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Cuando el arte moviliza a todo un barrio para visibilizar la prostitución que existe en él: “Te vemos, no estás sola”

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —
28 de octubre de 2021 22:23 h

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“Nadie va a dibujar ni un ojo”. Es lo que pensaron mujeres en contexto de prostitución del barrio de Arenales, en Las Palmas de Gran Canaria, cuando la trabajadora social Idaira Alemán les explicó la acción artística que había planeada para visibilizar su situación y brindarles apoyo. Poco a poco, la actividad guiada por la artista feminista Yolanda Domínguez fue tomando forma. “Te vemos”, “te valoramos” o “no estás sola”, son algunos de los lemas que acompañan esos ojos pintados de diversos colores que desde este jueves se encuentran colgados por distintas paredes de Molino de viento o el Centro Cívico Suárez Naranjo. “Estamos muy contentas por cómo se ha volcado el barrio, cuando les decíamos de participar preguntaban cosas como: ¿es algo a su favor? ¿es para apoyarlas?”, señala la conductora de esta iniciativa cuyo objetivo es el de reflejar que como sociedad “queremos ser parte de la solución” y poner el foco en los hombres que demandan. Los ojos vienen a decir a las mujeres que están acompañadas, que la población las ve y a apuntar hacia esos hombres y proxenetas ya que la prostitución, al ser un tema “invisibilizado, se creen impunes”, remarca. 

Los vecinos y vecinas del barrio de Arenales apuntaron en una encuesta realizada hace unos años por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria que la prostitución era uno de los “problemas” a los que se enfrentaban. Por ello, surgió el proyecto Conviviendo Arenales, en el que participa el Centro Cívico Suárez Naranjo o el Centro Lugo de Cáritas. Apuestan por acercar la realidad de la prostitución a través de iniciativas que permitan a los residentes conocer el contexto de estas mujeres y las condiciones en las que se encuentran ya que el dedo acusador siempre recae sobre ellas. Ángeles es una de las mujeres que se ha animado a pintar y a colocar los ojos por la zona. Fue alumna de inglés en el centro y a partir de ahí entró en distintos proyectos sociales. “Me parece muy importante porque los ojos transmiten” y cree que es esencial reflejar precisamente que “no están solas y que se sientan acompañadas”, añade. 

Elena es otra de las mujeres que ha querido contribuir. “Se trata de una realidad que tiende a ser dejada de lado y es importante darle voz, empatizar y que las mujeres no se sientan en un segundo plano”, resume. La joven reflexiona que si hoy día ya las mujeres en general están oprimidas, “las mujeres explotadas sexualmente viven el culmen del estigma social”, asegura. Fue voluntaria hace unos años como intérprete en el Centro Lugo de Cáritas para las mujeres que no hablaban español y acudían a este punto en busca de ayuda. “No miramos a otro lado” y “es necesario poner en el punto de mira al hombre, que con su demanda es responsable”. Sostiene que hablamos de un “consentimiento viciado” porque hay dinero de por medio ya que las mujeres que se encuentran en esta calle en este contexto recuerda que no parten de una situación fácil. 

No solo mujeres se han animado a participar. Rafael explica que ha realizado dos ojos, uno de ellos simula una boca con un ojo dentro y otro que está triste. Señala que con ello quería reflejar el dolor que sienten las mujeres. Uno de ellos además está acompañado por un mensaje: “Habla, estamos contigo”. La trabajadora social Idaira Alemán, responsable del proyecto Centro Lugo, recalca que es la primera vez en la que “más fuerte se ha trabajado con la ciudadanía y es importante para visibilizar que de verdad haya un compromiso con ver lo que hay detrás de esta realidad y también es importante para las mujeres no sentirse solas, que hay muchos ojos que la están apoyando”. Sostiene que apreciar cómo se acercaban ojos de todas partes “fue muy bonito” y cree que el mensaje ha llegado: “No están solas”. 

Desde las 9.00 de la mañana de este jueves toda una comitiva de voluntarias, voluntarios, vecinos, vecinas junto a la artista Yolanda Domínguez han colgado todos los ojos por las calles donde se localiza el sistema prostitucional. La calle Molino de Viento se compone de viviendas antiguas en una zona céntrica de Las Palmas de Gran Canaria, una vía que muchas veces la ciudadanía esquiva o agacha la cabeza al pasar. “Es una doble moral”, recuerda la artista, ya que todos sabemos que está presente. Muchas veces, lo que se suele hacer “para solucionar el tema de la prostitución es derivarla a otro lugar”, señala. Por ello, Conviviendo Arenales lleva muchos años sensibilizando para dejar de culpabilizar a las mujeres, tratar de entender la situación y mirarla de frente. 

“Algunas mujeres no esperaban que fueran a poner ojos y esto me parece significativo”, resalta Domínguez. “Tenemos que mirar de cerca y con profundidad y asumir este conflicto con una mirada reflexiva y no superficial, que es lo que la mayoría de las veces aparecen en los medios; relatos que no cuestionan el propio conflicto o relatos que no nos permiten entender cuál es la situación”, apunta. La artista añade que espera que este proyecto no se quede solo aquí y que espera que todo sume para ser parte de la solución. Los ojos permanecerán en estas calles y se suman a otra serie de acciones que está realizando Conviviendo Arenales, como la exposición de Fénix-x, superviviente de trata y cuyos cuadros se pueden contemplar en el Centro Cívico Suárez Naranjo.