Félix González es coordinador del Servicio de Psiquiatría del Hospital General de La Palma. Licenciado en Medicina y Cirugía, especialista en Psiquiatría por la Universidad de Buenos Aires y psicoterapeuta, asegura que las consultas de salud mental y los suicidios se han incrementado por la crisis. Los ricos, afirma, enferman menos que los parados o los inmigrantes sin papeles. Las situaciones de desamparo e indefensión a las que se tienen que enfrentar muchas personas en los tiempos que corren, acaban provocando desequilibrios mentales porque, denuncia, “el sistema las echa sin contemplaciones”. González, un psiquiatra comprometido socialmente, se queja de la presión a la que está siendo sometida la profesión médica.
-¿Es nítida la línea que separa la locura de la cordura?
-Sí, aunque se puede relativizar mucho. Fue definida hace mucho tiempo por Freud, uno de nuestros referentes. Él decía que estamos sanos mentalmente mientras seamos capaces de amar y de trabajar. Cuando irrumpe la enfermedad mental, nos aparta de nuestro trabajo y de lo que amamos.
-¿Es necesario un poco de locura para sobrevivir en esta sociedad?
-Es necesario un poco de locura controlada, pero ésta sólo la pueden ejercitar las personas sanas. Lo más importante es aprender a tolerar las circunstancias. Tolerar el estrés es fundamental, y eso a veces tiene que estar asociado a tolerar un nivel de desorden, de caos, de incertidumbre... Y no todas las personas están preparadas. Por tanto, no depende tanto de la voluntad de uno, también depende de lo que traigamos de fábrica, de la genética, y también depende mucho de lo que nos ha pasado en los primeros años de nuestra vida, etapa en la que se consolida nuestra personalidad. Eso, junto con la genética, nos puede dar lugar a una persona resistente al estrés o vulnerable al estrés.
-¿En qué consiste la normalidad mental?
-En ser capaces de amar y trabajar en circunstancias habituales, en que nuestro pensamiento no se nos vuelva en contra, que no nos aparte de la realidad, que no nos haga pensar que los demás están en contra nuestra, que no nos haga sentir voces, desear estar todo el día en la cama, no querer vivir, querer morir, estar desganados, no poder disfrutar... Cuando no tenemos todo eso en cantidad que nos interfiera en nuestra actividad diaria, social, familiar y personal, estamos mentalmente sanos.
-¿Cómo está afectando la situación de crisis económica a la salud de los ciudadanos?
-Algunos trabajos concluyen que la incidencia de la depresión en España ha crecido un 19,4% en los últimos cinco años, los problemas de ansiedad aumentaron un 8,4%, los de somatización un 7,3% y los ataques de pánico un 6,4%. Y se está viendo que hay más consultas por parte de los pequeños empresarios que de los trabajadores. En la escala humana, cuanto más arriba se esté a veces menos sentimientos de culpa se tiene. En cambio, el empresario pequeño, cuando tiene que echar a una persona a la calle, se hace mucho cargo de esa situación. Los grandes empresarios probablemente no tienen la sensibilidad para sufrir por los despidos, son personas más individualistas y no les afecta, pero al pequeño empresario, sí. Se da la paradoja de que el empresario pequeño consulta más que el propio trabajador, aunque éste también lo hace mucho. Una de las consultas más frecuentes son los trastornos adaptativos, como la posibilidad de perder el trabajo, pagar la hipoteca, hacer frente a los recortes o padecer una baja autoestima; eso estresa y conduce a la enfermedad. Cito aquí el ejemplo de los monos. Los que están más altos en los árboles tienen más testosterona y los que están más bajos, más cortisona, más estrés. Los de arriba están más eufóricos y viven mejor, y el que está abajo trata de subir y echar al de arriba, pero el que está arriba le pega para que baje.
-¿Se ha incrementado el número de suicidios por las adversas circunstancias económicas?
La incidencia de casos de suicidios comenzaron a aumentar en Europa en 2008, incluida España, después de haber revertido durante la última década, sostiene Stuckler. Según el Instituto Nacional de Estadística, el número total de suicidios en nuestro país en 2008 (3.421) superó por primera vez los muertos por siniestros de tráfico (3.021), Las cifras reales son mayores, debido a que muchos de estos sucesos se confunden con accidentes. La tasa de suicidios en Grecia desde el inicio de la crisis ha pasado de un 2,8 a 6 por 100.000 habitantes. Junto con Grecia, los países que han aplicado de forma más severa medidas de austeridad, como Letonia, Irlanda y Portugal, son precisamente los que han registrado las subidas mayores de suicidios. Para la OMS, los países dotados de una buena seguridad social y de sistemas de protección social adecuados pueden llegar a frenar y disminuir las tasas de suicidios. Los gobernantes de nuestro país ignoran día a día estas recomendaciones.
-¿Se están reforzando las unidades de salud mental ?
-No. Este es un tema muy preocupante. En España hay un problema de desgaste de personal en la psiquiatría. Los estudios dicen que aproximadamente el 50% de los médicos que atienden el sistema sanitario está afectado por el síndrome del profesional o bernaut, eso quiere decir que padecen estrés, malestar, insomnio, falta de concentración, de motivación... Estamos trabajando con la mitad de la población médica medio quemada. Y en la crisis se nos pide precisamente más, que tengamos que trabajar más, productividad a toda costa. El sistema así se empieza a deteriorar porque comienza a haber bajas laborales. Un alto porcentaje de estas bajas tiene que ver en estos momentos con la presión.
-¿La enfermedad mental se cura?
-Va de más a menos, es decir, cuanto más leve es el trastorno, mejor pronóstico tiene, y cuanto más grave, peor pronóstico. En psicofarmacología ha habido avances y eso ha permitido la recuperación de las personas. En cada episodio que se sufre, tanto depresivo como psicótico, con un alejamiento de la realidad donde se empiezan a escuchar voces, hay un atentado contra el cerebro, que sufre y queda con problemas de memoria y de atención, y si eso ocurre muchas veces puede dar lugar a que haya alteraciones en la vida madura con mas frecuencia.
-¿Qué factores desencadenan estos trastornos?
-Los factores fundamentalmente son dos: los ambientales y los genéticos (nuestra dotación genética nos predispone a las enfermedades y dependiendo de lo que nos ocurra, enfermaremos o no). Lo que entendemos por predisposición es una alta vulnerabilidad a no soportar el estrés. Hay personas que absorben el estrés, lo metabolizan y lo toleran, y hay personas que con niveles de estrés bajos se deprimen, se sienten ansiosos o se trastornan. Eso no depende de la voluntad del individuo, y a la persona que está enferma no se le debe decir que hay que ser positivo y poner más de su parte, porque lo estamos haciendo responsable de su enfermedad, y eso no es así.
-¿Se pueden prevenir las patologías mentales?
Claro, pero a veces entramos en prevenciones de escuelita, que no sirven para mucho. La prevención fundamentalmente tiene que ir dirigida a una cuestión estructural. Uno de los factores que inciden más en el agravamiento de la enfermedad mental es la diferencia de clase. Está comprobado que los empresarios, personas con mucho poder adquisitivo, personas ricas, se enferman menos que las amas de casa, los jubilados, los parados o los inmigrantes sin papeles. También está demostrado que el sometimiento, la tiranía o el mal trato inciden en el desarrollo de enfermedades. La mujer es más vulnerable que el hombre, y eso no lo podemos prevenir, pero sí se puede prevenir que haya grandes diferencias entre pobres y ricos como ocurre en nuestra comunidad, pero hay que tener voluntad política.
-¿Por qué la mujer es más propensa a padecer estas dolencias?
-Por una cuestión de vulnerabilidad, y ahí no podemos incidir mucho, pero sí en aspectos que la protejan, porque ha estado sometida a los oficios más bajos de la escala social, ha estado más perjudicada hasta ahora socialmente.
-¿Cuál es el padecimiento psiquiátrico que tiene mayor incidencia en la población?
-Quizá los trastornos depresivos. En La Palma se calcula que puede haber actualmente unas 7.000 personas con trastornos mentales (el 9% de la población). Las dolencias son múltiples, pero en este momento lo que más ha aumentado son los problemas adaptativos, personas que no estaban mal psiquiátricamente, y que a lo mejor nunca lo hubiesen estado si no se hubiesen tenido que enfrentar a circunstancias de desamparo e indefensión, porque el sistema las echa sin contemplaciones.
-¿Se abusa de los antidepresivos y los ansiolíticos?
-El 9% de la población española aproximadamente sufre problemas mentales, y la mitad no recibe tratamiento, y de la que lo recibe, un alto porcentaje no toma el adecuado. Lo que ocurre es quizás que hay gente que está tomando tratamiento que no necesita y gente que lo necesita no lo está tomando. El sistema de atención está mal organizado puesto que, a veces, obtiene más ayuda el que menos la precisa, porque es capaz de luchar por una cita; en cambio, el que está en su casa invadido por la enfermedad a lo mejor acude menos a los servicios y por tanto se le presta menos atención.
-¿Es partidario de la fórmula 'más Platón y menos prozac'?
-Eso es interesante. Más Platón significaría más escucha, más palabra, y estoy absolutamente de acuerdo en que hay que escuchar más a la gente, y menos prozac supondría menos medicamentos, por supuesto, pero debemos tener cuidado, porque hay muchas enfermedades que no responden sin el tratamiento. En este afán de contar y de clasificar de nuestro sistema, incluso el sanitario, se nos expone a veces a estar mirando el ordenador para saber si el paciente es casado o soltero, viudo o separado, si tienes trabajo remunerado y de qué tipo, entonces te pasas aquí un rato para hacer una estadística que al final no ayuda al enfermo. Son minutos que restan atención, encima de lo saturados que estamos en España, con 6,5 psiquiatras por cada 100.000 habitantes. Nosotros reclamamos que no se controle sólo cantidad sino calidad, escucha, contacto humano, porque a veces la obsesión del sistema es ver a los pacientes, no escucharlos, y ahí tenemos un problema grave.
-¿Pueden las convenciones sociales encontrar desequilibrios mentales donde no los hay?
-A veces, sí. El manual DSM, en el año 1960, tenía 100 diagnósticos psiquiátricos y en estos momentos vamos por 400. ¿Significa esto que supuestamente los humanos hemos aumentado las enfermedades mentales? No. ¿Se ha investigado más?, Sí, pero creo que no para tanto. Es posible que la comunidad científica haya caído también en una especie de enfermedad que se preocupa por contar, por clasificar, por dividir, por etiquetar y a veces se olvida de escuchar.
-¿Por qué la locura está estigmatizada?
-La locura está estigmatizada en parte porque ha llegado a la medicina tarde. La atención psiquiátrica en La Palma se empezó a prestar con la apertura del Hospital General en el año 2000. Hasta ese momento los pacientes se enviaban a Tenerife en condiciones rocambolescas: se ingresaban en el hospital de Dolores en una especie de cuartito con rejas. Una vez que salías de ahí era difícil no quedar marcado. Afortunadamente, aunque con varias décadas de retraso, hemos llegado a instaurar la Psiquiatría en el Hospital General como una especialidad más. Pero eso deja sus secuelas, y en La Palma, la marca (subjetiva y a veces objetiva, porque la gente hace bromas bastante pesadas) que la enfermedad mental deja en el individuo es más fuerte que en otras islas. Aunque el que a esta isla no haya llegado el hospital psiquiátrico como almacén, como depósito, como manicomio, tuvo sus ventajas porque los pacientes estuvieron más integrados con sus familias, pero también sus inconvenientes porque el que tuvo que salir de la isla se quedó en Tenerife para siempre.
-¿Tiene fundamento el comentario popular de que 'La Palma es un manicomio sin techo'?
-No tiene ningún fundamento científico. El propio Servicio Canario de Salud muestra una incidencia menor de enfermedades mentales en La Palma que en otras islas. Lo que ocurre es que esta isla ha llegado tarde en psiquiatría y probablemente la enfermedad mental se ha notado más porque ha estado en la calle. En realidad lo que ha habido aquí es falta de recursos. En ninguna comunidad del mundo hay más enfermedad mental que en otras. Lo que se diferencia es el tipo de enfermedad.
-¿En qué islas se registran más trastornos mentales?
-Curiosamente, las islas orientales daban una mayor incidencia, pero yo creo que eso son sesgos de investigación.
-¿El viento influye en estos desequilibrios?
-Sí, el ruido es desestabilizador. Eso, a mi entender, no está suficientemente constatado, pero todo lo que sean estímulos constantes parece que influyen. Sí que se ha estudiado la influencia de la Luna, y no influye en la patología mental.