Maite tiende la ropa justo delante de la casa contenedor en la que ahora reside tras perderlo todo por el volcán de La Palma. Está cansada. Un año y medio después, por fin tiene techo propio. Pero no es lo que ella esperaba.
“Esto no es calidad de vida. Puedo cerrar los ojos y decir: vale, estaría bien para mí sola o una pareja. Pero es que, en mi caso, mi hijo más pequeño tiene 21 años. Es un adulto. Y no puede ser”.
En el lugar donde vive, una especie de urbanización con decenas de viviendas diminutas que parecen “latas de sardinas”, como así bromean con poca ironía los afectados por la erupción, Maite tiene a sus espaldas, unos metros más arriba, casas de madera, también para quienes engordaron la lista de damnificados, gente todavía viviendo en caravanas y, justo enfrente, al culpable de todo esto.
“Otra cosa no, pero colocaron estas casas perfectamente. Cuando sales lo ves ahí, delante”, en referencia a la nueva montaña formada en Cabeza de Vaca, ahora con depósitos de azufre en donde antes fluían ríos de lava.
Cerca de 18 meses más tarde del final de la erupción que obligó a 7.000 palmeros a desalojar sus domicilios (2.329 residían bajo el perímetro del volcán), arrasó con 1.218 hectáreas de terreno y, lo más doloroso de todo, causó un luto perpetuo entre quienes perdieron el legado de una vida entera, las próximas elecciones del 28 de mayo son vistas como un sinsentido para mucha gente igual que Maite.
“¿Qué va a salir bueno de eso? Si en año y medio no se han preocupado por nosotros, ¿por qué van a hacerlo ahora?”, pregunta ella.
Pero en la isla también hay un reconocimiento de que esta llamada a las urnas es la más importante de su historia reciente. No solo por la reconstrucción del Valle de Aridane, que aún está en fase embrionaria, sino también por todo lo que pueda suponer para La Palma, en plena discusión interna sobre qué modelo territorial adoptar y quiénes deben gestionar esa redención. Hasta diez partidos han presentado candidatura para presidir el Cabildo y nueve lo han hecho por la circunscripción insular en los comicios autonómicos, igualando el récord hasta ahora registrado.
“Aquí está todo por hacer desde el principio. Puedes diseñar una isla diferente, un turismo diverso, que conviva con la agricultura, con la cultura. Tenemos muchas posibilidades”, asegura Dulce García, quien lideró la asistencia letrada gratuita para los afectados por el volcán y ahora es candidata del Movimiento Alternativo Electoral (MAE), una formación que aglutina a decenas de damnificados de la catástrofe, a la presidencia del Cabildo insular.
Las agrupaciones en La Palma deberán tratar de convencer a una población hastiada, muy probablemente con mayor desafección política que antes y que cuestiona la mayoría de las decisiones adoptadas, sobre todo la construcción de la polémica carretera de la costa, cuya primera fase supuso un desembolso de 40 millones de euros y ahora está paralizada por la falta de consenso. “La gente se ha encontrado con una carretera que pasa por encima de su casa sin que tú le hayas dicho nada”, remacha García.
Y ese no es el único ejemplo. Vecinos de Los Llanos de Aridane, Tazacorte o El Paso, los tres municipios por donde discurrió la lava, muestran incredulidad al descubrir los macroproyectos turísticos que podrían llegar a la isla próximamente, confirmando los temores de quienes preveían algo similar. O que alguno de los ayuntamientos no haya podido ejecutar toda la subvención recibida por parte del Servicio de Empleo para la contratación de personal desempleado. O que, a fecha de mayo de 2023, los hoteles continúen alojando a personas perjudicadas por la erupción, principalmente aquellas que vivían en Puerto Naos y La Bombilla, los núcleos turísticos cerrados al mundo por la continua emisión de gases tóxicos.
“Estamos en la mierda. Y vamos a continuar en la mierda”, exclama un hombre con resignación en un bar céntrico de Los Llanos de Aridane.
El último informe de medidas y ayudas para la emergencia y la reconstrucción en La Palma, elaborado en colaboración entre el Gobierno nacional y el autonómico y firmado el pasado 19 de enero de 2023, resalta que el balance de ayudas entregadas alcanza los 605 millones de euros, con un porcentaje bastante alto (96,64%) de los expedientes ya tramitados.
De todo ese dinero, 264 millones han sido utilizados para la vivienda (adquisición de casas prefabricadas, ayudas al alquiler, enseres…); 88 millones para la emergencia social (planes de empleo, formación, asistencia psicológica…); 107 millones para subvenciones directas a empresas, autónomos y sectores económicos; y 144 millones para otras cuestiones (desaladoras de emergencia, carreteras, infraestructuras, conservación de la biodiversidad, etcétera).
El montante es elevado. El presidente del Archipiélago, Ángel Víctor Torres (PSOE), ha señalado que nunca se había actuado con la rapidez vista en La Palma. Pero para algunos, no es suficiente.
“Perdí mi casa por el volcán y ahora vivo en una caravana prestada por mi hermano. Me tengo que bañar fuera con una manguera y esto por las noches se convierte en un invernadero. Entras y te asfixias. También tengo una pequeña finca, pero ¿crees que con 400 euros al mes da para sobrevivir? ¿A mí y a mi mujer?”, cuestiona Victor, extenuado mientras limpia por fuera el vehículo donde duerme en la tarde de este caluroso viernes.
El enojo es tal, que Víctor ni siquiera confirma que vaya a votar. La Palma es el territorio con mayores tasas de abstencionismo en las islas verdes (La Gomera, El Hierro y La Palma). Y existe la previsión de que el próximo domingo, la participación contabilizada en los comicios de 2019 (67,28% en las municipales, 68,09% en las insulares y 67,91% en las autonómicas) resultará muy difícil de igualar.
“Vamos a ver qué pasa. Cuando yo vea que hagan algo, entonces voto. Pero de aquí no me voy hasta que me den un techo y una casa a la que podamos ir mi mujer y yo”, concluye él.
“No puedes decir que las administraciones no han hecho nada. Porque te dicen: claro que sí hemos hecho”, agrega Maite en un tono sarcástico. “Puedo entender que ha sido una gestión difícil. Y si tú me das esta casa [apuntando a la vivienda contenedor] tres meses después del volcán, está bien. Pero que un año y medio después te plantes aquí y me digas: lo coges o lo dejas, pues no”.
La Palma está caracterizada por una rigidez política que dificulta el ascenso de fuerzas alternativas. En Los Llanos de Aridane gobierna el Partido Popular (PP), en El Paso lo hace Coalición Canaria (CC) y en Tazacorte también la formación nacionalista. Son dos de los tres únicos partidos, junto con el PSOE, con representación en el Cabildo insular, la corporación isleña con menos agrupaciones (3) de todo el Archipiélago, por detrás de La Gomera (4), Lanzarote (4), Tenerife (5), Fuerteventura (5), El Hierro (5) y Gran Canaria (6).
Los afectados reconocen que la isla es protagonista de cierto inmovilismo histórico. De escasos terremotos políticos. El reparto de sillones en las elecciones de 2011 al Cabildo fue distribuido entre los mismo (PSOE, CC y PP) y en 2015 solo sumó a un consejero de Podemos. De ahí que, tanto en la corporación insular como en el ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, donde el escenario político es semejante, PP y PSOE hayan alcanzado acuerdos de gobernanza casi inéditos en el resto del Estado.
En los futuros comicios al Cabildo de La Palma (la corporación encargada de dirigir la emergencia tras el volcán), lo más probable es que ocurra más de lo mismo, según las últimas encuestas: CC como fuerza más votada y PP y PSOE con representación suficiente para reeditar el pacto. Aunque hay damnificados que preferirían un cambio.
“Yo lo veo jodido. Los políticos no se aclaran, no hay nadie que diga: vamos a sacar esto adelante. Pero yo creo que va a pasar algo. Y por una sencilla razón: este no va a ser el único volcán que va a venir. Puede ser dentro de 50 años o cinco o mañana. Y tenemos que seguir recordándolo, a nuestros hijos, a nuestros nietos”, apunta Jorge Luis, justo al lado del busto de piedra hecho por él mismo y que también tiene su nombre “de telenovela”, dice entre risas.
Durante la entrevista, un hombre de mediana edad y que prefiere no revelar su identidad, se acerca. Y sostiene: “El 28 de mayo veremos si la gente realmente está indignada o es una bocazas”.