Arqueólogos de la empresa Tibicena Patrimonio y Arqueología creen haber localizado en el yacimiento prehispánico de La Fortaleza -en Santa Lucía de Tirajana- el mítico Humiaga, el templo perdido de los aborígenes de Tamarán, la actual Gran Canaria.
En declaraciones a Europa Press, el arqueólogo y codirector de la compañía Marcos Moreno explicó que aunque son optimistas respecto a esta posibilidad y que existen diferentes evidencias e indicios, aún tienen que continuar con los trabajos.
Según diferentes crónicas de la época de la conquista y de los siglos siguientes, en Gran Canaria existían antes de los españoles dos lugares sagrados para los aborígenes; uno de ellos Tirma, en el norte; y el otro, que nunca se localizó, ha recibido varios nombres, entre ellos Humiaga.
Para los profesionales de Tibicena, existen una serie de evidencias que conducen a que el templo de Humiaga puede haber sido encontrado, tales como las crónicas históricas, la datación de huesos encontrados en la zona o las estructuras que hay en la parte superior de La Fortaleza.
En este sentido, el experto comentó que cuando comenzaron a trabajar en el yacimiento en 2007 se conocían unas cuevas, alguna casa en la base y unas estructuras en la parte superior que ya el doctor Grau Bassas dijo en siglo XIX que podrían ser braseros.
Hueso de cabra
Moreno explicó que un pequeño hueso de cabra que ha sido sometido a la datación por Carbono 14 en Estados Unidos podría tener una de las claves para que el templo pueda ser ubicado en el lugar.
Aquí, el laboratorio americano da unas fechas que oscilan entre el siglos VI y VII -una datación cuya horquilla está entre los años 585 y 682-, mientras que las cronologías más antiguas en Gran Canaria se remontan al siglo III.
“Y estamos hablando -continuó- de un siglo VI donde lo que vemos datado es un hueso que está dentro de un complejo de estructuras que ya están fabricadas. Es decir, si el hueso es del siglo VI, todo ese conjunto arquitectónico es previo”.
Uso religioso
Asimismo, el arqueólogo hizo especial hincapié en que por lo que han podido averiguar, las actividades protagonizadas por los antiguos canarios en la cima de la Fortaleza Grande no son de naturaleza doméstica, sino que pueden asociarse al universo religioso, donde el fuego y los animales domésticos tenían el protagonismo. “Todo esto nos hace pensar que estamos ante algo ritual”, matizó.
“Viendo el tamaño que tiene el yacimiento -declaró-, además del poblado que descubrimos en 2015, que es enorme y que tiene estructuras circulares muy raras que se suelen vincular a temas rituales; y de que el nombre [del templo] no aparezca en las crónicas, mucha gente hablaba de si La Fortaleza no sería Humiaga y nosotros ahora sí tenemos datos para creer que lo es”.
Por otro lado, el arqueólogo comentó que en las crónicas se habla de que los antiguos grancanarios iban en una especie de peregrinación, un “camino de ascenso” por la montaña, encontrándose el peregrino con estructuras, paredes-murallas y grabados durante el recorrido. “Es como llegar al sitio importante -destacó-, al sitio de culto. Y el camino es parte del rito”.
Las crónicas de la conquista hablan de Humiaga
Respecto a las crónicas, el historiador, lexicógrafo y humanista castellano Alonso de Palencia dejó escrito durante la conquista de Gran Canaria, en su Cuarta Década, que en Las Tirajanas estaba ubicado el segundo de los grandes templos de la isla.
Añade, textualmente, que hay un poblado donde “se alzaba un templo, bien equipado para sus supersticiones; suben los nuestros a la cumbre del monte y nadie encuentran en la defensa o guardia del templo, construido a manera de castillo con toda clase de fortificaciones...”.
Siglos después, en 1647, el médico e historiados Martín de Cubas describió el estado de las ruinas del templo.
“La primera casa de oración era Almorare -reza el texto-, que es una casa sobre un Risco Jumiaia, en el término de Tirajana, llamado Riscos Blancos, que cupieron a Antón de Santidad; allí invocaban y sacrificaban quemando entre braseros de cantos grandes de piedras, sobre un altar de paredón de grandes piedras con grandes losas que hoy se ven allí, como capillas, y otros caserones dentro de un gran cerco; y es el risco el más escollado de aquellos sitios, que no hay hombre que pueda menear una sola piedra”.