El cachalote común es el cetáceo más amenazado en Canarias, una de las regiones con mayor riqueza y diversidad del Atlántico nororiental con 28 especies distintas de mamíferos marinos y donde el 25% de sus muertes están asociadas a la actividad humana.
Así lo afirma, en declaraciones a Efe, el profesor de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y miembro del Instituto de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria Manuel Arbelo, quien este fin de semana participó en Fuerteventura, junto a más de una veintena de científicos de todo el mundo, en un congreso internacional sobre zifios.
En este simposio se habló del uso del sonar antisubmarino y su relación directa con la muerte y varamiento de cetáceos y cómo la ejecución de una moratoria en aguas canarias en 2004, promulgada por el Gobierno español con previa recomendación del Parlamento Europeo, ha conseguido frenar un 25% las muertes de cetáceos en las islas y convertir al archipiélago en una referencia mundial para la conservación de estos animales.
Sin embargo, Arbelo, que trabaja con la red de varamientos de Canarias haciendo las necropsias y diagnósticos de todos los animales que varan en las islas a los que se suman otros llegados fuera del archipiélago, asegura que aún así el 25% de los casos de muertes de cetáceos que se diagnostican en el Instituto de Sanidad Animal de la ULPGC están relacionados con la actividad humana.
El profesor de Veterinaria enumera las tres causas directas que producen la muerte de cetáceos en Canarias relacionadas con la actividad humana: el tráfico marítimo, las interacciones con actividades pesqueras, que representan en torno a un 7%, y las interacciones traumáticas con pescadores que los ahuyentan o los agreden al considerarlos competencia en la lucha por el pescado.
A estos supuestos se añaden “las patologías de cuerpo extraño”, aquellas que Arbelo asocia a las producidas por la ingesta de basura, plásticos y otros vertidos en el mar y que pueden causar “lesiones lo suficientemente graves como para producirles la muerte o varamiento”.
De todas ellas, este especialista subraya como principal causa el tráfico marítimo que afecta a algunas especies de buceo profundo y entre ellas especialmente al cachalote.
“Desgraciadamente, todos los años hay un goteo continuo de varios ejemplares de cachalotes que mueren por acciones asociadas al tráfico marítimo, fundamentalmente debido a lesiones que son compatibles con cortes limpios, que bien seccionan al animal o le producen heridas graves”, apunta.
El canal que separa Gran Canaria de Tenerife es un punto caliente para la diversidad marina: en él se ha detectado la presencia de una población de cachalotes que no se sabe hasta qué punto son residentes, pero donde sí se documenta una presencia durante todo el año.
Precisamente, el mayor número de colisiones de embarcaciones con cachalotes se produce en Tenerife donde “se ven afectados por el tráfico marítimo y acaban varando en las costas de la isla”, sostiene Arbelo.
Junto al cachalote común también aparecen en las estadísticas de muertes derivadas del tráfico marítimo otras especies de buceo profundo como el cachalote pigmeo, el cachalote enano y algunos zifios.
La búsqueda de un complemento turístico al binomio sol y playa y la potenciación de segmentos como el turismo de naturaleza, aparejado a la mayor demanda de visitantes que buscan nuevas experiencias ha hecho que se potencie como oferta el avistamiento de cetáceos, lo que ha traído consigo que crezca la actividad de embarcaciones destinadas a este fin.
Este profesor de la ULPGC aclara que existen en estos momentos pocos estudios que analicen el impacto que produce la actividad de estas embarcaciones en el comportamiento y la salud de estos animales.
Sin embargo, “hay cosas puntuales que se han hecho en el suroeste de Tenerife, donde hay una fuerte población de calderones tropicales y está centrada la mayor cantidad de barcos y actividad, y donde hay algunos datos que prueban ciertos cambios de comportamiento de los animales producida por la presencia de los barcos de una forma diaria y continua”.
Aunque no se ha medido hasta qué punto eso puede impactar sobre su supervivencia y permanece constante el número de animales en los últimos tiempos en el lugar, “lo cierto es que hay cambios de comportamiento referentes al buceo, la alimentación o el descanso”.
Aún así el 50% de las muertes de cetáceos en aguas del archipiélago está asociada a causas naturales, aunque “puede haber detrás otros factores que están afectando de forma indirecta y que sí tienen que ver con la actividad humana como la contaminación acústica, la contaminación química, presencia de la actividad pesquera o el calentamiento global”, explica.
Las enfermedades infecciosas, fundamentalmente producidas por virus, bacterias y algunos protozoos, son la principal causa mientras que las muertes por tumores en cetáceos representan sólo el 2 o 3%.