La sequía avanza en Almería: gran parte de la provincia está en “emergencia” por la escasez de agua
La provincia de Almería atraviesa una de las peores crisis hídricas de su historia reciente. Con gran parte de su territorio en situación de emergencia por sequía, según datos de la Consejería de Agricultura (como se puede apreciar en el mapa adjuntado abajo), la escasez de agua afecta tanto a la población como a los sectores productivos, dejando al descubierto tensiones entre administraciones, agricultores y ecologistas sobre cómo afrontar este reto. Entre cifras alarmantes y promesas de proyectos clave, la desaladora de Carboneras emerge como un pilar esencial y también frágil en la sostenibilidad hídrica de la región.
Según la Delegación de Agricultura de la Junta de Andalucía, la situación de emergencia en el Valle del Almanzora se debe en gran parte al corte del trasvase Negratín-Almanzora en 2021, que privó a la zona de 50 hectómetros cúbicos (hm³) anuales, 7 de ellos destinados al consumo humano.
Esta pérdida, sumada a unas precipitaciones que apenas alcanzaron el 30% de la media histórica el último año, ha llevado a adoptar restricciones de consumo de 200 litros diarios por habitante en numerosos municipios. Son datos del final del año hidrológico 2023-2024, que no han cambiado en Almería para mejor desde que se sellara el informe en octubre.
Regantes y ecologistas ante la crisis
Así, los afectados por esta escasez señalan distintos escenarios. Domingo Jesús López es un pequeño propietario de una finca de olivar y presidente de la Comunidad de Regantes Fuente del Arquillo, por lo que vive en primera persona cuál es la realidad para el sector agrícola ante esta falta de lluvias. “Los agricultores son quienes peor lo están pasando: mientras algunos han logrado modernizar sus sistemas con riego por goteo, otros todavía dependen del riego por manta, que no solo desperdicia agua, sino que también requiere más recursos por la aridez del suelo”, explica. Además, apunta a la necesidad de inversiones en tecnología y en redes de distribución que permitan optimizar el uso del agua desalada.
En el caso de los cultivos tradicionales como el olivar y el almendro, López lamenta que las condiciones climáticas y el aumento de costes hayan reducido significativamente la producción, algo que no parece que vaya a mejorar, puesto que “cada año llueve menos”. “La agricultura tradicional está en riesgo. Sin un cambio estructural, no podremos mantener nuestra producción y los agricultores terminarán abandonando el campo”, advierte.
Desde el Grupo Ecologistas Mediterráneo Almería, José Rivera se muestra crítico con la gestión de los recursos hídricos. “La Junta Central de Usuarios y las comunidades de regantes son también responsables de la situación actual de escasez. Han fomentado la ampliación de regadíos, muchos sin permisos, y permitido extracciones ilegales que han degradado los acuíferos”, denuncia. Por ello, los ecologistas llevan tiempo pidiendo sanciones para estas prácticas irregulares y proponen adecuar las concesiones a la disponibilidad real del agua.
El ecologista también advierte sobre el impacto de depender exclusivamente de las desaladoras para obtener agua dulce gracias al mar, que es la solución principal planteada desde hace años en Almería: “La desalación es una solución parcial. No puede ser una excusa para el abuso de los recursos naturales ni para incumplir la Directiva Marco del Agua. Necesitamos estrategias que prioricen la sostenibilidad y la recuperación de los acuíferos”, exige.
En ese sentido, regantes como Domingo Jesús López están en la misma sintonía al considerar que hace falta replantear cómo se riega y de qué cultivos se debe disponer: “El riego a manta, que es el tradicional, ni es eficiente ni permite que los acuíferos se puedan salvar. Hay que apostar por el riego por el goteo en las zonas de secano, pero cuesta convencer a los agricultores, sobre todo porque apenas hay relevo generacional y llevan toda la vida haciendo lo mismo”.
Hacia nuevas desaladoras
Pero esta escasez no afecta tan solo a regantes o ecologistas, sino que las localidades están ante un enigma que no es sencillo de resolver. En Cuevas de Almanzora, uno de los municipios más afectados por esta escasez, el Ayuntamiento trabaja a contrarreloj para paliar los efectos de la sequía. “Estamos reparando la desaladora del Bajo Almanzora y solicitando sistemas terciarios para reutilizar agua depurada en el riego”, explican fuentes municipales. Con fondos europeos, también se están modernizando los regadíos para reducir el consumo y mejorar la eficiencia. Sin embargo, reconocen que las restricciones de 200 litros diarios son insuficientes para garantizar la sostenibilidad a largo plazo.
Por su parte, el Ayuntamiento de Carboneras, sede de la principal desaladora de la provincia, pone en valor el compromiso que tienen con el desarrollo hídrico y socioeconómico de Almería, al tiempo que se pone sobre la mesa la falta de recursos con los que cuentan: “Estamos trabajando en el planeamiento de una nueva planta desaladora privada que aportaría 42 hm³ adicionales al año. Seguimos dispuestos a colaborar, pero nuestras necesidades locales también deben ser tenidas en cuenta”, demandan desde el Gobierno municipal.
No en vano, Almería, ante su escasez de precipitaciones y su cercanía con el mar, lleva décadas recurriendo a desalar el agua para equilibrar la sequía que no deja de avanzar. Así, la desaladora de Carboneras emerge como la infraestructura clave para el abastecimiento hídrico de más de 100.000 habitantes y miles de hectáreas de regadío. Actualmente, opera a su capacidad máxima de diseño (120.000 metros cúbicos diarios), pero su situación también es precaria. La Subdelegación del Gobierno de Almería advierte de que una avería grave podría dejar sin agua potable a gran parte del Levante almeriense. Aunque las obras de modernización están previstas para 2025, la dependencia de esta infraestructura subraya la necesidad de diversificar las fuentes de abastecimiento.
Las administraciones trabajan en distintos escenarios, pero lo hacen evidenciado las tensiones que hay entre el Gobierno autonómico y el central. Desde la Junta de Andalucía señalan inversiones como la reparación de la potabilizadora del Almanzora, inutilizada desde 2012, y que tratará 9 hm³ anuales procedentes del trasvase Tajo-Segura. Además, señalan haber impulsado obras para modernizar redes de abastecimiento en municipios como Arboleas y Albox, así como sistemas terciarios en depuradoras para reutilizar agua en el riego.
El Gobierno central, por su parte, pone el foco en la digitalización del uso del agua y en la ampliación de las desaladoras de Carboneras y Dalías. También destaca la bonificación del agua desalada para regantes, medida crucial para reducir los costes de producción agrícola. Sin embargo, la Subdelegación del Gobierno critica la falta de infraestructuras de titularidad autonómica, mientras que la Junta señala los retrasos en proyectos estatales como la desaladora Bajo Almanzora I, inutilizada desde hace más de una década.
Un futuro incierto
La sequía en Almería no es un fenómeno nuevo, pero su intensificación y la dependencia de infraestructuras frágiles como la de Carboneras exigen respuestas urgentes y coordinadas. Mientras agricultores, ecologistas y administraciones trabajan a futuro con la espada de Damocles de la escasez sobre la cabeza, la provincia se enfrenta al desafío de equilibrar las necesidades inmediatas con una planificación sostenible que asegure agua para las generaciones futuras.
Desde Cuevas de Almanzora, insisten en que las obras en marcha son un paso adelante, pero es insuficiente: “Seguiremos reclamando medidas que nos permitan aprovechar al máximo nuestros recursos locales, sin depender tanto de soluciones externas que son vulnerables”. Por su parte, regantes como Domingo Jesús López recuerdan que, sin agricultores, “no hay alimentos ni desarrollo en Almería. La gestión del agua es una cuestión de supervivencia colectiva”, sentencia.
4