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De cementerio de árboles a descampado

Al final se ha optado por aceptar la realidad y el servicio de Jardines del Ayuntamiento de Santa Cruz ha decidido retirar los troncos de los árboles muertos que permanecían en un solar junto a la vía arterial del Barranco de Santos. Hace cuatro años la Corporación local tomó la decisión de trasplantar hasta estos terrenos que miden alrededor de mil metros cuadrados una treintena de ejemplares a causa de las obras del tranvía a su paso por la avenida Islas Canarias y de la remodelación de la de los Asuncionistas. Desde un primer momento el traslado resultó un absoluto fracaso y a partir de aquí el panorama al que se enfrentaban los vecinos era el de unos troncos muertos, podridos y que en cualquier momento podían desprenderse. Finalmente el Ayuntamiento retiró hace algunos meses estos restos y hoy el terreno ha dado el trascendental paso que separa un cementerio de árboles a un simple descampado.

El solar es utilizado en la actualidad por los vecinos del barrio de La Salud que pasean a sus perros para que hagan aquí sus necesidades y se ha convertido en otra de las fachadas menos amables y desoladas de la inversión multimillonaria que supuso la remodelación del Barranco de Santos. Una obra faraónica que costó más de 90 millones de euros y cuya ejecución se extendió durante casi dos décadas. Lo cierto es que dos años después de su inauguración la vía que pretendía servir para desatascar el tráfico que entra y sale del centro puro y duro de Santa Cruz registra una circulación de vehículos que como mínimo puede calificarse de modesta.

Los vecinos de la calle José Calzadilla Delahanty junto al solar abandonado recuerdan que en su momento los árboles fueron trasplantados casi sin raíces en este margen del remozado barranco de Santos. Los operarios los plantaron y a partir de aquí se desentendieron totalmente de ellos. El único esfuerzo que hizo el Ayuntamiento fue cavar un agujero y desde entonces nadie volvió a ocuparse de los árboles. Dos años más tarde solo quedaban muñones totalmente resecos con algunas cintas naranja de las que se usaron para trasladarlos colgando de las ramas. Por si fuera poco varios ejemplares fueron presa de las llamas que al parecer provocaron un grupo de indigentes que durante algún tiempo tuvo que residir en este solar.

En el caso de las obras del tranvía, los grandes ejemplares de laureles de india fueron sustituidos en la avenida Islas Canarias por unas palmeras de un porte mucho menor que las autóctonas del Archipiélago. En la zona de las Asuncionistas las obras que se acometieron consistieron en la construcción de la vía arterial del barranco de Santos. “Más que de un trasplante, lo que se hizo en realidad fue un arboricidio en toda regla. Se recogieron árboles sin apenas raíces y se dejaron tirados en un lugar sin ofrecerles ningún tipo de cuidado”, comenta un vecino. El resultado es que tres años después ya sólo quedaban los troncos de unas especies irreconocibles y un paisaje que si ya entonces resultaba hasta fantasmagórico, en la actualidad lo parece aún más. Los vecinos se lamentan de que el Servicio de Parques y Jardines no ofreció nunca ningún tipo de atención a los ejemplares.

Lo cierto es que en Santa Cruz especies vegetales como los laureles de india tienen su supervivencia pendiente de un hilo en más de un punto. Aunque pueblan las ramblas que atraviesan la ciudad no ocurre lo mismo en otros lugares donde su conservación está más que cuestionada. Así a raíz de la construcción de la vía litoral se ha propuesto el traslado de una decena de ejemplares unos quince metros en dirección al mar. Los vecinos que incluso constituyeron una Plataforma temen que al final ocurra lo mismo que los que fueron trasplantados por el tranvía. En el caso de Montaña Morera la conservación de otra veintena de laureles de india se convirtió en una auténtica lucha ciudadana en contra de la especulación y a favor del medio ambiente. La batalla dio sus resultados y el propio concejal de Urbanismo, José Ángel Martín Bethencourt ha garantizado personalmente a los residentes de este barrio situado en la trasera de Las Teresitas que los árboles seguirán en su emplazamiento original. El problema que ha surgido ahora es que nadie se ocupa de su mantenimiento ni de regarlos, a no ser que lo hagan los propios vecinos lo que ya está ocurriendo en algunos de los casos.