Lo fue avisando, era “la última y nos vamos”. Es una expresión muy popular, la pronuncian los que están de parranda y saben que se tienen que ir, que ya no quedan excusas y que no quieren molestar, ni al dueño del bar -al que piden la última ronda, de verdad- ni a quien o quienes pudieran estar esperando en casa desinquietos. Fue el título que Manolo Vieira quiso ponerle a su espectáculo de despedida, su último espectáculo antes de ver bajar consciente el telón de su rica y hermosa carrera profesional y de su intensa vida. Sabía que todo iba a acabar, que su cuerpo ya le estaba avisando y que había llegado el momento de decirle a la gente que se acabó. En la noche de este miércoles se ha marchado a los 73 años, muy debilitado, en Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad que lo vio nacer.
Ya había cerrado su club La Chistera, pero aún estaba de gira. Tenía actuaciones programadas en varias islas y en la Península, culminando en Santa Cruz de Tenerife y en la capital grancanaria. Pero pudo, un año más, acudir fiel a su cita de Noche Vieja, que ha congregado durante más de 20 años a las familias canarias ante el televisor antes de brindar por un feliz año nuevo. Desde el Teatro de Agüimes, con su clásico pantalón y chaleco negro con camisa blanca, volvió a provocar la risa de los presentes y de quienes al otro lado de la pantalla seguían atendiendo a su monólogo. Era como siempre en las mismas fechas, pero esta vez las carcajadas tenían un sabor agridulce ante la conciencia de que algo que había llegado a convertirse en una especie de tradición podía no volver a repetirse.
“Quiero desear a toda Canarias, a todos los presentes y a todo el mundo, de verdad, de corazón, feliz año 2023 (…) Los quiero mucho, a mis Islas Canarias, a mi gente y a mi tierra, los quiero, de verdad. Gracias”, se despidió. El público, en pie, lo ovacionaba entregado y, como en tantas otras ocasiones, regresó bajo los focos una vez más para un bis. “Les voy a contar otro… ¡siéntense, coño!”. Y, quizá por casualidad, eligió de su extenso repertorio un chiste que se centra en la forma de contar la muerte de un ser querido, de golpe o poco a poco.
Un tal Pepe que tiene un loro se lo deja a un amigo para que se lo cuide porque se va de viaje. Pero el animal muere y su dueño recibe la noticia de forma muy directa. “¡Coño, no me digas eso, esa no es forma de dar una noticia, hombre! Las noticias estas tan desagradables se dan poco a poco, primero me dices que el loro se escapó, así me quedo con esperanzas; al día siguiente me dices que lo encontraron en un árbol, que se subió, y así poco a poco, hasta que me digas que se murió”. Y así lo acordaron. Pasaron los años y volvió a recibir una llamada: “Tu madre se subió a un árbol…”. El público volvió a estallar en carcajadas mientras, esta vez sí, Vieira se despedía con la mano en el corazón y sonaba su clásica musiquilla.
Del barrio de la Isleta, Vieira relataba en sus actuaciones que su trayectoria sobre los escenarios comenzó compaginándola con su trabajo como camarero en el pub JR. Decía que contaba chistes y a la gente le gustaban, y por eso desde 1986 abrió su propia sala. Dos años después se trasladaría a otra un poco más grande: su mítica Chistera, en la esquina de la calle Juan Manuel Durán con León y Castillo, donde realizaba dos pases diarios con un éxito absoluto, un calor que le acompañaría durante toda su carrera y le llevaría a la Península o incluso a cruzar el charco y actuar en Miami.
Sus espectáculos llegaron a los hogares canarios gracias a sus grabaciones en discos, casetes o DVD, antes de las redes sociales que ahora los reproducen. Y el talento que desbordaba para hacer reír le valió en 2002 la Medalla de Oro de Canarias y en 2010 fue galardonado con el Can de Plata en Artes por el Cabildo de Gran Canaria. Recientemente, ha sido reconocido como Hijo Predilecto de Gran Canaria.
Vieira destacó como referente y posiblemente el mejor cómico isleño gracias a su estilo basado en lo cotidiano, especialmente en la idiosincrasia canaria. Él mismo contaba que se limitaba a chivarse de lo que veía. De su repertorio destacan personajes imborrables como Carmelito y Maruquita, que creaba en sus monólogos con historias que se podían ver, como aquella en la que ambos se van de viaje de novios para Agaete desde Las Palmas de Gran Canaria y ella, compungida, bajaba la ventanilla del coche, miraba hacia atrás y decía “adiós, Canarias”. Vieira los describía con todo lujo de detalles: una típica pareja canaria, “él 1,95 de bondad, de tranquilidad” y “ella, 1,60 de valentía, que no se amedrenta ante nada”. Tenían dos hijos, Fefa, que ya está casada, y Alersi, a quien su madre le gritaba cuando se adentraba en el mar en la playa: “¡Como te ajogues, te mato!”.
Vieira también ayudaba a que los peninsulares entendieran ciertas expresiones en las Islas, como “el vocablo coño”, que en Madrid es “diferente, seco, duro y áspero” y en la islas se emplea con mucha frecuencia, pero “es dulce, amoroso, suave, no tiene nada que ver”. O defendía a los isleños que se iban fuera y les decían “aplatanaos” o “qué bonito habláis, la che no la tenéis, decís coye, buenas noyes, muyayo”, añadiendo que quienes creían que en Canarias se hablaba así, es porque solo habían hablado con “Mamé el bobo”. “¿Quién de nosotros dice buenas noyes muyayo?”.
Su inmenso legado no solo queda en sus grabaciones. Su dominio absoluto del monólogo ha servido de inspiración y ha influenciado a una generación de cómicos y artistas canarios. Lo muestra Palante Producciones, del humorista Darío López, con un genial vídeo en el que reunió a Yeray Rodríguez, Delia Santana, Kike Pérez, Aarón Goméz, Arístides Moreno o Ignatius Farray, entre muchos otros y otras, para rendir homenaje a Manolo Vieira en La Chistera mientras recordaban sus mejores chistes. “Todos buscamos hacerle cosquillas al mundo a ver si se ríe, que falta le hace, y todos lo admiramos sabiendo cuanto cuesta arrancar una sonrisa. Y es que tenemos el mejor maestro. Contigo aprendimos y seguiremos aprendiendo”, narra la voz de López durante la pieza.
Durante una entrevista del programa Informe Trópico de Televisión Canaria, emitido a finales de 2021, Vieira reflexionaba sobre la vejez. “Yo empecé a darme cuenta de que había cumplido años cuando cumplí 70… ¡70 años ya! Esto es así, hasta que dios quiera”. Y sobre cuál creía que sería su legado, respondía: “Yo voy a dejar los discos, si los quieren seguir comprando…”, esbozando una sonrisa, para añadir acto seguido, más serio “yo con que me recuerden, tengo”.