Las nuevas pruebas rápidas de antígenos para la detección de la COVID-19 han abierto un halo de esperanza en la lucha contra la pandemia. La Comisión de Salud Pública del Ministerio de Sanidad ha anunciado este miércoles su incorporación, como herramienta de diagnóstico precoz, a la estrategia de control y vigilancia de la enfermedad. Lo ha hecho después de conocer los resultados preliminares de un estudio, realizado por el Instituto de Salud Carlos III, que avala la fiabilidad de los test comercializados por el laboratorio Abbott, con una sensibilidad (capacidad para identificar positivos) superior al 93% y una especificidad (porcentaje de verdaderos negativos) de más del 99%. Estas cifras se aproximan a los indicadores de las PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa), hasta la fecha el instrumento más eficaz de detección, lo que ha permitido inyectar cierto optimismo en la comunidad científica, aún desde la prudencia, tras el fiasco de la primera ola con los test rápidos que el Gobierno central adquirió en marzo y que resultaron tener una sensibilidad de apenas el 30%, lejos del 80% anunciado.
Tras el anuncio del Ministerio, el Gobierno de Canarias se ha lanzado a reservar un millón de los nuevos test antigénicos. Las Islas se suman así a otras comunidades que ya han confirmado la adquisición de unas pruebas que presentan, como principales ventajas, su rapidez (los resultados se obtienen en apenas 15 minutos tras la extracción de la muestra a través de un bastón con hisopo) y su precio (el coste estimado ronda los 5 euros frente a los 100 de la PCR). “Es posible que puedan resolver, porque dan una respuesta muy rápida y parece que son muy seguras si se hacen en el contexto en que se han evaluado y para los pacientes indicados, que son aquellos que presentan clínica -síntomas de la enfermedad- y que llevan menos de cinco o seis días de evolución”, explica en declaraciones a este periódico Julio García, jefe de Microbiología del Hospital de La Paz de Madrid, que añade que, a partir de esa fecha, “los resultados no son tan buenos, no son tan fiables”, y que aboga por que sea cada centro quien realice sus propios estudios y compruebe su eficacia.
“Se trata de una herramienta que puede ser muy útil de cara al otoño, cuando empiecen los cuadros gripales, catarrales… Confiamos en sus posibilidades. El problema es que no sirven para los asintomáticos”, sostiene Jesús Molina, jefe del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Insular de Gran Canaria. Estas pruebas, agrega, permitirán complementar a las PCR, más lentas y caras, y aumentar y agilizar la capacidad diagnóstica de la enfermedad en las Islas.
Antes del anuncio de esta reserva de test antigénicos, las dos últimas acciones que decidió acometer la Consejería de Sanidad y su comité asesor con ese propósito, el de favorecer la detección precoz de la enfermedad, fueron duramente criticadas desde diversos sectores sanitarios. “Soy microbióloga y siento vergüenza”, escribía hace unos días en su perfil de Twitter la facultativa de Microbiología del Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria María José Pena a propósito de la estrategia de cribado masivo con test en sangre capilar (pinchazo en el dedo) que el Gobierno regional había comenzado a aplicar en el barrio de La Isleta, una de las denominadas zonas calientes de la COVID-19 en Las Palmas de Gran Canaria, el municipio que presenta la mayor incidencia de coronavirus en el Archipiélago en esta segunda oleada.
“Los test rápidos en sangre capilar no son útiles para el diagnóstico de la enfermedad en el proceso agudo. Ya la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un comunicado desaconsejando el uso de estas pruebas para la detección de la COVID. ¿Para qué sirven? Algunas son malas y no sirven para nada. Las que son buenas sirven para el diagnóstico serológico, para conocer la prevalencia de la enfermedad en un determinado territorio. Se utilizan de manera retrospectiva para saber si se ha pasado la enfermedad porque tiene marcadores, los anticuerpos IgG e IgM. El cuerpo tarda más o menos dos semanas en producir anticuerpos. Antes de esas dos semanas, puede haber un falso resultado negativo”, remarca Julio García, miembro también de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología. El experto subraya que en algunos hospitales están abandonando este método de detección por su escasa precisión. “La detección específica del anticuerpo IgM como marcador de la infección aguda es muy poco fiable y da una gran cantidad de falsos positivos”.
El pasado 13 de septiembre, la Consejería de Sanidad afirmaba que en el barrio de La Isleta se habían realizado más de 1.000 pruebas en este cribado y que solo ocho personas habían dado positivo en un test que, además, había que confirmar a través de una PCR. “No encuentro una justificación científica para hacer un screening indiscriminado y después una PCR”, afirma García. En esas decisiones entran en juego otros condicionantes. “La opinión pública es muy demandante de soluciones a sus responsables políticos y los políticos tienen la idea o intentan responder de la primera manera que ellos encuentran. A veces esas maneras de dar satisfacción a la opinión pública no son las que más justificaciones tienen”, sostiene el microbiólogo.
Cribados en centros escolares
La otra medida de impacto del Gobierno canario en las últimas fechas en relación con el diagnóstico de la COVID-19 ha sido el cribado masivo en los centros escolares situados en las zonas más afectadas por el coronavirus. Sanidad anunció entre 21.000 y 23.000 pruebas PCR. Hasta este martes se habían realizado cerca de 14.500. Durante la primera semana de actividad lectiva en el Archipiélago, del 15 al 22 de septiembre, se detectaron 34 positivos entre los alumnos. El jefe de Microbiología de La Paz tampoco encuentra utilidad a este tipo de acciones. “Los cribados masivos con PCR, de manera indiscriminada, no sirven para nada, no son eficientes, no se consigue nada. La Sociedad Española de Medicina Preventiva ya se posicionó hace un tiempo. Solo sirven para gastar reactivos. ¿Cuándo son útiles? En una comunidad en donde uno empieza a detectar muchos casos, se puede hacer un cribado en una zona concreta para ver dónde está el foco y localizarlo. Entonces puede haber un confinamiento o medidas restrictivas selectivas y no castigar a toda la comunidad”, destaca el experto.
La Sociedad Canaria de Pediatría Extrahospitalaria también se manifestó hace escasas fechas en contra de esta estrategia, recordando que una PCR es una “foto fija” que no impide que los menores se puedan infectar al día siguiente. García redunda en este argumento. “Uno se puede contagiar en cualquier momento. La PCR solo describe lo que está pasando en ese momento. Por lo tanto, tiene poca utilidad. Los cribados deben ir dirigidos en un contexto en el que haya algún foco, en alguna comunidad cerrada, con el ánimo de detectar el punto caliente y tomar las medidas cuanto antes”. “Los cribados masivos no son lo ideal, no tienen mucha utilidad. Lo que realmente funciona son las restricciones de movilidad y las medidas encaminadas a evitar aglomeraciones”, incide el especialista en Medicina Preventiva Jesús Molina, jefe de servicio en el Insular.
Para el cribado en los centros escolares se está utilizando una técnica denominada pooling, que consiste en juntar varias muestras de pacientes, entre cinco y diez, y analizarlas con un solo reactivo. Dada la alta sensibilidad y especificidad de la PCR, si el resultado da negativo, queda descartado que alguno de ellos pueda tener la enfermedad. Si da positivo, se deberá repetir la prueba de forma independiente a cada una de las personas de ese pool para detectar quién o quienes están contagiados. “Es un procedimiento que se viene haciendo desde hace mucho tiempo en los bancos de sangre, cuando tienen que testar el VIH, la hepatitis…. De esta manera permiten hacer cribados de grandes cantidades de muestras. En circunstancias en las que uno no tiene muchos reactivos y estás desbordado por las peticiones, siempre que la prevalencia sea baja, se puede hacer”, explica el jefe de Microbiología de La Paz.