne una serie de símbolos y de elementos de su entorno y de su propia experiencia sobre el mundo, y los transforma en una metáfora que sirve para explicar algo sobre los misterios de la existencia humana. Luego, si las experiencias y las vivencias de artista han sido lo suficientemente profundas y bien asimiladas, y la historia ha sido capaz de comunicar nuevos elementos que expliquen algunas las cuestiones que siempre han rondado por la cabeza del ser humano, su trabajo pasará a formar parte de la mitología de su tiempo.
No es de extrañar que una década después, Joseph Campbell llegara a debatir éste y otros temas, sobre todo la influencia de la trilogía de George Lucas en la cultura y la mitología contemporánea, en una serie de entrevistas conducidas por el periodista Bill Moyers y la editora Betty Sue Flowers, experiencia que luego fuera recopilada en formato libro y DVD bajo el título The Power of the Myth The Power of the Myth(1988) Nota
Nota: De entre todas las cosas que se citan en dicha entrevista, es digno de destacar lo siguiente, dada su relación con la obra de George Lucas:
MOYERS: La primera vez que vi La guerra de las galaxias, pensé: «Es una historia muy vieja con un traje nuevo». La historia del joven llamado a la aventura, el héroe que tiene que superar pruebas y obstáculos, y vuelve tras la victoria con un don para la comunidad...
CAMPBELL: Lucas utiliza, desde luego, figuras mitológicas estándar. El viejo maestro como consejero me hizo pensar en el maestro de armas japonés.
De quien se suele hablar menos, siguiendo con las influencias a las que George Lucas recurrió para darle el corpus teórico a su obra, es del también antropólogo y escritor peruano, luego nacionalizado estadounidense, Carlos Castaneda.
En 1968, el entonces estudiante de antropología en la universidad de California, Carlos César Arana Castaneda escribió The Teaching of Don Juan: A Yaqui way of Knowledge, (University of California Press, 1968) el primero de cuatro libros en los que cuenta su periodo de aprendizaje para convertirse en un Chamán o hechicero, todo a lo largo de cinco años.
Durante ese periodo de tiempo, el autor estuvo bajo la tutela de un místico llamado Don Juan Maltus, descendiente de la tribu Yaqui, procedente, ésta, del norte de Méjico.
Don Juan Maltus era más que un chamán per se. Era un “Hombre del conocimiento” y “Diablero”, conocedor de las dos vertientes de la magia –luminosa como el día y oscura como la noche- capaz de comunicarse con otras realidades e, incluso, con la esencia misma de las cosas.
Ese concepto, la comunicación con la esencia de las cosas que nos rodean, no es exclusivo de las tribus indígenas del continente americano. En la cultura asiática, la armonía entre los distintos elementos de la naturaleza y cómo el hombre debe interactuar con ellos son un tema recurrente. No obstante, la forma en la que Castaneda lo plantea en sus escritos bien se podría considerar como la base sobre la que luego George Lucas sustenta todo el concepto de los caballeros Jedi y su vinculación con la Fuerza. Es más, conceptos como Chamán y caballero Jedi terminan por ser versiones de una misma moneda, si se atiende a las aseveraciones hechas por el antropólogo cuando éste habla de las características de su maestro.
En su cuarto y último libro, Tales of the Power (1974) Don Juan Maltus le describe a su pupilo el término “Life force”, el cual guarda muchas similitudes con la explicación que luego Obi-Wan Kenobi le da al joven Luke, durante su primer encuentro.
El otrora (tiempo pasado indeterminado opuesto al tiempo presente) general de la república, aislado del mundo tras la llegada del Imperio Galáctico es, sin lugar a dudas, una versión del Chamán o Hechicero que aparece en las obras de Castaneda y que, como Don Juan Maltus, conoce los peligros que cualquier poder acarrea, por muy benigno que éste pudiera resultar.
Quizás donde más se pueda ver la influencia de los trabajos de Carlos Castenada sea en la segunda de las películas de la trilogía clásica, El imperio Contraataca, sobre todo, en lo relacionado a la figura del maestro Jedi Yoda. Como ejemplo baste citar un párrafo que aparece en la página 167 del libro Star Wars: The Annotated Screenplays, escrito por Laurent Bouzereau en 1997 (Ballantine Books)
La idea de usar a otra persona, a lo mejor un alienígena, para que Luke se forme surgió durante diferentes reuniones de guión. George Lucas y Leigh Brackett (responsable del guión junto a Lawrence Kasdan) pensaron que este alienígena podría ser una especie de nativo del desierto, aniñado, aunque fuera un hombre muy entrado en años.
Es cierto que luego George Lucas terminó por simplificar –y a ratos desdibujar- el misticismo que una orden como la de los caballeros Jedi debió poseer, “tras más de mil generaciones”, lo que le llevó a dejarse en el tintero muchas de las enseñanzas del antropólogo peruano. No obstante, es de recibo citar los trabajos y la influencia de Carlos Castaneda como parte de la creación del universo de Star Wars, devolviéndole así un protagonismo que suele quedar eclipsado tras la figura de Joseph Campbell.
Una tercera influencia, pero mucho menos comentada, incluso por el propio director, tiene que ver con el libro del antropólogo escocés Sir James George Frazer quien, en 1890 publicó The Golden Bough: A Study in Comparative Religion, un extenso y revolucionario texto que, por primera vez, pretendía explicar las raíces de las religiones humanas, sus influencias y su desarrollo y evolución.
Tachado casi diríamos de blasfemo por la sociedad de la época, su influencia a la hora de delimitar el área de la mitología y la religión dentro del mundo contemporáneo ha permanecido vigente y no es descabellado pensar que Lucas recurriera también al trabajo de Sir James George Frazer mientras redactaba los sucesivos borradores del guión de Star Wars.
Ahora, si nos ceñimos a las influencias literarias, no académicas, las cuales también son palpables –y notorias en la obra de George Lucas-, habría que empezar citando, en primer lugar, la “Serie marciana”, o las historias protagonizadas por el personaje John Carter, cuya primera novela Under the Moons of Mars, luego retitulada A Princess of Mars fue escrita por Edgar Rice Burroughs y publicada en la revista pulp All-Story Magazine entre febrero y julio del año 1912.
El personaje principal, John Carter, es un capitán del ejército confederado durante la guerra civil norteamericana que da con sus huesos en medio de una guerra extraterrestre, en el planeta Marte –Barsoom, en el idioma de los alienígenas. Las historias de Burroughs, simples, directas y sin mayores requiebros mentales están llenas de confrontaciones bélicas protagonizadas por enormes embarcaciones flotantes, toneladas de esgrima, alienígenas y personajes femeninos más propios del siglo XXI que de principios del XX.
El escritor americano era también el creador de la serie de Tarzán, pero la serie protagonizada por el capitán John Carter está mucho más llena de acción, aventuras y situaciones imposibles que la serie protagonizada por el lord británico criado entre simios, mucho más filosófica y crítica contra con la sociedad de aquel momento.
El Señor de los Anillos es también una de las grandes influencias del mito de Star Wars. Si bien algunas de esas influencias son evidentes -un oscuro emperador rodeado de un poderoso ejército y personajes femeninos muy decididos- la mayor influencia que tiene la obra de J.R.R. Tolkien en Star Wars es la lucha entre el bien y el mal.
Es cierto que la trilogía de El Señor de los Anillos no inventó la idea de la lucha entre opuestos, entre la luz y la oscuridad, pero sí que es cierto que la sutileza con la que los libros muestran la lucha de Frodo para mantenerse cuerdo influyó, notablemente, en George Lucas.
Aquellos momentos en los que Luke Skywalker lucha contra la tentación de caer en el “lado oscuro”, uno de los argumentos más recurrentes durante la Trilogía Original, logran que el personaje llegue a ser mucho más convincente y humano.
En la historia de George Lucas, y después de perder la tutela de su mentor, Obi Wan, Luke debe encontrar la fuerza necesaria para viajar y destruir a sus demonios personales, algo que, anteriormente, Frodo tuvo que afrontar cuando tiene que vérselas con el reto de acabar con “el anillo que los dominará a todos”.
La tercera saga literaria que influyó en la obra de George Lucas fue Dune, la historia de Paul Atreides, el hijo de un señor feudal quien, tras exilarse, regresa heroicamente como Muad'Dib, el líder de los nativos del planeta conocido como los Fremen. Para lograr su empresa, Paul aprende las técnicas antiguas de la Bene Gesserit, una secta de místicos femeninos que utilizan una habilidad tanto sobre el control de las mentes como sobre las acciones de quienes los rodean llamado “La Voz”, y una disciplina llamada “The Way Weirding”, la cual les da el control total de su cuerpo y les permite anticiparse a las acciones de sus oponentes en la batalla.
Una obvia comparación entre la obra de Frank Herbert y la de Lucas se puede ver en la forma en la que George Lucas plantea el resurgir de los Jedi y su empeño por destruir al Imperio liderado por Palpatine. Otra clara influencia está relacionada con el énfasis demostrado por Lucas en todo lo referido a las armas antiguas, especialmente las espadas y sables, de ahí que los caballeros Jedi lleven un sable de luz. Y si bien es cierto que, en Dune, los antagonistas prefieren utilizar un cuchillo Crys -cuya hoja es un afilado diente de un gusano de arena- las similitudes son bien evidentes. Por último, destacar que, si en la obra de Frank Herbert el villano principal terminará por ser el abuelo de Paul, en la trilogía original será el siniestro Darth Vader quien resulte ser el padre del protagonista, Luke Skywalker.
De las tres sagas literarias, se puede argumentar que fue la serie creada por Edgar Rice Burroughs la que más influyó en la posterior puesta en escena de Star Wars, dado que el carácter serio y filosófico de El Señor de los Anillos y Dune difícilmente se podían trasladar al cine, sin lastrar el tono aventurero y atemporal que quería imprimir George Lucas a su obra.
Una vez comentadas estas tres sagas literarias, hay que añadir que títulos tales como Las Crónicas de Narnia y The Space Trilogy, escritas ambas por C.S. Lewis, amigo y contemporáneo de JRR Tolkien, y los cuentos de hadas de los hermanos Grimm formaron parte de la extensa bibliografía utilizada por George durante los casi tres años que invirtió en escribir el guión de una aventura espacial que se pudiera llevar a la gran pantalla.
En cuanto a las influencias del noveno arte, ya se ha dicho que Flash Gordon era el personaje que George Lucas quería llevar a la gran pantalla y que tanto su impronta como la de su creador Alex Raymond se nota en muchas secuencias del Episodio IV.
Junto a él sería justo citar a Buck Rogers, el primer aventurero espacial gráfico, surgido en 1928, primero en relato literario y, un año después, en formato de tira de prensa. Rogers, tan audaz como Gordon, está acompañado por la teniente Wilma Deering, una soldado independiente, decidida y capaz de valerse por sí misma, señas de identidad que luego adoptará la princesa Leia Organa, heroína de la primera trilogía galáctica.
© José Gracia Pont, 2016
© Eduardo Serradilla Sanchis, 2016
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Si nos ceñimos al campo de los estudios antropológicos, la mayor de estas influencias proviene de las obras y ensayos escritos por Joseph Campbell, personaje capital cuando se habla del tema en cuestión. George Lucas ha citado El Héroe de las Mil Caras (1949) y Las Máscaras de Dios (1959-1968), ambos escritas por Campbell, como las dos obras que le dieron la dirección correcta mientras trataba de escribir el borrador de loa que luego se conocería como Star Wars.
Siempre ha sido función primaria de la mitología suplir los símbolos que hacen avanzar el espíritu humano, a fin de contrarrestar aquellas otras fantasías humanas constantes que tienden a atarlo al pasado.