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La Junta de Andalucía retoma la máxima alerta por la sequía tras detectar que a los andaluces ya no les preocupa tanto

Archivo - Sequía en pantanos de Andalucía

Néstor Cenizo

Málaga —

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Ramón Fernández-Pacheco, consejero de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía, no ahorró calificativos este martes para describir el escenario de sequía que afronta la región y, particularmente, las provincias de Málaga y Almería. “Escalofriante”; “alarmante”; “dramática”; “muy preocupante”; “ciertamente grave”. “Pongan el adjetivo que quieran”, remató. El consejero pegó un pequeño tirón de orejas a los andaluces, a los que avisó frente a la tentación de “relajarse”, subrayando una paradoja: hoy hay menos andaluces que consideran la sequía un grave problema que el pasado mes de junio.

El consejero esgrimió los datos del Centra, el CIS andaluz. Según el último barómetro, la “falta de agua/sequía” es el principal problema que existe en Andalucía para el 1,8%. Entre 3.600 entrevistados, este es el porcentaje que dio esa respuesta de manera espontánea en la encuesta realizada entre el 16 y el 30 de septiembre de este año, coincidiendo con el fin del verano. En el sondeo previo (realizado entre el 18 de junio y el 2 de julio) ese porcentaje era del 2,7%. Si se pregunta por el problema que “más afecta personalmente”, sólo el 0,6% señala ahora la sequía. Era el 1,7% hace tres meses.

Paradójicamente, entre ambos sondeos ha mediado uno de los veranos más secos de las últimas décadas, que ha ahondado una sequía que se prolonga en Andalucía desde hace un lustro, y que tiene a los embalses agotados. Sin embargo, la sequía ha dejado de ser el principal problema para cuatro de cada diez que lo veían así antes del verano.

Mensajes de alarma silenciados en verano

Es posible que algo haya tenido que ver la relajación del propio Gobierno andaluz. Tras una primavera en que amagó con prohibir el llenado de piscinas para luego permitirlas sin restricción alguna, el verano se ha vivido con relativa normalidad, más allá del cierre de duchas en las playas que ya se dio en 2023.

Durante el invierno y la primavera, el Ejecutivo, con Fernández-Pacheco como portavoz, subió al máximo el volumen de la alerta ante la falta de lluvias. El Ejecutivo aprobó su cuarto Decreto de Sequía, y la cuestión se convirtió en el reto más importante de Andalucía, según el propio Juan Manuel Moreno, que fue a Bruselas a pedir más fondos. Llegó a solicitar formalmente la activación del Fondo de Solidaridad, pensado para situaciones catalogadas como “catástrofe”. Moreno anunció que si no llovía “30 días seguidos”, las capitales de Sevilla, Málaga y Córdoba estaban abocadas a duras restricciones.

Llovió en marzo y en mayo, y eso sirvió para alejar las medidas de ahorro más restrictivas. Y a las puertas de la temporada turística, los mensajes de alarma quedaron definitivamente silenciados. Hasta ahora.

Entre los ecologistas, se da por hecho que las decisiones sobre sequía se basan en criterios técnicos que luego se pasan por el filtro de la oportunidad política y económica. Y es ahí donde entran en juego los condicionantes del turismo o la agricultura de subtropicales en la Costa del Sol, dos de los grandes generadores de empleo y riqueza en la provincia. En la rueda de prensa de este martes, Fernández-Pacheco defendió que la actuación de la Junta permitió que “el sector del turismo no parara, tampoco el sector de la agricultura”, “a pesar de que en verano no ha llovido absolutamente nada”.

En efecto, este verano no ha llovido nada y han visitado Andalucía más turistas que nunca. A falta de la Encuesta de Coyuntura Turística trimestral, el consejero de Turismo, Arturo Bernal, ya ha avanzado un crecimiento global del 3% en el número de visitantes. En Málaga, la zona que mayor escasez sufre, ha sido “el mejor verano de la historia”, según el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Salado. 6,2 millones de turistas de mayo a agosto (un 3,1% más que el año pasado).

Al 15% en Málaga

Pasado el verano, la situación de las reservas hídricas andaluzas es mala en general, aunque “dispar”. Es especialmente acuciante en Almería y Málaga, que suma ya cinco años secos o muy secos, y tienen a los embalses exhaustos, al 15 y al 7% de su capacidad, respectivamente. Por eso, Fernández-Pacheco advirtió a los andaluces contra una “relajación”. “Tienen que saber que la sequía no se ha ido, que la sequía sigue instalada en Andalucía, que tenemos una situación muy preocupante en todos los territorios”.

Es cierto que las reservas empezaron el otoño algo mejor que como empezaron 2023, pero eso fue gracias a las lluvias de marzo y mayo, que ya se habían producido cuando se realizó el barómetro de verano. El motivo de la aparente despreocupación por la sequía no está, por tanto, en la meteorología, y es puramente sociológico.

Hay, también, un factor metodológico que puede condicionar la percepción del sondeo: la pregunta “cuál es el mayor problema” a un número determinado de individuos arroja necesariamente una suma 100, de modo que si algunos problemas escalan como los más citados, otros bajan. Así, en el barómetro de septiembre sube la percepción de la sanidad como principal problema (del 11,9% al 13,6%), el de acceso y precio de la vivienda (del 4,7% al 8,7%) y el de la “inmigración/inmigración ilegal” (del 4% al 7,5%).

Descarta el agua en barcos

Tras suavizar las medidas de ahorro justo antes del verano, los comités de gestión de la sequía han vuelto a cerrar el grifo. El consumo por habitante y día ha pasado de 200 a 180 litros en los sistemas de Málaga capital, valle del Guadalhorce y Axarquía (en escasez grave), y será algo más holgado para la Costa del Sol occidental y los sistemas de la provincia de Almería, en escasez severa: 200 litros.

La acción de la Junta pasa también por reforzar la inversión en infraestructuras. Según Fernández-Pacheco, ahora se puede afrontar la sequía en Málaga con más garantías porque hay sistemas interconectados que se pueden auxiliar ante la falta de agua, se está ampliando la capacidad de las desaladoras y se están mejorando los sistemas terciarios de depuración. Esto le llevó a descartar la aportación de agua en barcos, una posibilidad que el Gobierno andaluz barajó seriamente antes de las lluvias de la pasada primavera.

Después de las precipitaciones de las últimas semanas, los embalses andaluces están al 30,3% de su capacidad, según el último informe presentado al Consejo de Gobierno. La cuenca del Guadalquivir, que depende del Ministerio, está al 32,3%; la de Guadalete-Barbate, al 21,2%; la del Tinto-Odiel-Piedras, al 38,2%. Las tres han subido en la última semana. En cambio, Cuencas Mediterráneas Andaluzas, que abarcan el terreno más poblado (3,2 millones de personas) y más golpeado por la sequía y la escasez (Málaga y Campo de Gibraltar), han seguido perdiendo, a pesar de las lluvias, y ya están al 22,3% de su capacidad, con unas perspectivas de lluvia no muy halagüeñas.

Los embalses andaluces tienen a estas alturas del otoño 3.627 hectómetros cúbicos de agua, y están al 73% de la media de los últimos diez años. Pero la situación es aún peor en los embalses de Málaga y Almería, que cuentan con 96 y 15,95 hectómetros cúbicos, respectivamente. Esto es, un 33% y un 63% de la media de los últimos diez años, la mitad de los cuales ya fueron secos o muy secos.

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